Rebeca Henríquez
Colaboradora
@DiarioCoLatino
Con el objetivo de visibilizar las violaciones a los derechos humanos y la estigmatización de la juventud salvadoreña, en el contexto del Día Internacional en Apoyo de las Víctimas de la Tortura 2022, el Servicio Social Pasionista (SSPAS) en conjunto con otras organizaciones de la sociedad civil, llevó a cabo el foro “Las juventudes en El Salvador. Estigma y criminalización”.
La estigmatización es un fenómeno que se ha extendido y agravado a finales de la década de los noventa, una problemática que influye directamente sobre los jóvenes, por su supuesta relación con los grupos delincuenciales del país, donde con base a características físicas, demográficas y económicas, se les señala como miembros de pandillas.
Según la representante del SSPAS, Gabriela Colocho, la estigmatización comprende rasgos asignados a ciertos grupos que condicionan, y profundizan elementos de vulnerabilidad a los grupos involucrados frente a otros segmentos sociales.
En la sociedad salvadoreña, la estigmatización se utiliza como objeto para “señalar” a poblaciones determinadas, donde en mayor medida se ven expuestas las comunidades más vulnerables siendo víctimas de represiones y estigmas, lo que convierte a este tipo de población “merecedora” de acciones punitivas de las fuerzas de seguridad del Estado.
“Desde los años 90, cuando se conoció el fenómeno de las pandillas en El Salvador, relacionado a la transculturación, la migración, las deportaciones masivas, la desigualdad económica, sociales y culturales que hemos tenido, se empezó a poner una marca a los jóvenes y adolescentes”, comentó Zaira Navas de Cristosal.
Navas consideró que después del conflicto armado en el país, no eran las pandillas los principales actores de la delincuencia, sino grupos de exterminio que tuvieron una amplia incidencia en la problemática, sin embargo, la narrativa gubernamental marcó de forma negativa y nombró a los jóvenes como delincuentes o “personas a las que se deben rechazar”, con lo que inició la persecución de las fuerzas de seguridad contra las estructuras, que en aquel momento, no tenían la connotación delincuencial como es en la actualidad.
El estigma de que las juventudes o adolescentes son pandilleros, no es la realidad, pero los gobiernos que surgieron después de la problemática abordaron desde un enfoque punitivo y “manodurista” la situación, dijo la representante de Cristosal.
Además, la panelista también cuestionó la existencia del Plan Control Territorial del gobierno, una política que hasta la fecha no ha mostrado mayores detalles, junto a ello también Navas reveló que durante el Régimen de Excepción han muerto 54 personas bajo la responsabilidad del Estado. “Si somos una sociedad que acepta el totalitarismo, debemos trabajar desde la educación para poder desmontar siglos de violencia de género. Debemos construir nuevas culturas e identidades, porque un país que no recuerda cómo la militarización hizo daño a la población salvadoreña no recuerda cómo otra vez estamos entrando a eso, entonces la esperanza está en la educación”, finalizó Zaira Navas, representante de Cristosal.