(Entrega final)
Alfonso Velis Tobar
M.A Carleton University Ottawa- Canadá
Y anteriormente decía que su poesía evoca lo bucólico, el bosque, el paisaje, las flores, los pájaros, los parajes silvestres de su tierra y los compara con las montañas de Saskatchewan; entonces conversa con silencios y monólogos interiores; ya que entre poesía y ecología hay una hermandad con la naturaleza. Y la naturaleza es una hiedra que con el tiempo devora o transforma la materia misma, describe con misterios, los días que vendrán, días de correr y esconderse hasta debajo de las piedras, días que ni perros ni gatos quieran salir a la calle; hay un misterio físico, en que las mismas olas del mar se niegan llegar a la playa, meditar la angustia de un lirio en primavera, evoca iconos del entorno familiar, claro “sin olvidar a quienes viven tiempos difíciles. En una poesía cuyas iteraciones son bien intencionadas el verso abierto se presta fácilmente al ritmo, sin faltar ni la palabra seria ni el sentido del humor”, como lo afirma en la contraportada el profesor David Rozotto, de la Universidad de Waterloo, Canadá.
Poemas contemplativos, cuya ficción, según Aristóteles, copia, o mimesis de la realidad reflejada con imaginación, como decía Carlos Fuentes: “La imaginación vuela, y sus alas son la mirada del escritor, mira y sus ojos son la memoria y el presagio del lector. La imaginación es la unidad de nuestras sensaciones liberadas donde imaginar es trascender entre la tradición y la creación”.
Para resumir la poesía de Julio Torres-Recinos, encierra en su contenido de lo “Cortes y lo Valiente” que de fondo sintetiza esa constante que sabe abogar por la defensa humana en todo sentido, la justicia social, la libertad democrática, poetiza vivenciales circunstancias, recalca pasados, presentes con esperanzas al futuro. Poemas que describen una situación existencial, desde mínimos actos familiares, hasta los más trágicos de la historia misma “ante tantas situaciones injustas // ante tantas situaciones // que necesitan corregirse de una vez”, vagando por rumbos conocidos, dolidos o vividos, poesía que predice las utopías de nuevas primaveras, mitigando tragedias históricas; una realidad que denota la ausencia de nuestra tierra, como parte de nuestra identidad e idiosincrasia cultural, que no podemos perder, porque estamos fielmente arraigados a la nuestra, en un país, donde la misma poesía se constituye exigencia social, se cuela con ese lenguaje mágico, humano y espiritual, porque la poesía es una creación tan vital, es una necesidad material, espiritual, en fin es para nuestra conciencia creadora, esa exigencia tanto del alma, como indispensable para la sociedad y el hombre. (AVT // Agosto // 2024)
Aquí uno de sus poemas “SPECK (Mota): ¿Para qué obsesionarnos con la muerte o con el tiempo? // El gato no piensa en ellos, // la hormiga no piensa en ellos, // la araña no piensa en ellos. // Mejor obsesionémonos con la flor humilde // que al principio pasa // desapercibida para que al fijarnos // en ella crece la belleza // de sus majestuosos colores: entre rojo encendido // y anaranjado rojizo, // colores que vienen de la luz, del aire, del agua // o de la tierra negra, // o tal vez de la soledad en que la planta vive. // Mejor obsesionémonos con la luz de esta mañana, luz que ha viajado // ocho minutos y veinte segundos desde que salió el sol // hasta llegar aquí, hasta topar aquí // de esa carrera vertiginosa. // Mejor obsesionémonos con el espejo que paciente espera que alguien pase // para hacer algo, para decir algo, // para salir del aburrimiento, para informar a la espeja // que ha hecho algo durante el día, // que no ha perdido el tiempo, aunque solo haya sido charlar, con la luz, con un gato, una hormiga, una araña o una flor” (pág.57)
Leer primera entrega de este articulo:
Julio Torres-Recinos en la poética contemporánea de hoy en El Salvador. Por Alfonso Velis Tobar