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Yaneth Estrada
@caricheop
De cara a la posible aprobación de una nueva Ley de Amnistía, al interior de la Asamblea Legislativa, Roberto Cuéllar, exdirector de la oficina de Socorro Jurídico del arzobispado y actual director de la OEI, comentó que “se limita a recordar que los Acuerdos de Paz, hace 30 años, dejaron una forma de actuar contra la impunidad y no se puede echar atrás”.
“Yo aprendí de un gran maestro internacional que la amnistía no es para cobardes, para los que se escudan en un gafete del Estado o de la fuerza pública para asesinar o eliminar opositores políticos. La amnistía es para reconciliar a los dos bandos combatientes que se atacaron frente a frente, no para los que mataron a niños o civiles por la espalda o para quienes terminaron con la vida de sacerdotes de un disparo en la cabeza”, recalcó Cuéllar, quien mantuviera una franca amistad con San Oscar Arnulfo Romero, al punto de documentar los casos que Romero denunciaba en las homilías.
Explicó que la reconciliación en una sociedad, debería ser el entendimiento y reflexión sobre los problemas del país sin matarnos, en un espíritu mucho más democrático, conscientes de las obligaciones y responsabilidades, desde la primera edad escolar. “Sería una ejemplar conducta de los administradores de la política pública para enseñarle a los jóvenes como se hace democracia de veras y no promover el olvido e impunidad”, dijo.
“Una burla a las víctimas”
Asimismo, su hermano Benjamín Cuéllar, exdirector del IDHUCA, consideró como delicada y “una burla a las víctimas” la propuesta del diputado Rodolfo Parker. “Porque el martirio de este pueblo, de la iglesia católica, de Monseñor Romero, de Rutilio Grande, de mujeres, de niños y demás víctimas es por lo que debemos de seguir luchando a fin de conocer la verdad, buscar perdón y llevar reparación a las víctimas”, enfatizó.
El experto aclaró que esta debería ser una “Ley de Reconciliación Nacional de las Víctimas del Pasado Conflicto Armado”, debido a la declaración de inconstitucionalidad en 2016. Acá nuevamente es una Ley de Amnistía, porque dice que es: “absoluta, amplia y excluye los crímenes de lesa humanidad”. Entonces, qué verdad se quiere conocer (…) la del “Chato” (Mauricio) Vargas, la de Rodolfo Parker o la de las víctimas”.
Cuéllar también refutó que nunca se quisieron abrir los expedientes, guardando la confidencialidad de la Fuerza Armada, de la inteligencia del Estado, que siguen escondidos a 27 años de la firma de los Acuerdos de Paz, tanto así que tampoco se reconoció y hasta se puso en duda, el Informe de la Comisión de la Verdad presentado en 1993, donde se estimó entre 7 mil y 8 mil víctimas más la denuncia de cerca de 23 mil casos.
Félix Ulloa, vicepresidente electo, relató que cuando Monseñor Romero comenzó a documentar los casos de represión, de persecución, los asesinatos, los encarcelamientos injustos entre 1970 y 1980, lo hizo con base a la información que le mandaba Roberto Cuéllar (exdirector de la oficina de Socorro Jurídico del arzobispado), o sea que “nunca hubo una calumnia o información falsa hacia ningún cuerpo de seguridad, todas fueron denuncias justas”. Añadió que fueron estas constantes denuncias, hacia la dictadura de la época que llevaron al asesinato de Monseñor Romero y lo mismo pasó con el padre “Tilo“ Rutilio Grande.
Sobre la discusión de una nueva Ley de Amnistía y de la apertura de casos que se originaron durante el pasado conflicto armado, Ulloa se limitó a decir que “aún existen retos que cumplir”.
