Kathia Linares
@DiarioCoLatino
El calor se hace presente desde muy temprano en Panchimalco, for sale son las 10:00 de la mañana y el municipio se encuentra lleno de vida. La iglesia abarrotada de feligreses y los comercios por igual. Muchos niños corren y juegan por toda la pintoresca plaza, pareciera que no hubiera un mañana. Muy cerca de todo ese alboroto, se encuentra un grupo de niños que muy alegres, pintan diferentes paisajes que aprecian desde su pequeño y amado taller, Pájaro Azul.
Sus pequeñas manos pintan de arriba abajo el papel y sus ojos miran el horizonte más inmediato para encontrar el elemento que robe su atención y se convierta en su obra maestra del día. Los ocho niños presentes, rodean a sus dos maestros quienes con mucho amor, paciencia y dedicación, abren domingo a domingo este taller que no solo busca enseñar arte, sino más bien, despertar la sensibilidad y el amor por el prójimo en cada uno de ellos para alejarlos de un futuro de violencia.
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El nombre del taller nació de la inspiración de Mario López, un joven de 25 años, y su amigo de infancia Eduardo Miranda, de 23, en una cálida mañana de abril. El pájaro representa para ellos, un animal que simboliza la libertad y la paz; el color azul representa la armonía y la pureza del cielo.
Dichas clases, comenzaron a ser impartidos por Mario y Eduardo en el año 2008, bajo la sombra de la ceiba del pueblo. Luego de un tiempo, les fue proporcionado a los jóvenes maestros, un espacio municipal para continuar su noble obra.
El motivo principal por el cual los artistas han creado estos talleres, es para mantener a los niños ocupados en actividades creativas y alejarlos de las situaciones de violencia a las que están expuestos en el municipio.
“En Panchimalco existen alrededor de 70 mil niños, de los cuales un 25 o 50% se encuentra en riesgo de ser pandilleros o están propensos a cometer otro tipo de delitos”, expresó López.
Para Eduardo Miranda, de 23 años, el motivo principal de impartir estas clases, es la necesidad humana de la belleza. Asimismo, el joven pintor está convencido de que el arte puede aportar elementos positivos en la vida de los niños y cree fielmente en que la belleza cambiará al mundo.
A lo largo de estos nueve años, han pasado por el taller alrededor de 160 niños, entre las edades de 7 a 14 años. Estos reciben una educación básica en pintura, a través de la pedagogía lúdica, a lo que se llama también “aprender jugando”.
Para Beatriz Martínez, Madre de Vanessa, de ocho años, el Taller ha sido un elemento muy importante en su desarrollo. La madre asegura que desde que su hija asiste a las clases, Vanessa, ha cambiado su forma de ser. “Ahora se interesa más por el dibujo y la pintura que por salir a la calle a jugar con otros niños”, expresó.
Desde que inició el proyecto de taller Pájaro Azul, los muchachos se han esforzado por mantenerlo a flote. Con las ventas de sus propias esculturas y pinturas proporcionan dinero para comprar materiales e insumos que se necesitan en las clases. “El problema surge cuando las esculturas y pinturas no se venden y no tenemos suficientes materiales para los niños que asisten al taller o para niños que quieran incorporarse pero siempre nos las arreglamos”, dijo Miranda.
Los jóvenes maestros están de acuerdo en que no hacen el esfuerzo de mantener este taller porque buscan una paga o fama, si no que sienten que han sido llamados por vocación a ser parte de un proyecto que puede crecer más y más, al cambiar la realidad en la que viven muchos niños del municipio. De igual manera, buscan retribuir un poco de lo que les fue dado en su infancia; el arte.
“No puedo asegurar que va a pasar el día de mañana, pero si estoy seguro que esto les cambiará la manera de ver el mundo, su entorno, su familia; serán buenos hijos y buenos padres en un futuro”, agregó López
El futuro del taller Pájaro Azul es incierto pero prometedor. El equipo de maestros que lo conforma, no abandonará este proyecto aunque no tengan un techo bajo sus cabezas o los materiales suficientes para seguir.
El compromiso de sus creadores con esta labor social va más allá del arte plasmado en papel. Su lucha por cambiar la realidad de violencia que viven los niños de Panchimalco y formar personas de bien para sociedad, los motiva a seguir esforzándose cada día más para dejar una herencia cultural que se transmita de generación en generación y contribuya a bajar los índices de violencia del municipio.
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