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JUGANDO CON ASTURIAS DE CLAUDIA HÉRODIER

Álvaro Darío Lara

Tomando como pretexto los Ejercicios Poéticos que Miguel Ángel Asturias realizó sobre los versos del gran poeta latino Horacio, Claudia Hérodier (1950) nos presenta ahora su libro “Jugando con Asturias”, una colección de diecinueve sonetos, compuestos de manera impecable, cosa para nada fácil, pues las leyes de la métrica tradicional española son exactas, como exacto es el sentimiento, la emoción que la poeta dispone en estos endecasílabos que evocan el encuentro consigo mismo, la fugacidad de la vida, el amor como un recuerdo palpitante, la soledad, el paso inevitable de los años con sus reflexiones y sabiduría en torno a lo ya vivido.

Para Claudia también es un homenaje a la memoria del Premio Nobel de Literatura, a quien conoció siendo una niña, en el ámbito familiar, cuando el corpulento novelista, a la sazón embajador de Guatemala en nuestro país, llegaba a degustar las delicias culinarias que la madre de la poeta preparaba.

Lo apolíneo y lo dionisíaco, como natural polaridad humana se manifiestan en esta poesía donde las fuerzas opuestas que constituyen al ser humano, viven la tensión perpetua en el alma de estos personajes que habitan esta Casa de las Criaturas, como llamaba el mundo mesoamericano al plano terrenal; este Gran Teatro del Mundo como lo denominó el genial dramaturgo español Pedro Calderón de la Barca.

Somos los efímeros atormentados por el futuro de nuestra existencia. Veamos: “Si de quien soy me aparta la imprudencia/de preguntar lo que seré mañana, /vale la flor del día, no la vana, /de preguntar: que será mañana mi existencia”. (Soneto II).

La poeta ausculta el laberíntico y misterioso corazón humano: “Algo entonces se quiebra en el dormido:/Las aves bambolean sus caderas/huyendo del llamado del abismo. /Prefieren pues, las aves, otro nido. /Sus alas van surcando las fronteras…/y el hombre queda a solas de sí mismo”. (Soneto VIII).

El sabernos pétalos fugaces de un solo día, viento que no vuelve a soplar jamás en las praderas, hace exclamar a la poeta: “Pregúntame por todo lo liviano, /por todo lo que es tiempo, ¡flor de un día! /También por la tibieza de lo vano/que exprime de los hechos su armonía”. (Soneto IX).

El amor que va más allá de los años y de la misma muerte se revela en este cuarteto: “Hoy nada de esto importa. Estamos viejos. /Amor en que el olvido no regresa/la luz que desenreda sus cadejos. /Olvido en que el amor flota, no pesa”. (Soneto X).

Abierta a las voces que le han precedido, pero volviendo siempre su mirada hacia los temas eternos del amor, el olvido, la perennidad del poema, como pieza maestra de la felicidad y del dolor humano, Claudia nos dice en un tributo a la memoria de su madre, la recordada actriz Julia Hérodier de Barbero: “La conocí al nacer. Era rocío. / Llave y cerrojo, pálida su frente. / Era apenas la hondura de hondo río, /que bebe el fuego claro de su fuente”. (Soneto XII).

Su expresión, intelectual y lírica, del más depurado estilo, vuelve tan ciertas las palabras de nuestra inolvidable Claudia Lars: “Cuando digo yo/ digo todos conmigo”.

Como una verdadera sacerdotisa de la palabra, Claudia Hérodier sigue su ruta de afanosa escultora de versos. Y es que corría el año 96 del siglo pasado, cuando la poeta, que hasta el momento había escrito en verso libre, se impuso un desafío lúdico evocando a Asturias, y fruto de ello fue el presente poemario “Jugando con Asturias”.

Sobre la fresca poesía de su juventud, el poeta David Escobar Galindo afirma en su “Índice Antológico de la Poesía Salvadoreña” (UCA Editores, 1982): “Escribe una poesía muy personal, inclinada a lo metafísico, sin descuidar la cala visceral”.

Y por su parte, Lovey Argüello, miembro de la Academia Salvadoreña de la Lengua, y prologuista del volumen poético nos dice: “Claudia Hérodier ha dejado su pensamiento escrito sobre montado en lo que dice otro poeta. Ella ha levantado su voz queriendo añadir lo propio sobre la voz poética de Miguel Ángel Asturias y ha cantado desde la espesura de su conciencia. Quiere compartir los bordes del vacío, de la ausencia y la desesperanza que laten entre los brazos que han olvidado la concordia”.

Felicidades, abrazos solidarios a Proyecto Editorial La Chifurnia por el lanzamiento de este volumen poético (y del resto de títulos publicados recientemente de los poetas: Lauri García Dueñas, Javier Fuentes Vargas, José Antonio Domínguez, Vladimir Amaya, Xochitl Cabrera e Ilich Rauda) que no dudo, resistirá con toda dignidad el tiempo.

Y un saludo efusivo a su autora, a quien deseamos más y más libros que nos vuelvan más dulces y vivibles nuestros días.

 

 

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