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Justificar el lugar que Uno ocupa en la tierra

*Carlos GirónCarlos Girón S.

Visto está que todas las criaturas que pueblan la Tierra justifican su propia existencia así como el lugar que ocupan en el planeta. Nadie vive de balde. Sólo el hombre muchas veces, cialis sale la mayoría de veces vive de “gorrón”.

Desde los días de Anaxágoras, sick Anaximandro, treat Empédocles y demás filósofos griegos, sabían ellos que la Tierra es un ser vivo y consciente y por ello es el sostén de la vida que se origina en ella, esto con la ayuda del Sol y sus rayos que complementan el poder vital. De estos dos grandes dones y principios el hombre deriva el privilegio de constituir un Ser vivo, milagro por el cual todos los días debería agradecer. Claro, tales bienes se deben al Amor y a la misericordia de Dios.

Quienes se detienen por momentos a observar lo que sucede a su rededor y percibe el germinar de las semillas y crecer de las plantas; el ir y venir de las aves e insectos, podrán ver y decir que todos ellos andan haciendo algo bueno, dando sus aportes, pequeños como parecen, al sostenimiento de la cadena de la vida y colaborando con el trabajo de la Naturaleza. Dios hizo al hombre como Su Asistente y como principal colaborador de la misma Natura. Y sorprendente e increíble como suene y parezca ser, él es un ayudador e impulsor de la evolución de los otros seres, de la materia, de todo lo que existe y del Universo mismo. Para ello Dios lo dotó de admirables y maravillosos poderes y facultades. Todo esto vuelve al hombre un gran deudor del Creador y de la Naturaleza. Por eso cada uno debería preocuparse y esforzarse con abonar algo cada día a la cuenta de la deuda, haciendo lo mejor para hacer que la existencia para él mismo y sus semejantes sea agradable y feliz; dar sus óptimos aportes; vivir personalmente con la mayor decencia y rectitud; usando con la mayor eficiencia y el menor desperdicio los recursos naturales, así como sus propios valores y facultades. Ser cada quien, un elemento de valor, de peso, para justificar el lugar que ocupa en la vida y en la Tierra, como calladitamente lo hacen los pequeños seres que reptan sobre la superficie del suelo y debajo de él; así también las fieras selváticas que con su hermosura y belleza contribuyen a los bellos paisajes naturales; las aves en el cielo y los peces en el mar.

Tristeza da ver a tantos y tantos seres que en vez de acciones edificantes y bienhechoras para sus semejantes  hacen lo contrario: atentan contra sus vidas, así como aquellos depredadores que arrasan enormes extensiones de bosques y acaban con la fauna en diversas regiones del planeta.

Justificar la propia existencia es volverse un servidor de los seres que requieren de alguna ayuda física o espiritual, ayudándoles a sobrellevar sus penurias y sufrimientos con palabras de aliento, de comprensión, de amor; regalarles sonrisas, sanos consejos e incluso ayuda monetaria cuando alguien lo requiera y uno esté en posibilidad de dársela desprendidamente, sin esperar recompensa alguna.

Justificar la propia existencia y el sitio que se ocupa en la vida, el planeta y el Universo, es cuidar de la propia integridad, de la salud, el bienestar y la satisfacción de las necesidades primarias, cuidando de no recargar los lugares de asistencia social, hospitales y, peor, las cárceles.

Cuando se habla del “derecho a la vida”, del “derecho al trabajo”, del  “ derecho a la salud”, y todos los demás “derechos”, la gente no sabe lo que dice ni quiere. Nadie tiene derecho a nada si no sabe obtenerlo, conseguirlo o conquistarlo con propio esfuerzo y cuidados. ¿Por qué voy a exigir un derecho mío a tener salud, si cometo toda clase de abusos, desarreglos y violación de las leyes naturales y divinas? La gente debería comprender que las enfermedades vienen básicamente de esa violación de las leyes de Dios y la Naturaleza. Nadie puede violarlas y seguir campante por la vida sin esperar la debida retribución. ¿”Derecho al trabajo”, si cuando lo tengo no lo cuido, no cumplo apropiadamente con mis funciones,  o lo abandono sin razón justificada?

Ha faltado nada más que alguien invente el “derecho a ser feliz”. Sería el colmo. Cada uno puede buscarla y encontrarla en su propio camino con sus buenos pensamientos, sentimientos y acciones: justificando su existencia, haciéndola hermosa, coloreándola, adornándola con los valores y virtudes de los más altos quilates, para ser alguien útil y valioso para sí mismo, para su familia, sus semejantes, la Tierra y la Creación.

Vivir reclamando que otros hagan lo que me corresponde hacer a mi es perder la noción del propio valor y la propia dignidad. Cada uno está apto y es capaz de edificar su “buena suerte”, su propio destino. Este no se lo determina nadie, ni la Providencia, sino el individuo solo, el hombre. repito, por eso Dios lo ha dotado de tantos atributos grandiosos, maravillosos, milagrosos.

Cada mañana, cada día, uno debería agradecer por el regalo de la vida y todas las bendiciones que ésta provee a cada ser sobre este querido planeta Tierra. Así se justificaría estar ocupando un lugar en la Creación.

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