Por Maxime Popov/Dmitry Zaks
Kiev/Moscú/AFP
Los combates entre el ejército y los separatistas prorrusos en el este de Ucrania se cobraron decenas más de víctimas civiles en los últimos días, sales mientras se acerca el convoy humanitario ruso a la región, adonde Kiev mandó su propia ayuda.
Desde la anexionada península de Crimea, el presidente ruso, Vladimir Putin, aseguró al mismo tiempo que Rusia «no debe desconectarse del resto del mundo», cuando las relaciones con Occidente están bajo mínimos por la crisis con Ucrania.
Los cerca de 300 camiones rusos que según Moscú transportan más de 1.800 toneladas de alimentos, medicamentos y generadores, llegaron este jueves a la región de Rostov (sur), fronteriza con Ucrania, informó un funcionario del ministerio ruso de Situaciones de Emergencia.
Paralelamente, Kiev envió este jueves su propio convoy, compuesto por 15 camiones con 240 toneladas de productos de primera necesidad destinados a los civiles de los bastiones rebeldes de Donetsk y Lugansk, asediados por el ejército ucraniano.
La carga se detendrá en la localidad de Starobilsk, 97 km al norte de Lugansk y controlada por el gobierno ucraniano, donde el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) se encargará de su distribución.
El anuncio de este convoy aparece como la respuesta ucraniana al convoy humanitario ruso, que el martes partió de una base militar de los alrededores de Moscú y que es objeto de un intenso pulso entre las dos capitales sobre la forma de entrega de la ayuda.
Tanto Ucrania como muchos países occidentales temen que este convoy pueda servir a una posible intervención rusa en Ucrania, un escenario calificado de «absurdo» por el ministerio ruso de Asuntos Exteriores.
El presidente ucraniano, Petro Poroshenko, y el vicepresidente estadounidense, Joe Biden, trataron esta cuestión en una conversación telefónica en la madrugada del jueves y decidieron «seguir coordinando los esfuerzos para responder a las amenazas y los desafíos actuales y
potenciales», indicó la presidencia ucraniana.
Bombardeos en Lugansk y combates en Donetsk
Las autoridades ucranianas, que inicialmente dijeron que no dejarían que el convoy ruso entrara en su territorio, cedieron finalmente el miércoles y propusieron que la Cruz Roja se encargara del transporte y posterior distribución de la ayuda en el bastión rebelde de Lugansk, que lleva casi dos semanas sin electricidad ni agua corriente.
Según la propuesta por Kiev, esta ayuda pasará por un puesto fronterizo cercano a Lugansk, donde la carga será inspeccionada por los agentes de aduanas, los guardias fronterizos ucranianos y representantes de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). El convoy continuará luego su camino en territorio bajo control rebelde.
Lugansk y Donetsk son los dos principales bastiones de los separatistas prorrusos, que en el último mes han sufrido importantes retrocesos frente a la amplia ofensiva ucraniana y donde los enfrentamientos continuaban este jueves.
Veintidós civiles y nueve soldados del ejército murieron en 24 horas en los bombardeos efectuados contra Lugansk, según responsables locales, que también dieron cuenta de «numerosos heridos» civiles.
El líder de los separatistas de esa ciudad, Valeri Bolotov, anunció a la televisión rusa que resultó herido, sin precisar cuándo, y que por esa razón abandona su cargo «provisionalmente».
En Donetsk, las autoridades locales afirmaron que 74 civiles murieron en los tres últimos días víctimas de los combates entre los secesionistas y las fuerzas regulares.
Muestra del recrudecimiento del conflicto, el número de muertos casi se duplicó en 15 días, totalizando 2.086, indicó el miércoles la ONU.
Por su parte, el presidente ruso, Vladimir Putin, dijo este jueves ante sus diputados desde Crimea -la península ucraniana anexionada en marzo por Moscú- que Rusia «no debe desconectarse del resto del mundo».
«Tenemos que desarrollar nuestro país tranquilamente, dignamente y de manera eficaz, sin desconectarse del resto del mundo, sin romper los vínculos con nuestros socios, pero sin por ello permitir comportarnos de manera desdeñosa con nosotros mismos», dijo en Yalta.