Adalberto Santana
En el escenario político global hay una serie de coyunturas políticas que conformaran el futuro inmediato y mediato de los países del continente americano. Uno de ellos es lo que resulte del proceso electoral estadounidense el martes 5 de noviembre de 2024, donde un significativo número de votantes de los EU concurrirán a las urnas a elegir a los únicos candidatos del sistema electoral: Kamala Harris, candidata del Partido Demócrata, o al polémico y furibundo, Donald Trump, candidato republicano.
El resultado de esa contienda electoral no dará como triunfador al que acumule más votos. Así no funciona el sistema electoral estadounidense. Ganará la presidencia de la “mayor potencia” quien logre acumular el mayor número de delegados del Colegio Electoral. Hace 8 años, Trump, ganó la presidencia sin tener la mayoría de votos de los ciudadanos pero si logro tener el mayor número de delegados. En la próxima elección puede darse ese mismo resultado que no se descarta.
Si Kamala Harris, obtiene la mayoría de delegados, sería la primera presidente de los EU. Así como lo han sido en Chile, Michelle Bachelet; en Panamá, Mireya Moscoso; en Brasil, Dilma Rousseff; en Honduras, Xiomara Castro y en los Estados Unidos Mexicanos, Claudia Sheimbaum. Esta es la nueva tendencia que cada día adquiere más fuerza en el electorado de distintas naciones del continente americano.
No hay que descartar el triunfo de Harris. En caso contrario, si triunfa Donald Trump, veremos de nueva cuenta un protagonista ultra conservador en la Casa Blanca y una política profundamente anti latinoamericana. Su principal discurso ha sido declarar que combatirá drásticamente a los migrantes irregulares que proviene de la frontera mexicana. Lo cual presagia una tormenta en la relación de México-EU.
De igual manera arreciarán nuevas medidas para reforzar el bloqueo contra Cuba. Como también cerrará las fronteras frente a la llamada “amenaza oriental”. Es decir, Trump, ve como su principales enemigos a la mayor potencia económica del mundo, la República Popular China. El candidato republicano en su virulencia conservadora, expresa que la “administración Harris-Biden es la más corrupta y deshonesta en la Historia. Trump lo compondrá”. Incluso llegó a firmar que la mayor amenaza de los EU es “el enemigo interno de la izquierda radical”, y evidentemente los migrantes.
Llegando a manifestar que: “Ella es de San Francisco, es una marxista”. Ciudad californiana, que perteneció a México, y la cual la perdió en la guerra de 1847-48, es una urbe de las más liberales y progresistas de los EU. A la par en sus antecedentes étnicos-culturales, Kamala Harris es hija de migrantes. Su padre es de origen jamaiquino y su madre de la India, de origen tamil. Así, Kamala de ganar la elección sería la primera presidente y la segunda mujer afroamericana y la primera de ascendencia india. Esto sin duda es un agregado étnico-cultural a lo que representó el presidente Barack Obama.
Con esto el sentido racista de la campaña de Donald Trump, se acrecienta por tener un discurso anti inmigrante y por el hecho mismo que su rival a la presidencia es una mujer e hija de migrantes periféricos. Es decir, Kamaña es hija de migrantes no anglosajones. Esta identidad social también se manifiesta en el perfil de algunos votantes estadounidenses.
Por ejemplo, el grueso de los sectores de los trabajadores, y especialmente de los organizados en sindicatos como la central obrera AFL-CIO, ahí ella goza del respaldo de esos gremios de trabajadores. Kamala en su programa de gobierno propone beneficiar a los trabajadores, promete elevar ingresos a través del salario federal, así como estimular los programas de asistencia social. Entre ellos incluye el cuidado de niños, programas de salud y la capacitación para nuevos empleos.
Otro elemento que diferencia a Trump de Harris, es la oposición del primero al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Pacto comercial donde la economía mexicana se ha ido haciendo cada vez más dependiente de los EU, lo que resulta en una gran vulnerabilidad para el desarrollo de la sociedad mexicana.
Tratado que ofrece a la economía estadounidense bajos salarios para los trabajadores mexicanos lo que estimula las inversiones en México y dificulta el empleo en algunos estados de los EU. “En 1969, Kilwaukee, en Wiscosin , tenía el segundo ingreso medio más alto del país. Para 2001 esa ciudad había perdido más de 80 por ciento de sus empleos en manufactura y tenía la segunda tasa más alta de pobreza de cualquier ciudad mayor del país; sólo un ejemplo del impacto profundo del TLCAN sobre la industria y mano de obra estadounidense” (La Jornada, 02/nov./24).
De ahí por que la política de Trump critique al TLCAN, lo que a su vez le permite ganar adeptos para su campaña. Pero también incluye en su programa de gobierno la promesa de que regresen las empresas a territorio estadounidense y modificar el TLCAN. Esto también le ha engrosado las filas de los trabajadores desempleados y marginados a la campaña trumpista. Cuestión que el candidato republicano lo ha capitalizado a su favor, ocultando a su vez que cuando ocupó la presidencia, también impulsó y negocio con el gobierno mexicano el TLCAN.
Así, el escenario de quien ganará las elecciones es un dilema. Las encuestas dan casi un empate. Pero recordemos que en los EU, no funciona la democracia representativa y liberal del voto de la mayoría de los ciudanos. Son otros los criterios que llevarán a la Casa Blanca a la nueva o nuevo presidente estadounidense. Sin embargo, la tendencia para los países latinoamericanos, es que la política de Washington y de sus nuevos gobernantes es que nos tratarán de seguir viendo como su patio trasero.
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