Rolando Alvarenga
@BachiBoxx55
Cuando Arnoldo Barahona, de la Escuela Leones, fue proclamado ganador de la pentagonal final de la categoría -58 kilogramos de taekwondo, se desplomó sobre la pista para festejar con lágrimas.
Barahona se impuso con puntaje de 15-5 a su compañero de escuela, Carlos Silva, y logró así un cupo para representar al país en el preolímpico rumbo a Tokio 2020, que se llevará a cabo en Costa Rica.
El emotivo, conmovedor y contagioso llanto de un guerrero que a punta de patadas se hizo justicia, debido a que no figuraba en la lista de aspirantes para el preolímpico que tenía el Comité Olímpico de El Salvador.
Y es que la denuncia y gestiones de Leo Ruano ante el Comité Directivo del INDES propiciaron en alguna medida que se agilizará la realización de la pentagonal clasificatoria en donde Oscar Campos, de San Marcos, y Rodrigo Rivera, de la Leones, que perdieron en la fase preliminar, también recibieron la oportunidad de fajarse y demostrar condiciones para optar al boleto para Costa Rica.
Las lágrimas de Barahona, -un hombre guerrero y de mucha disciplina integral al gimnasio y estudiante de Ingeniería Aeronáutica de la Don Bosco- fueron enjugadas por su abnegada madre, Yanira Emperatriz, y reconfortado por la coach auxiliar de la Escuela Leones y ex campeona, Verónica Martínez.
Ahora queda en manos del INDES y la próxima directiva de la Federación Salvadoreña de Taekwondo (FESAT) apoyar a los cuatro clasificados (Fabiola Escobar, Alisson Montano y Alejandro Escobar y Arnoldo Barahona), para que sus posibilidades sean reales en su objetivo de obtener las tan ansiadas plazas para Tokio 2020.
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