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«Juan Francisco Mejía». Por Marlon Chicas – El Tecleño Memorioso

Marlon Chicas – El Tecleño Memorioso

A su memoria.

“Hay hombres que luchan un día y son buenos.

Hay otros que luchan un año y son mejores.

Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos.

Pero los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles”

Bertolt Brecht.

Como en muchos de los casos en la vida, en Santa Tecla, se pasa por desapercibido a algunos ciudadanos anónimos que con su carisma dejaron una huella imborrable en quienes los conocieron; por su tenacidad y altruismo a toda prueba, sin esperar nada a cambio, sólo la satisfacción del deber cumplido.

Uno de estos héroes anónimos fue Juan Francisco Mejía (Santa Tecla 17 de octubre 1962 -+ San Salvador 04 de junio 2023), hijo de Herminia Mejía (+), y Enrique López (+). Su formación académica la realizó en la Escuela Daniel Hernández de esta localidad, luego en el Instituto Nacional José Damián Villacorta donde se graduó de bachiller, practicó estudios de música en el Centro Nacional de Artes de San Salvador.

Se destacó siempre por su don de gente y espíritu de servicio al necesitado, ingresó a temprana edad al Movimiento Scout; fue miembro de la Cruz Roja de la Juventud, integrante de la Parroquia de San Antonio de esta ciudad, así como directivo comunitario.

Fue un fiel creyente que la música incide positivamente en la prevención de la violencia juvenil. En su visión de mundo sostuvo que, la melodía es el arte de las musas, orientada a la creación, así como la organización de sonidos y silencios, respetando los principios fundamentales de la cadencia, armonía y ritmo, mediante complejos procesos psicoanímicos.

Apostó fuertemente a proyectos de rehabilitación social, por medio de la música, que se convirtieron en una herramienta útil para la desistencia, esto es, el desarrollo de una nueva identidad en el individuo que no está en conflicto con la ley. Su proyecto se sustentó en estudios que demuestran que las intervenciones artísticas permiten a jóvenes en riesgo social, a comenzar a pensar de modo diferente sobre sí mismos, sus familias y las relaciones con sus pares y su comunidad.

En 1998 creó un valioso esfuerzo en materia musical, encaminado a la prevención de la violencia en adolescentes de la Comunidad San Rafael y sus alrededores, quienes eran víctimas de grupos antisociales, por lo que, conformó junto a un grupo de amigos el Proyecto Didáctico Pedagógico Sendero, amparándose en el apoyo moral del sacerdote norteamericano Keneth Myers (+), dicho proyecto lleva ya más de 26 años de existencia.

A un año de su fallecimiento, sirva este justo homenaje a su memoria el que aún continúa en la Ciudad de Las Colinas.

¡Descansa en paz, Juan Francisco Mejía!

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