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Juana de Asbaje y Ramírez y Clementina Suárez, la historia les hace justicia

Perla Rivera Núñez,
Poeta hondureña

Es importante reconocer el aporte cultural de nuestras escritoras en el panorama literario e intelectual por muchas razones, una de ellas para que no se nos olvide que estas mujeres rompieron muros para alzar su voz, se enfrentaron a muchos prejuicios y desafiaron las condiciones de la época para hacerse sentir.
Hablaremos de dos intelectuales sobresalientes en cada uno de sus momentos y hasta el día de hoy reconocidas a nivel mundial, con finales de su vida distintos pero con muchas semejanzas en vida. A una la asesinaba el sometimiento religioso, a la otra la hacía víctima la delincuencia en su país.
Sor Juana Inés de la Cruz 1648- 1695 o Juana de Asbaje y Ramírez (su nombre antes de tomar sus hábitos), es una de las grandes figuras femeninas de México y el mundo, conocida por su ansia de saber, por la búsqueda de la intelectualidad en un entorno que no pudo ser más árido. Se dice que desde pequeña aprendió a leer y ya a los 7 pedía que la enviaran a la universidad.
Si el entorno se prestase, si tan solo el ser mujer no asediara tendríamos seguramente más mujeres como ella. Al final triunfó ese contexto al que contra su voluntad se doblegó, pero si se enfrentó con voz y letras, con pasión de todo tipo, con furia y quizás llanto a sus autoridades religiosas de la cual queda evidencia en varios documentos, incluida la famosa Respuesta a Sor Filotea de la Cruz.
En otra época y con otras particularidades, pero con el mismo ímpetu, sobresale una mujer poeta nuestra; Clementina Suárez, un nombre que adquiere relevancia por ser una de las mujeres que pese a nacer en una sociedad machista pudo abrazar la esperanza y sobresalir en una sociedad marcada por hombres.
Nace en Juticalpa en 1906, desde niña fue rebelde y prefería los libros a los trabajos etiquetados para mujeres en el Olancho de principios del siglo xx. No le molestaba ser la única mujer que frecuentaba bares o vestía el traje de baño de moda. Su afición por la cultura se vio apoyada por su padre quien le facilitaba sus lecturas, pedía prestados a sus amigos textos para su hija, algunos considerados no aptos para mujeres, y le saciaba su deseo de aprehender y su curiosidad de niña precoz.
Fue una mujer que disfrutaba la compañía de los hombres, le encantaba estar rodeada de intelectuales, de gente creativa. Sus experiencias, sus ideas y sus enseñanzas las concebía de la gente misma.
«A pesar de la censura y los prejuicios del Olancho de ese tiempo ella vestía pantalones cortos y traje de baño. Fue liberada, independiente y franca. Tegucigalpa se escandalizó y se intrigó por ella. Y aunque ella fue la primera mujer que publicó un libro en Honduras, la gente se interesaba más por sus amantes que por su poesía (Janeth N. Gold.).» En diciembre de 1991 la delincuencia se ensaño con está célebre Poeta. Aún recordamos los titulares de esa triste fecha cuando fue sorprendida por asesinos que quizás sin saber de quien se trataba apagaron su vida pero no su luz.

He aquí dos fragmentos de sus trabajos donde podemos calibrar la fuerza de sus voces su convicción y fuerza

FINJAMOS QUE SOY FELIZ
Finjamos que soy feliz,
triste pensamiento, un rato;
quizá podréis persuadirme,
aunque yo sé lo contrario,
que pues sólo en la aprehensión
dicen que estriban los daños,
si os imagináis dichoso
no seréis tan desdichado.

Sírvame el entendimiento
alguna vez de descanso,
y no siempre esté el ingenio
con el provecho encontrado.
Todo el mundo es opiniones
de pareceres tan varios,
que lo que el uno que es negro
el otro prueba que es blanco.
Sor Juana Inés de la Cruz.
Lamentos en el Espacio
Afuera ruge el viento.
Tu cabeza está
en mis piernas.
La noche se entretiene en ronda de fantasmas.
Aguas desbarrancadas cortan narcisos y nieblas,
para adornar la tumba de tanto pájaro muerto.
Combate
Yo soy un poeta,
un ejército de poetas.
Y hoy quiero escribir un poema,
un poema silbatos
un poema fusiles.
Para pegarlos en las puertas,
en las celdas de las prisiones
en los muros de las escuelas.
Al final nos queda una inmensa sensación de esperanza, de descubrir que por ahí hay muchas Juanas de Asbaje y muchas Clementinas soñando con alzar su voz en este entorno oscuro y cerrado para quienes nos cubrimos las piernas con una falda y deseamos usar pantalones, y no solo eso, descubrimos que podemos ser escuchadas siempre y cuando cultivemos nuestro espíritu con la fuerza de sus ejemplos y cultivando el intelecto.

Dos épocas distintas, dos formas de ver la vida y apropiarse de los sueños. Dos plataformas inhóspitas pero la historia les hace justicia. Cada una en su tiempo hizo temblar las raíces de la desigualdad y la discriminación.

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