Tomado de Religión Digital
Jesus Bastante
Hoy nos acompaña el teólogo Juan José Tamayo. Muchos le conocerán por sus múltiples colaboraciones en medios de comunicación. También en Religión Digital contamos con su presencia. Viene a presentarnos un libro cuyo título es ‘Hermano Islam’ y ha sido editado por Trotta.
“El conocimiento os hará libres”, dijo Aristóteles, y en cierto modo es así, al menos, libres de prejuicios. Juanjo nos va explicar que ‘islam’ es una palabra que abarca una realidad mucho más amplia de lo que suponemos. Y a demostrarnos que si conociéramos mejor las costumbres de otras culturas, nuestra convivencia sería mucho más fácil.
¿Podemos hablar de islam como de un hermano nuestro?
Sin duda ninguna, y ese es el objetivo que tiene el título, que es totalmente intencionado. Probablemente sea de los títulos que más he pensado y que mejor responde al objetivo del mismo, porque lo que pretendo con este libro, y en el propio título, es pasar del paradigma de una relación entre cristianismo e islam como anatema, como rechazo y como condena, al diálogo.
Buena parte de las guerras de religiones que se ha producido en la historia de la humanidad han sido entre cristianismo e islam. Y con el título, lo que yo quiero es destacar el paso de la guerra de religiones al encuentro de tradiciones.
Y todavía más. Siempre se dice que hay una especie de conflicto, de choque entre civilizaciones. Dos de las grandes civilizaciones que más choque han vivido han sido el islam en el marco del Oriente Medio, y el cristianismo en el marco del Occidente. Lo que busco es pasar del choque de civilizaciones al diálogo de culturas.
Lo que ocurre es que en el momento que vivimos funcionan los estereotipos, pero también las realidades. Estamos ante los ataques del estado islámico en determinados enclaves europeos. Eso conlleva a una identificación de cualquier musulmán como posible delincuente, como posible yihadista, lo que redunda en políticas que -en este país- por ejemplo, han llevado a VOX a ser la tercera fuerza.
¿Cómo desterramos esa idea sin desmentir que es cierto que hay personas -como pasó en el cristianismo- que utilizan su religión, el nombre de Alá y una interpretación del Corán para asesinar personas?
Es verdad que una tendencia del Islam desemboca en fundamentalismo terrorista, eso no se puede negar. Pero igual que se dan otras derivadas terroristas y violentas en el ámbito de Occidente y del cristianismo. ¿Y cómo se desactiva esto? Pues yo creo que desmontando una serie de identificaciones que tenemos muy grabadas en el imaginario colectivo.
Primero, identificar islam con islamismo. No es lo mismo, Islam es la religión, que se caracteriza por cinco grandes pilares: la profesión de fe, la oración, la limosna, el ayuno y la peregrinación.
El islamismo es otra cosa. Sería lo mismo que confundir aquí, en España, el cristianismo con el nacional catolicismo.
El islamismo es la aplicación de los principios de la religión a la esfera pública; a la política, al derecho, a las constituciones, a las leyes, etc.
Y segundo, la identificación: islam/islamismo/fundamentalismos.
Ninguna de las religiones en su origen fueron fundamentalistas. Lo que pasa es que algunos sectores han sufrido una deriva hacia el fundamentalismo. No todas la religiones y tampoco el islam.
¿Y quién es el responsable de vincular islam con fundamentalismo? Pues, en cierta medida, el diccionario de la Real Academia Española, que en la primera acepción del fundamentalismo se refiere expresamente a un movimiento dentro del islam. Que dentro de las tres acepciones, se ponga la primera descalificando al islam es demonizar a sus 1.500 millones de seguidores.
El tercer error es identificar islam con yihadismo. Pero es que yihad no es ‘guerra santa’. Incluso Vernet, que fue uno de los grandes especialistas en el islam, uno de los más importantes traductores del Corán, al final de su vida se arrepintió de haber traducido la palabra ‘yihad’ como ‘guerra santa’ porque en realidad yihad es la lucha de la persona creyente contra el propio ego, contra todo aquello que aleja del seguimiento de Dios y la búsqueda del camino del seguimiento verdadero, tanto desde el punto de vista personal como social.
Y, finalmente, identificar islam con terrorismo.
Todas esas identificaciones calan fácilmente en la ciudadanía. Y hay muchos intelectuales que las hacen interesadamente.
Comienzas el libro hablando de tu experiencia. ¿Cómo se produce ese acercamiento íntimo y emocional al islam, más allá de tu conocimiento teológico por el que estás familiarizado con todas las realidades religiosas del mundo? Entiendo que no te has convertido.
No, no. Yo les digo, tanto a los musulmanes como a los protestantes, que bastante tengo con la religión cristiana, en este caso católica. En las conferencias, si hablo a musulmanes, me dicen: “Tamayo es más musulmán de lo que él cree”, y yo siempre respondo: “es posible, pero no penséis que me voy a convertir a vuestra religión”.
Lo mismo me ocurre con los protestantes, que me dicen: “Tamayo es más protestante de lo que cree” Y digo, bueno, mucho cuidado, porque si he sufrido la inquisición dentro de la Iglesia católica de Juan Pablo II, estoy seguro de que sufriría la misma represión ideológica en vuestra religión.
Me encontré con el islam, aparte de mis conocimientos como teólogo, de una manera totalmente casual. Siendo profesor -ahora soy emérito de la Universidad Carlos III de Madrid- del departamento de Humanidades, la directora de las Humanidades y del programa que teníamos conjuntamente con la Escuela de Guerra me dijo: “quiero que des una conferencia sobre el islam a los suboficiales de la Escuela de Guerra aquí, en Madrid”. Y yo le dije: “tampoco creas tú que yo estoy muy preparado para este tema”. Me contestó: “te doy tres semanas”.
En esas tres semanas leí y profundicé. Intenté hacer una exégesis, una hermenéutica del Corán. Llegué a la sala grande de la Escuela de Guerra y me encontré -primero- con una bajeza física impresionante. Todos los suboficiales median 1.90, casi dos metros. Me vi allí con 1.68, entonces que, ahora con la edad he menguado. Tuve que colocarme en el estrado para tener una cierta sintonía y cercanía.
Di la conferencia impecablemente desde el punto de vista formal. Bien sistematizada. Y cual no sería mi sorpresa que, en las intervenciones de los suboficiales, escuchaba una serie de conocimientos sobre el tema muy superiores a los míos. ¿Por qué? Porque habían estado en diferentes misiones de guerra, por ejemplo en Bosnia-Herzegovina y en otros muchos lugares, y ellos tenían, primero, la experiencia y, segundo, una cierta teorización. Para mí fue un desafío. A partir de ahí empecé lo que yo llamo mi viaje iniciático hacia el islam.
¿Qué puntos del islam son aplicables, sin perder las esencias, a la civilización europea en el mundo en el que vivimos nosotros?
Primero, todo lo que tiene que ver con el reconocimiento de la diversidad religiosa porque, poco tiempo después de su nacimiento, esta religión va a convertirse en una religión plural, desde el punto de vista cultural y desde el punto de vista ético. Posiblemente, junto con el cristianismo, el islam es la religión más intercultural e interétnica de todas las religiones de nueva aparición. En ese sentido, pienso que aporta el pluralismo y la diversidad. El pluralismo religioso.
Hay tres grandes tendencias en el islam: el sufismo, el sunismo y el chiísmo. Pero es que también desde el punto de vista jurídico. No pensemos que hay una uniformidad en el derecho dentro del islam, sino que hay numerosas escuelas, concretamente dentro del sunismo hay cuatro. Y dentro del chiísmo hay otras tantas más. Desde el punto de vista político hay el mismo pluralismo, hay democracias y dictaduras, hay regímenes republicanos y regímenes monárquicos, democracias con una intensidad mayor o menor…
El pluralismo ya está inmerso dentro del Corán. Hay un texto del Corán que dice: “Os hemos creado diferentes. De diferentes pueblos para que os entendáis”. Es decir, subyace la idea de que el pluralismo cultural no significa choque y enfrentamiento, sino intento de diálogo y de comprensión. Para mí, el tema del pluralismo es fundamental.
Por otro lado, tenemos la imagen de que el islam es una religión machista, patriarcal y violenta contra las mujeres. Pues resulta que, posiblemente, en el Corán existen los textos más igualitarios entre hombres y mujeres, con esta idea de complementariedad.
Una cosa es la religión y otra la interpretación. Es como decir que el evangelio es machista. Pues, seguramente no, pero las interpretaciones que ha hecho la iglesia jerárquica del papel de la mujer sí que lo son.
Esa es una buena comparación. En sus orígenes, el islam y el cristianismo no tenían ninguna connotación patriarcal y machista. Incluso, la propia poligamia. La poligamia sitúa a la mujer en un estado de inferioridad. Pero es que el islam corregía una poligamia indefinida dentro de la cultura árabe que permitía y facilitaba el uso y abuso de las mujeres sin ningún tipo de responsabilidad. Y el Corán dice: ¡cuidado! como mucho cuatro. Pero con dos condiciones: que se trate a las cuatro en igualdad y que se atienda a los huérfanos y a las necesidades sociales.
Pero ¿no te da la sensación de que, comparándolo, el evangelio ha resistido mejor el paso del tiempo que el Corán?
Ha resistido relativamente, porque yo creo que todo ese paradigma -que llama Hans Küng- de la Iglesia católica medieval, todo ese tiempo, el evangelio tampoco ha sido el referente de las prácticas religiosas y de los comportamientos políticos. Pero yo creo que es verdad que en las últimas décadas el cristianismo ha sido capaz de sintonizar. Bueno, el cristianismo no oficial porque el institucional, ciertamente, no.
Y ahí habría que decir lo que oí muchas veces a Juan Masiá, que dice: “¿en qué se parecen el cristianismo y el budismo? En que ninguna de las dos religiones pone en práctica sus principio fundamentales”. Y en el caso del islam se puede decir exactamente lo mismo.
¿Qué encuentras a faltar en la práctica del islam en la sociedad actual? ¿Qué cosas crees que chocan en la práctica del islam en las sociedades occidentales?
Igual que en la Iglesia católica podemos decir de la cuestión de la mujer, de la cerrada posición en contra el aborto, etcétera.
Yo creo que no tanto al islam como comunidad, sino más bien a los imanes y a los dirigentes religiosos. A mí me parece que un sector importante de los imanes y de los dirigentes siguen todavía anclados en una concepción confesional musulmana de la religión. Y en ese sentido, me parece que no han aceptado la idea de la secularización en la sociedad y de la laicidad de los estados.
Los clérigos de una y otra religión se asemejan más de lo que parece.
Evidentemente. Aparte de que es curioso cómo, por ejemplo, se habla de los clérigos chiítas y de los clérigos católicos cuando, en realidad, en el origen del islam y del cristianismo no existe la figura del clérigo y la figura fundamental es el profeta: el profeta Mahoma, el profeta Jesús de Nazaret… Y luego están los seguidores y seguidoras del profeta, que no conforman una institución sacral, en el sentido de dedicarse al culto, sino que el objetivo fundamental de estas religiones son las prácticas sociales de solidaridad, de justicia.
El hecho de hablar de clérigos chiítas y clérigos católicos ya es una deformación de los orígenes del cristianismo, donde para nada se considera que el pilar central, el dirigente tenga que ser un clérigo. En el cristianismo, por ejemplo, es la primera tríada: profetas, apóstoles y doctores. Y en el islam el profeta es continuado por una serie de sucesores que en ningún caso tenían un componente político.
El matrimonio política-religión, que tanto bien ha hecho en una época histórica y tanto mal en otra, independientemente de la cultura en la que vivamos y de la religión que profesemos.
Hablas, al final del libro, del fundamentalismo. Y de algo que me sorprende: de la mística como superación del fundamentalismo. Siempre hemos hablado de luchar contra los prejuicios viajando, leyendo, comunicándonos con el otro. Pero la mística es otra cosa.
¿A qué te refieres, cuando hablas de la mística para superar el fundamentalismo?
Yo creo que la relación entre la mística y el fundamentalismo es la misma que el choque entre el agua y el aceite.
Me refiero, en este capítulo -que es uno de los más importantes- a la mística cristiana y al sufismo musulmán porque creo que, desde el estudio de la historia de las religiones, se considera que la experiencia mística es la experiencia más auténticamente religiosa. Porque es la relación directa, personal y gratuita con la divinidad, con la trascendencia, con el misterio, con lo sagrado… Como quieras llamarlo.
Creo que la mística, como tal experiencia, choca frontalmente con el fundamentalismo porque este se centra, primero, en proselitismo. Y los místicos no son nada prosélitos. Segundo, choca con el dogmatismo. Los fundamentalistas son, preferentemente, personas que tienen unos principios doctrinales estrictos.