Ralph M. Lewis, advice F.R.C.(No. 3)
(Pasado Imperator de la Antigua y Mística Orden Rosae Crucis, discount AMORC
La Verdad como un Conocimiento empírico
Si, por ejemplo, niego como realidad aquello que la ciencia trae a mi atención visual, entonces también debo rechazar las experiencias visuales comunes como algo que tampoco tiene existencia. Bien claro le resultó al hombre ver que no podría desechar sus experiencias perceptibles sin disminuir la realidad de su
propio ser. Como resultado, la verdad fue para la mayoría de los hombres un conocimiento empírico, basado en hechos. La abstracción y la opinión perdieron su mérito según fue estableciendo su criterio el materialismo creciente.
Un fuerte incentivo ofrecido por el materialismo era la ventaja, aparentemente práctica, de sus realidades. Lo que uno podía percibir objetivamente, o sea, ver o sentir su realidad con certeza, era una experiencia que generalmente podía ser confirmada por los demás. Había una aceptación social de tales experiencias. Este acuerdo común en la mente de las masas, de que también otros experimentaran en igual forma, parecía añadir verdad a las percepciones individuales.
El entusiasmo por el materialismo
Daba unidad y hacia posible la cooperación. Podían pensar y actuar los hombres unánimemente si entre ellos existía el lazo de la experiencia común. La concepción, la abstracción, y aun la lógica, sufrieron declinación en su prestigio cuando no pudieron substanciarse en hechos, es decir, por la realidad objetiva. El entusiasmo que despertó este materialismo se debió principalmente a la extensión que de su propia realidad daba al sentido individual.
Las cosas demostrables, aquellas que tienen una cualidad que puede percibirse objetivamente, añaden a la realización que de la propia entidad de éstas tiene el hombre. Se convierten en su propiedad, aumentándose a su naturaleza personal o material, y a los placeres de sus sentidos. Por ejemplo, le proveen una mayor longevidad, le hacen más fáciles sus labores y extienden sus poderes físicos al darle mayor dominio sobre otras “cosas” o realidades independientes de su propio ser.
Al transcurrir el tiempo se justificó más la posición del materialismo, a causa de su refutación de las supersticiones y el haber extirpado los temores de las masas. Algunas conclusiones de un pensador tan eminente y antiguo como Aristóteles, cuyos puntos de vista se consideraron autorizados durante varios siglos, tiempo después fueron desaprobadas. Otros conceptos se desplomaron ante la embestida del análisis científico y el empirismo. La Tierra no es plana, como se creyó por mucho tiempo; la tierra no es el centro del Universo; el Sol no se mueve de Este a Oeste a través del cielo; los dementes no están poseídos de los demonios; la Creación no empezó el año 4,000 A.C. Se desacreditó con frecuencia la opinión individual haciéndola caer de su eminencia tradicional.
Tanto la fantasía como la especulación y la concepción mental son consideradas hoy (no sólo en los círculos científicos sino también por el público en general) como de escaso valor para la humanidad, a menos que puedan convertirse en hechos.
La libertad de opinión y de creencias, tanto tiempo acariciada como un derecho humano, va siendo suplantada por la nueva doctrina de libertad de investigación. El ejercicio de la abstracción individual y de la libertad de consciencia están dando lugar, bajo el impacto de la demostrabilidad, al empirismo, la prueba de los sentidos y de los instrumentos que los aumentan. Se considera que un pensamiento tiene poco valor si no va acompañado de un método o técnica que lo haga objetivo. Ciertamente no se considera como verdad, ni que tenga realidad alguna. Los hombres tienen libertad de investigar en el mundo de los detalles, nada más; en aquello que es perceptible. Son libres para mirar, gustar y oler, mas no para concebir fuera de estos límites si es que han de tener validez sus pensamientos, y que puedan éstos recibir la dignidad de la aceptación en el mundo intelectual y académico.