Santiago Leiva
Diario Co Latino
Ocho en la portería, ed siete en defensa y cero en ataque. Para unos, quizá sea una calificación baja; para otros, excesiva. Lo cierto es que celebrar que la Azul perdió 2-0 ante Argentina es caer en la mediocridad. Ni siquiera 1-0 habría sido motivo para reventar cohetes de vara y lanzar porras al planteamiento defensivo del catalán Albert Roca.
Derrota es derrota y el representativo cuscatleco quedó en deuda una vez más ante los miles de salvadoreños que poblaron los graderíos del estadio FedEx Field de Washington, Estados Unidos.
Igual les falló la albiceleste y Gerardo “el Tata” Martino. El estratega argentino no le dio ni un solo minuto a Lionel Messi. Una decepción más para la hinchada.
Sin Messi ni Sergio “el Kun” Agüero en la cancha, Argentina igual mostró su superioridad ante un El Salvador reducido a la defensa, sin plan de ataque y con poca ambición e idea para atravesar la media cancha y buscar el gol.
Salvo algunos pincelazos de Arturo Álvarez, el once de Albert Roca dejó muy poco para festejar, tanto que el 0-0 del primer acto supo a victoria.
Tampoco deja suficiente “carne” para el análisis de este amistoso. Primero porque Martino se guardó piezas importantes y, segundo, porque Roca desaprovechó la oportunidad para experimentar. Jugó a no perder y, de perder, a evitar la goleada.
El entrenador ibérico paró un once ultra defensivo. Un 5-4-1 que mostró disciplina táctica y orden en defensa, pero prácticamente nada para ofender al rival, en este caso a una Argentina paciente que no tuvo necesidad de sacar todo su poderío para quebrar el cerrojo.
El cuadro gaucho encontró resquicios para llegar al gol a pesar de que El Salvador tenía cinco defensas: Milton Molina, Néstor Renderos y Álex Mendoza en la zaga, y Andrés Flores y Álex Larín por la bandas (además de cuatro volantes en labores defensivas).
Eso sí, ante el nutrido mar de piernas azules, Argentina, para ganar, debió esperar la parte complementaria, renunciar parcialmente al desborde por las bandas para apostar por el disparo de larga distancia.
Bajo esa bandera llegó al gol. Un disparo lejano de Ever Banegas se desvió en los botines de Renderos y acabó con el sólido trabajo de Derby Carrillo bajo los tres palos. El meta, el quinteto de zagueros y los cuatro volantes se habían turnado para sacar agua del pozo a lo largo de 54 minutos.
En ataque, Nelson Bonilla y luego Rafael Burgos también se gastaron, pero no sumaron un solo disparo a marco y Nahuel Guzmán, el portero albiceleste, se pasó los 90 minutos posando para las cámaras.
El tanto calmó las ansías de los sudamericanos, pero nunca pellizcó el orgullo ni de Roca ni del representativo cuscatleco que prefirió mantener el orden y llevarse un resultado decente que pelear con uñas y diente para buscar el empate. Los argentinos, igual, mantuvieron el control del juego y, cuando todo indicaba que se marcharían con un pírrico y trabajado 1-0, llegó un fallo garrafal de Carrillo para regalar el 2-0 y arruinar su actuación personal.
El portero quedó telegrafiado en un tiro libre, con poco ángulo, cobrado por Federico Mancuello casi desde la esquina del córner. Así llegó el 2-0 en el último suspiro del juego.
Una derrota más para la Azul, que está adoptando la fea costumbre de jugar a no perder ante los grandes y cuyo técnico, quizá, se olvida de que se juega para ganar y que sin goles no hay triunfo.