AFP
Se presenta como un adalid de la lucha contra el narcotráfico y la criminalidad, pero el presidente hondureño, Juan Orlando Hernández, ha sido señalado por un fiscal estadounidense de recibir millones de dólares de capos de la droga, una acusación que podría amenazar su permanencia en el poder.
El abogado derechista de 50 años, considerado por muchos como un hábil ajedrecista que mueve a su conveniencia las piezas de las instituciones públicas, fue declarado vencedor para un segundo mandato de cuatro años en las elecciones de noviembre de 2017, en medio de hogueras de protestas opositoras por «fraude».
Desde entonces, sostiene que ha liderado una estrategia antidrogas que le ha permitido extraditar a 24 narcos hacia Estados Unidos y que ha provocado la entrega voluntaria de otra decena, «desarticulando así a los seis carteles más poderosos que operaban en Honduras», defendió el miércoles el Ejecutivo en un comunicado.
Pero en el marco del juicio por narcotráfico a su hermano, el exdiputado Juan Antonio «Tony» Hernández Alvarado, el fiscal de la corte federal de Manhattan dijo que el presidente hondureño recibió millones de dólares en sobornos de narcotraficantes a cambio de protección, incluido del capo mexicano Joaquín «Chapo» Guzmán.
«Esa alegación en sí es 100% falsa, absurda y ridícula… esto es menos serio que Alicia en el País de las Maravillas», escribió el mandatario en Twitter.
JOH, como le llaman por sus iniciales, se convirtió en 2014 en el presidente más joven de Honduras, un país empobrecido y azotado por narcotraficantes y pandillas que llegaron a convertirlo en el más violento del mundo, con una tasa cercana a los 80 homicidios por cada 100.000 habitantes.
Pero él asegura que la tasa ha bajado a cerca de 40 con su guerra sin cuartel a los carteles.
Sus opositores, que lo tildan de «dictador», lo acusan de haberse enriquecido en el gobierno y alegan que pudo eludir la prohibición constitucional de la reelección gracias a su capacidad de cooptar los poderes del Estado, incluyendo la justicia, que avaló su candidatura, y el Tribunal Supremo Electoral (TSE), que proclamó su victoria.
Nacido el 28 de octubre de 1968 en el seno de una familia rural de clase media baja en el departamento occidental de Lempira, Juan Orlando Hernández ingresó a la política en 1990 como asistente de su hermano Marco Augusto en la secretaría del Congreso.
Desde 1998 se mantuvo como diputado y durante el gobierno de Porfirio Lobo (2010-2014), ocupó la presidencia del Congreso.
Desde allí promovió la sustitución de cuatro de los cinco magistrados de la Sala de lo Constitucional, los que posteriormente fallaron para permitir su actual reelección presidencial.
– Militar reservista –
Como líder del Congreso creó la Policía Militar de Orden Público (PMOP) con 5.000 efectivos seleccionados de batallones militares, que la oposición acusa de ser un ejército personal del mandatario.
En 2014, ya como presidente, Hernández emprendió una ofensiva contra las pandillas que operan en las principales ciudades y promovió la extradición de capos de la droga a Estados Unidos.
Su gobierno también impulsó programas de compensación social como la «bolsa solidaria» de alimentos y programas de vivienda para las familias más pobres. Sus detractores dicen que se trata de dádivas para comprar conciencias y votos.
De carácter afable, baja estatura, complexión atlética y dado a la práctica diaria del ejercicio físico, el presidente se autoproclama «indio pelo parado», por su acostumbrado corte militar de cabello. En la secundaria egresó como subteniente de infantería del Liceo Militar del Norte, en San Pedro Sula, y aún es militar reservista.
Hernández se graduó de abogado en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras y más tarde hizo en Nueva York una maestría en Administración Pública, de 1994 a 1995. Está casado con la abogada Ana García, con quien tiene cuatro hijos.