Alfonso Velis Tobar
MA. Carleton University
Ottawa, Canadá.
Imposible vivir en El Salvador, y no haber oído de la popular poesía de José Roberto Cea, originario de Izalco, al occidente del país, región de tradición indígena y de trágicos sucesos históricos. Ahí se dio en 1932 una rebelión popular disuelta en sangre por el régimen militar del Gral. Martínez, dictador de 1932 a 1944. Siete años después de aquel genocidio nació José Roberto Cea en 1939, bajo el signo de Aries, en plena dictadura Martinista. El Pichón Cea, como se le dice cariñosamente. Quien con el tiempo se convertiría, en un poeta y escritor, en un trabajador por la Cultura. Para mi un orgullo de la historia de la Literatura Salvadoreña, para decirlo a calzón quitado. Hoy casi a 81 años, escribo esto como homenaje a su persona, en este día de su cumpleaños y sobre lo mucho que me hace reflexionar su poesía.
Ahora que vemos, a un Roberto Cea, vivito y coleando, dicharachero, sonriente, jodión, alegre y andalón, rebosante en vida, salud y ojalá lo tengamos todo el tiempo para gozar de su presencia. Viéndolo crear poesía y gozando de su amistad, poeta con el mérito de otros, de su generación de 1956. Y que unos ya se fueron. Cea es un poeta testigo de trágicos y violentos sucesos políticos y populares en los últimos casi 69 años. Y el poeta toma conciencia de esos sucesos para dar imagen a través de su obra. Reflejada en narrativa y poética, una realidad histórica, hecha ficción o ficción hecha de la realidad salvadoreña. Trato para los lectores hacer un retrato de Cea y valorar su obra y me imagino que tiene sus detractores también.
Hablar de la trayectoria poética de Cea, cuya literatura en El Salvador, mantiene hasta hoy una conducta, y otra, como escritor, una postura moral, ante su pueblo. Ser la literatura con causa justificada una rebeldía social, ser la gran lengua, el brujo ancestral, el chaman de Izalco y ser la mala lengua de la sociedad (y la mía que también no es muy buena). Una literatura, ojo al Cristo, alerta a denunciar a los opresores y ser voz de los oprimidos. Es una postura moral, actitud de compromiso con el pueblo. Poeta, vital ejemplo como escritor, para las generaciones de hoy y mañana. Como cataloga a este tipo de creadores típicos el profesor italiano, Domingo Miliani, un teórico que concibe a un hombre como “hombre-signo histórico” , tal cual Cea, ha sabido a lo largo de su vida ser un escritor consciente de “Signos literarios”, enmarcado en un contexto histórico. Creando una poesía, que dé rompimientos y continuidades, en el proceso productivo de las letras nacionales. Si hablar de generalidades de su poesía, se caracteriza, por esa clara renovación, de su estilo expresivo, ameno en sus narraciones, coloquial en su forma del hablar, muy popular en el uso del lenguaje urbano. Poesía de contenido histórico, antropológico, de protesta social, cuestionando la injusticia, la libertad y la democracia. Una poesía de testimonio social, de temática histórica que Cea sabe poetizar con desenfado, poniendo el dedo en la llaga, entre las paredes del odio, irónico y sarcástico para dar a cada quien su cucharada moral. Además hay dejos en su buen humor para decir punzantes o con gracia sus expresiones. Como se caracteriza a la poesía latinoamericana de hoy, la poesía de Cea en El Salvador, se refleja en esta nueva vanguardia latinoamericana en la poesía de nuestro tiempo.
Como joven inició un estilo de diferentes sensaciones y emociones al poetizar el espacio geográfico de El Salvador con sentido de identidad diría. Pero analizada detenidamente su trayectoria poética, el “Pichón” del grupo de 1956, a los 17 años, fundador del Círculo Literario Universitario “Oswaldo Escobar Velado”, junto a otros poetas y ensayistas como: Jorge Arias Gómez, Ítalo López Vallecillos, Roque Dalton, Manlio Argueta, Roberto Armijo, Tirso Canales, Napoleón Rodríguez Ruiz, Jorge Cornejo, y otros que escapan a mi memoria, de la llamada “Generación Comprometida” movimiento literario de la década de 1950, que motiva a la crítica literaria. Una generación rebelde en momentos de beligerancia política. Por esa casualidad, esos años de 1960, colaboran en el grupo: Otto René Castillo y Árqueles Morales, guatemaltecos exilados, solidarios con la revolución. En nuestra historia hemos visto, poetas de Centroamérica, de Guatemala, Nicaragua y El Salvador, dieron la vida, poetas mártires, que cayeron por sus mismos ideales, la utopía de sus sueños, en la lucha por el pueblo y su obra poética aboga por la liberación nacional, los poetas mencionados se encontraban exilados en nuestro país.
Intentar cuestionar el proceso evolutivo en la poética de Cea, es encontrar un creador, “conceptuado “hombre-signo histórico” y no insertable, en determinada corriente de vanguardia, influencias a los cuales es difícil sacudirnos, todo por los factores Psico-sensoriales en el flujo y reflujos de la literatura, empozando el espíritu creador. Por ejemplo Cea, de sus primeros poemas: “Los Días Enemigos” (1956), de “Naufrago Genuino” (1967), “Casi el encuentro” (1964), una poesía adolescente, de juventud, reflexiva de filosofía existencial en algunos versos, poesía que vino, madurando, labrando contenido y forma, con sentido de compromiso social. Una poesía suya de un demiurgo, lucido, lobo estepario. Sus primeros versos de juventud, creados en circunstancias y situaciones cotidianas, dejos surrealistas, de opinión existencial, oníricas, en la voz de los poetas del verso libre, de esos años. En un principio de estilo, en elucubración apegados al estilo nerudiano, del que supo escapar el poeta Cea, lo denotan sus “Poemas de Exilio” (1961) Neruda está presente en su tono, lo que también es privilegio; textos poéticos de protesta social, literatura que trajo persecución política, del régimen militar de 1960, del Chema Lemus a los poetas de su tiempo.
Periodo también se escucha de Roque Dalton García (1935-1975), poeta que caería bajo un trágico destino, desde joven encarcelado, exilado, por sus ataques al gobierno fascista de la dictadura de los sesenta en adelante. Se oye hablar de poetas muy peculiares como: Roberto Armijo, Alfonso Quijada Urias, Manlio Argueta y de Ítalo López Vallecillos (QDDG) y por otros extremos creadores de David Escobar Galindo. Quiero recordar el Roberto Cea, de sus “Poemas, perseguidos, per siguientes” (1962), periodo de una poesía, en camino de formación de nuevas expresiones, giros en el lenguaje, secos, roncos, aquel estilo, de sus inicios, su ritmo lirico, objetivo o subjetivo, espíritu en trance platicando, comulgando el misterio de la vida, la muerte y la esperanza, con realismo expresivo en sus manos. Así vamos todos en este camino de la creación.
Roque Dalton (1935-1975), es uno de los compañeros de la generación de Cea, desde 1960. Claro la evolución poética, Dalton, es caso especial en el oleaje violento de nuestra cultura política en El Salvador. Poeta que en entrevista del poeta Mario Benedetti, en Casa de las Américas, preguntara a Dalton (1935-1975), de sus influencias poéticas. Roque, el poeta reconoció influencias vanguardistas, primero, nerudiano, surrealista a lo André Bretón, de Nazin Himet, el poeta turco; poetas rusos Essenin y Mayakoski, influyeron en él, a lo Jaques Prevert su “Poema de amor”, claro en su forma expresiva, también Vallejo e incluso escribió un ensayo de su poesía “Cesar Vallejo” había influido en su poesía mucho.
Y pareciera que me salgo del tema, pero no queridos lectores, es a partir de tratar la poética de Cea, hablamos de otros representativos de su entorno. Autores como Roberto Cea y Roque Dalton, Oswaldo Escobar Velado, Pedro Geoffroy Rivas, Alfonso Quijada Urias, José María Cuellar, Roberto Armijo, Manlio Argueta, conscientes de su vanguardia; una forma de “Anti poesía”, a lo Nicanor Parra; “exteriorista” a lo Ernesto Cardenal, Francisco de Quevedo, James Joyce, César Vallejo, en lo antigramatical de las normas; ellos contribuyen a enriquecer la imaginación y ellos deben también a escritores de la literatura latinoamericana, norteamericana: como: Hemingway, William Faulkner, Jong Sing, Walt Whitman, Ezra Pound, Arcibal Mackleys, influyen en tono creador; todos ayudan incluso a romper una novela tradicional, a otra nueva novela latinoamericana, con escritores nuestros como: Carlos Fuentes, Mariano Azuela, Julio Cortázar, Juan Rulfo, Gabriel García Márquez y una mejor muestra es la novela de Dalton: “Pobrecito poetas que era yo…” y las de Manlio Argueta, como “Un día en la vida”, novelas que rompen por su forma y manejo del tiempo. Lo advertimos en la poética de Cea, su proceso temporal, esos cambios recientes, se le siente lo bastante decantada, más documental, realista y popular que lo denota desde “Los Herederos de Farabundo”, dentro de la historia. Y estoy hablando de generalidades de o Cea y no en específico de ninguno de sus libros. Desde la esencia de la poesía, es de esos poetas, “sujetos de cambio, individual y social”, imposible para un escritor, a partir de su conciencia de clase, jamás la poesía ignora soslayar la historia, ni los problemas del hombre y la sociedad. Me he fijado en su nueva poesía, “Conceptual”, estilo coral, a secas, conversacional, lenguaje urbano, sin figuras tropológicas, “Poema-ensayo” (Sinfónico), al estilo de crónicas periodísticas en ocasiones. Incluso sin olvidar lo diferenciable en el trayecto gradual de su poesía y su tradición lírica desde juventud, adquirió madurez con el tiempo. Cea, rompe a nuevas formas de expresión del verso libre, sus modalidades y de fondo su temática de tendencias históricas.
Cea, en el nivel de otros mencionados, para mi es de los más representativos de su entorno y balance generacional como poeta, dramaturgo y narrador y amante de los aspectos historiográficos de la literatura salvadoreña. Por ello se necesita de una crítica capaz de captar, el rompimiento y seguimiento expresivo de la literatura en el proceso histórico, en el uso del lenguaje de los más representativos de la generación comprometida. La obra tiene que ser dialéctica, reflejo de espejo de su tiempo, momento que se vive, a partir de la ficción, un marco teórico propio, de un espacio histórico. Con una poesía y un arte que tiendan a la universalidad y al gozos del espíritu humano. Y cada acción, la temática creadora de Cea, es de vitalidad humana y social. Debemos un compromiso a una verdad poética. Y la poesía también inventa, imagina el bien, supone utopías para el bien humano, para labrar justicias y libertades. El que es creador es creador, el poeta sigue siendo poeta venga lo que venga, en sus facultades expresivas sigue siendo poeta y todos seguirlo siendo hasta el último suspiro de la vida.
A diferencia del Cea, del “Códice de amor”, de “Todo el Códice” (1967), “Códice liberado”, lenguaje florido de una vieja raza. Sabe rescatar con el monologo de su poesía, un hito típico, el sentido mágico de la realidad, recoge tradiciones, mitos, costumbres rituales, filtros amorosos, de fondo en su poesía, hechos históricos y pronunciada por el rescate de la identidad nacional. Poesía imaginativa, con ironía social y política, ocurrente en tropos y expresiones onomatopeyas. Con esta obra, de Todo el Códice, Cea ganó el Premio de poesía “Adonais” de España en 1967. El Cea, de humor negro, andando y jodiendo, y en verso blanco, ameno. Su mejor muestra “Mester de Picardía” (1968), una poesía de lenguaje simbólico, candente, secreto de picardías, de lengüetazos libidos, labioso de salivazos y de nuestras obscenidades para hacer en casa. Hay una mezcla mágica de lo sexual con lo social, equivale decir que hacer el amor es también como hacer la revolución decía un poeta, no recuerdo su nombre.
Después en 1975 vino “Misa Mitin”, poesía siempre de viraje popular, de fondo un sincretismo religioso, con esa simbiosis de lo autóctono, lo colonizado de una religión en la mente del hombre, lenguaje duro, punzante. Poeta que busca las hondas raíces ancestrales en su empeño de descolonizar una conciencia, al mismo tiempo descolonizar una sociedad, enajenada, alienada, la publicidad, el consumismo, el amarillismo capitalista. Enfrentando una realidad falsa y de aparente “modernización”, cuando más atrasados estamos, el subdesarrollo mismo de la cultura, el puro consumismo, entre los empuje de una globalización (neoliberal), del imperio que ya parece perder su hegemonía en el mundo. Y vaya la poesía de Cea, a celebrar los héroes y personajes míticos, históricos como San Simón y el Anima Sola, Bolívar, Sandino, Farabundo, Anastasio, nuestra nacionalidad por la identidad cultural latinoamericana.
Luego vendría con el tiempo otra poesía con expresión de aires folclóricos, expresión libre, sin abandono del ritmo y la musicalidad del verso, se palpa en “El Cantar de los Cantares y otros boleros” (1993) Poesía, erótica y social en su ritmo cantado y alabado de lenguaje lirico, con sus bombas coloquiales. Y así entre otros libros de su poesía: “Poemas para seguir cantando (1968), “Poesía revolucionaria y de la otra”, “Realidad Virtual” (1998) Y donde Cea en sus temas de ficción plantea la tesis de la reivindicación social, busca conformar una conciencia social de participación liberadora. Una poesía que evoca la gesta del Che, como la epopeya de 1959, con el triunfo de la revolución cubana. Una poesía de peculiar expresión estética a favor de la felicidad, de la justicia social. Poeta solidario de ese grito que aboga en apoyo a un socialismo del Siglo XXI. Su obra por lo general, plantea, la reivindicación social y económica del pueblo, la nacionalidad, respeto a la soberanía y a los derechos humanos. Crear un clima de paz, con justicia social para el pueblo, que solo sabe de sufrimientos, para construirse un buen futuro. Aquí mismo en nuestro suelo, el poeta se encuentra, ante un ambiente de inconformidad social, un pueblo sumido en un caos de desintegración social, de crisis económica, de falta de trabajo, salud, educación, falto de una vejez digna, sin pensión social, laboral, sin oportunidades, un pueblo desesperado, de ambiente de desconfianza, miedos de inseguridad. Pero siempre con esperanza de salir de la locura, sin que el miedo nos lleve a perder los sueños. Una sociedad enfrentada a una cruda realidad que golpea. Entonces el poeta consciente de la lucha social debe tomar una actitud militante en todo momento de coyuntura histórica. Cea, es un intelectual honesto, consecuente con su visión política y visión humana de su obra. Un escritor astuto que no se deja absorber por el sistema, ni anda en busca de los huesos gordos, como poetas del alpiste, acomodados y con sus salarios de lujo; un escritor humilde, sencillo y grande por sus virtudes humanas. De ahí, que es un acto heroico, para un escritor entregarse con pasión y fe en los valores de nuestra cultura y sin andar bailando como un pavo real buscando acomodos o que hagan de ti horma de tu zapato. Toda literatura que sale de su pluma, es consecuente, con su manera de actuar y pensar. Una conducta noble de su parte al imaginar que se sueñan utopías para un futuro no lejano papa gloria de nuestros pueblos.
Cea, escritor de espíritu antiimperialista, identificado en el camino de la lucha popular, por la justicia social y por la liberación nacional. En este sentido, sus obras de mejor muestra “La Guerra Nacional” (1992), llamado El Filibustero siempre, o Siempre el filibustero.” Comprende la trilogía: “Los herederos de Farabundo” (1981), “Los pies sobre la tierra de preseas” (1985) y La “Resistencia Nacional”. Su poética que nos lleva a conocer desde las luchas del filibustero William Walker de 1860, quería apoderar de Centroamérica, a buenos ojos del imperio yanqui. Su poética nos trae la lucha contra los Mariner y el patriotismo nacionalista de Sandino, en Nicaragua en 1929, y a su lado Farabundo Martí como su secretario, en lucha solidaria contra del imperio Yanqui. Cea, cuenta la historia, en forma coloquial, describe una época violenta, rescata la memoria histórica. Por ejemplo, habla de la Guerra Nacional, después de la independencia, el caudillismo y las luchas de Morazán, luchas fratricidas entre liberales y conservadores por unir y desunir Centroamérica. En fin toda una historia de fondo en su” Guerra Nacional”, que enfoca la problemática nacional y centroamericana…
Y loable su temática de fondo en los “Herederos de Farabundo”, en que plasma épicamente la gesta de 1932 del líder salvadoreño Farabundo Martí, héroe popular, y junto a otros compañeros, obreros y universitarios, mandados por orden del dictador, al paredón de fusilamiento en 1932, sin seguir juicio alguno. Este Gral. Maximiliano Hernández Martínez (Promotor de un golpe de estado a Enrique Araujo, hombre de ideales democráticos). Martínez, como presidente, es alabado por unos, claro por la oligarquía y sus sectores retrógrados. Aunque un para otros, un desalmado, un dictador, asesino por la masacre que hizo, de 30,000 almas en 1932 en solo seis meses. Desde entonces, se implantó un régimen dictatorial, quien mejoro la maquinaria represiva del país. Todo esto, dicho de fondo hace reflexionar ante la obras literarias de Cea, tal cual su trilogía poética, los pasajes del pueblo organizado, su guerra armada. Es una literatura, que refleja lo épico del pasado histórico y el presente cuando evoca a los herederos de Sandino al triunfo de la revolución Sandinista de 1979 en Nicaragua contra la tiranía de Somoza. Y su literatura, también lleva al reflejo del conflicto armado 1980 a 1992 de nuestro país, resalta el “Farabundísmo” y sus herederos, desde 1980 como Frente heroico, y el recuerdo de sus ofensivas hasta 1989. Porque después a decir verdad lo que uno siente. Quien ahora ya como partido político, común y corriente hay mucha tela que cortar desde su interioridad conspirativa, después de los Acuerdos de Paz de 1992, ha dejado desencantos, perdiendo simpatía desde su base misma en la mayoría popular. Frente por el que arriesgamos la vida, pues miles la dieron por la vida de otros. Frente revolucionario que admiramos, que en un tiempo pasado fue mejor, una esperanza se disipó en nuestra conciencia; a menos que los adueñado del partido lo abandonen como dirigentes, y claro no quieren perder sus privilegios, al frente se le necesita ver un trabajo concreto, un giro estratégico, fuerza que se renové desde su cúpula misma. De lo contrario se convertirá en un fósil histórico. Como son los otros partidos del pasado con poca base y con recuerdos malos. Queremos un liderazgo, que represente por derechos humanos del pueblo. Partido en el pueblo sembró esperanzas parece lo bastante anquilosados con sus dirigentes, algunos son otros empresarios más, con una retorica revisionista su discurso. Y un partido acomodado, que lo hemos visto, cuando le conviene no perder sus privilegios partidarios, como le hace el juego a políticos de la derecha, a los mismos de ayer sus enemigos de clase, cuando hoy se dan de coqueteos y nalgaditas, debajo de agua hacen sus pactos absorbidos por una política neoliberal, un negocio gordo con sus salarios de lujo, mientras el pueblo vive en condiciones económicas infrahumanas. Frente que no quiere perder sus privilegio en que la política neoliberal, diputados y magistrados, los ha colocado hasta hoy el negocio de la política, ya bien hartados como lechones gordos, gozando de la vida en viajes y placeres, aumentándose cínicamente el salario a costillas de los fiscos del pueblo, mientras se oponen contra un justo salario mínimo para el pueblo. Este tipo de partidos Arena y el Frente estan labrando su propia tumba, si bien el frente intento producir, es una esperanza, pero convertirse en un partido tristemente célebre para solo ser recordado en el tiempo en la nostalgia heroica de su glorioso pasado histórico. A todo esto me lleva a reflexionar la poética de José Roberto Cea, como lector a pensar frente al drama social de nuestro pueblo hasta hoy. Esa es la grandeza de José Roberto Cea, de ubicar su conciencia creadora a la par del pueblo y de la historia. Crear una literatura de resistencia, diferente al tono de la otra poética como “Celebración de Lisistrata” (1986), “De Hospitales y Dibujos” (1974) y su otra “Diálogos con la sangre”, una poesía social, de sarcasmo e ironía. Un poeta profundamente, meditativo, contemplativo, autentico preocupado por el pueblo y sus problemas. Abogando por erradicar, una sociedad libre de buitres, coyotes y chacales, la cizaña del sistema, devorando las arcas, sin preocupaciones por el pueblo mismo; una oligarquía, solo con ánimos de privatizar, todo para sus huesos, para sus intereses creados, y queriendo una justicia que actúa a sus privilegios de clase, donde anda de por medio, la corrupción, el crimen organizado, las maras, la mafia y sus artimañas.
Ahora en cuanto a los teóricos de la literatura, se piensa que la esencia de un texto literario, es su historicidad. Y no se le puede privar de su eje histórico, carecería de sentido, si también se privara esa temática y forma literaria. Todo se caracteriza, en el uso del lenguaje, de características formales, sociales, de tomar en cuenta la historicidad del escritor y su lenguaje, pues la literatura como una forma de conciencia social, es un fenómeno de ficción, entonces escritor y lenguaje, son motivo de una función estética, una función histórica, cultural y realismo social para dar imagen…
Estas reflexiones o aproximaciones a la nueva poesía de José Roberto Cea en El Salvador. Hoy a sus 81 años el poeta es fiel al espíritu prolífico de su visión creadora, y lo encontramos, promoviendo sus textos para la enseñanza de la literatura. Cea vive de su oficio literario, su pasión la poesía y es la literatura la base de todo su quehacer laboral y sustento. Para su oficio la literatura, es un medio de mejor conocimiento del mundo, de los problemas que atañen al hombre, a la sociedad, su Historia, a enfrentar las diversas circunstancias de la vida y de la muerte. Hemos tratado de señalar con alguna claridad su estilo expresivo, temporal, sus directrices poéticas. Sus obras hablan desde su infancia, adolescencia, la vida social y política, sus amigos de la barra querida de aquellos tiempos. Y en lo narrativo destacan: “De la Guanaxia irredenta” (1987), sus novelas: “Ninel se fue a la guerra” (1984), “Dime con quién andas y…” (1989), “En este paisito me toco y no me corro” (1989). Cea tiene esa capacidad de reflejar con su imaginación esa plasticidad, de gozo sus narraciones, captan la esencia de los acontecimientos, su numen poético, su inspiración de la realidad social, de la historia de la revolución salvadoreña y centroamericana.
Recuerdo haber oído de Mario Benedetti, hablando de poesía, en alguna revista, decía que “Todo lo que se puede decir en un cuento, o en un ensayo, o en una novela, puede también decirse en un poema.” Y la verdad que tiene razón el poeta uruguayo, cuando vemos la nueva poesía latinoamericana de hoy. La nueva estética expresiva de Roberto Cea, en la poesía de hoy cabe todo, caben los datos estadísticos, los anuncios, Hoy en la Historia, fragmentos de cartas, editoriales, recortes periodísticos, crónicas, documentos, chistes, anécdotas, putiadas, elogios, malos augurios, fotos, filtros amorosos, rituales, los “refranes y fabulas” cosas que antes eran considerados, elementos propios de la prosa y no de la poesía. Últimamente ha sucedido con la poesía de José Roberto Cea (1939), desde lo mítico de “Todo el Códice” (1967), su poesía coral, conceptual, conversacional el Cantar de los Cantares y otros boleros (1992) hasta su más reciente poesía Xipe Totec (2016), inédito, en cuanto a forma de mensaje que sabe aplicar, introduciendo una especie de “Collage” en el discurso poético literario, documentos oficiales, y noticias en relación con la historia. Todo esto a reflexionar sobre su más reciente obra “El Xipe Totec”. Cuyo solo título es acto de mítico, símbolo histórico del antepasado, desarrolla esa visión materialista de la historia, al abordar críticamente su poética. Su más reciente libro de poesía “El Xipe Totec” todavía inédito, Roberto Cea, muestra un discurso antropológico y solidario, político, adaptado a lo nuestro. Un texto referido a nuestra historicidad de nuestro tiempo.
En este tiempo, la poesía de Cea, rompe su estilo tradicional, obedece a un “collage” coloquial, que converge en un lenguaje de carácter épico. Existe en esa nueva dirección de su poesía, un ritmo expresivo de excitación emocional y de lucida en memoria histórica; su raciocinio de cómo siente y sabe ver la realidad, como una película documental, su poética nueva de las últimas décadas, de voz peculiar, muy suya, identificada con un pasado violento, una realidad de posguerra, una realidad aparente, virtual, de esta falsa “modernización”, cuando más atrasados estamos. Por eso gritamos con él: “No lo convoca ni la esperanza el diamante-alegría como recompensa /por construir la sociedad con rostro humano / ya no es de él ni su propia labor / Trabaja para el esclavista / Es suya la calentura ajena para el ocio / de la sociedad del espectáculo consumista / Su propia mano te señala se señala” (Del Xipe Totec “Para variar en lo mismo”)
La literatura de Roberto Cea, da testimonio al abordar los conflictos nacionales, al cuestionar esa mala cizaña, esas Flores del mal. Contra los corrompidos y corrompedores del medio, pone el dedo en la llaga, combate los males, para cambiar las cosas, conformar, un sistema más justo y más humano; todos deseamos vivir en paz, y la injusticia social impide la paz social, para vivir la vida en paz, la justicia social es la paz social, con trabajo bien remunerado, esa ciencia de la vida, que ayude a salir del subdesarrollo, del caos en que vivimos, sin una salud favorable, vivienda, cultura, educación como base de la conducta en el desarrollo de un pueblo; donde se abran puertas y ventanas con nuevas oportunidades, para no pensar en abandonar nuestro patio, buscando sueños falsos, lejos de la tierra que te vio nacer, y todo por todos y con afán de alcanzar, esa felicidad de vivir todos esa utopía de país prospero y vivir entre gente civilizada.
¿Y por qué quiero tanto a Cea, entre otros grandes escritores de su generación de 1956? Todos aquellos que sentimos esa profunda admiración por su obra literaria les recuerdo a interesarse por su obra en general. Al Cea de hoy hay que reconocerle méritos. El poeta tiene derecho a tener una vejez digna, una pensión vitalicia, y ¿qué ha hecho el gobierno por agradecer todo su valioso aporte a la cultura? En otros países al artista, al escritor, se reconoce y se les pensiona. Se pone su nombre en las escuelas y levantan su rostro en monumento. Por hoy Izalco, su tierra natal, inauguro una avenida con su nombre. Cea es uno de los poetas que mas galardones literarios en el país, que honra a las letras nacionales y centroamericanas. Cea merece el Premio Nacional de Cultura, y ¿Qué espera el Ministerio de Cultura para otorgarle este reconocimiento? ¿Qué espera la Universidad Nacional para otorgar en vida, un Doctorado Honoris Causa? Por sus conocimientos de literatura, por sus aportes intelectuales a la cultura nacional, y este ensayo es mi reconocimiento, mi regalo de mérito y es mejor reconocer ¡en vida hermanos en Vida!… /2018.
PARA VARIAR EN LO MISMO
DIJO un sobreviviente
Ten piedad del que fue compañero
Camino a tu lado y ahora
Comiendo de tus privaciones
Está en la otra orilla
Con el adversario Hundiéndose en la nueva subordinación a la ganancia, la usura
No suda ya nuestros sudores
No lo convoca ni la esperanza el
diamante-alegría como recompensa
por construir la sociedad con rostro humano ya no es de él ni su propia labor
Trabaja para el esclavista
Es suya la calentura ajena para el ocio
de la sociedad del espectáculo consumista
Su propia mano te señala se señala
Se fue por la globalización
de la bolsa de valores dominantes
Está en alto siempre a la baja
Cada sistema económico tiene
su propia semilla de inflación
el es semilla de su bajo poder adquisitivo
Pero tiene su espectáculo neoliberal
Nueva subordinación al lucro,
la usura, ya se dijo ¿Se le agoto el amor?
–Pregunte ¿O no tuvo en verdad?
¿Confundido con la dureza y la debilidad?
No se tiene la muerte fácilmente
Pesados los que no saben morir ni vivir consigo mismo en la justa injusticia de sus deseos (mis deseos no son la realidad)
Y se sintieron nuestros representantes
a veces en el extranjero
Ten piedad del que fue compañero
-insistió el Sobreviviente
Ya no está contra la estupidez del inteligente consumista
la idiotez del listo que se pasa de tal
la imbecilidad del angelito lucido del sistema ¡Cínico, sin muerte luchadora!
Es un número más pero famoso en masa
Abandonó esta cuerda floja del optimismo
contra la otra muerte que no cesa
Se fue a jugar la comidita y de muñecas
Dolor que te hayas ido para allá
Barbi barbada
Pena que te quedaras sin ser nuestro
¿Nunca lo fuiste de verdad?
Pena y ocultamiento cuando es
mejor con esperanza y vergüenza
¿Quién, qué lo dispersó? – Pregunte
Ten piedad del que fue compañero
-insistió el Sobreviviente
Han llegado los terremotos
siempre están de visitas demenciales
en este Valle de las Hamacas
En nuestro día Pavo Real ¿Quién soy
para no tener piedad de alguien
que se desmoronó y está fuerte
en el fango de la historia con histeria?
¿Solo es de cobre?
¿Se le notó en tampoco el desperdicio?
Aquí está mi piedad
como una flor antigua y nueva
en internet, globalizada
Oro molido entre malezas computarizadas
después será medalla
En él y para el mas allá… Nada más recordarle –insistió el Sobreviviente
Todos tenemos un límite, un precio tope a veces injusto y la injusticia social impide la paz social y el país no es nuevo
siempre es el mismo de hace unos años Mas espoliado, si, más escombros por ahora Nuestro es el día Pavo Real
Búscale su lado virtual si es necesario Insiste que el asunto era es por la Humanidad y contra el neoliberalismo…
Tú, para variar en lo mismo
Incomodo incomodando
Pero ten piedad del que fue
Todos somos una brizna de paja en el vientre del monstruo…
Nota: Tomado de “Xipe Totec” manuscrito inédito dado a su servidor por el autor.