Luis Arnoldo Colato Hernández
Educador
Cuando se anulan por decreto los cobros arancelarios a los productos agrícolas vendidos por los países vecinos, e introducir los agromercados, el régimen afirma apoyar a la seguridad alimentaria.
Pero el tema arancelario es apenas demagogia.
Por otro lado, los denominados agromercados si bien responden a la necesidad de la ciudadanía de alimentos de calidad a precios más asequibles, tal esfuerzo no es sostenible, pues como todos los demás emprendimientos del régimen está plagado de corrupción.
Hay un simple ejercicio que cualquiera puede realizar para así corroborarlo: vaya y compre en cualquiera de estos, verá que la caja no corrobora lo que el vendedor asegura ha vendido, lo que, si bien podría ser apenas un desliz inocente en apariencia, responde realmente a una malicia dirigida, con ventas no constatadas, a generar intencionalmente pérdidas diarias.
Porque el control es necesario.
Pero nada en el régimen está sujeto a la contraloría, y menos de la ciudadanía.
Aunque el proyecto es bueno ciertamente, y responde por extensión a una demanda sentida por la población, está sencillamente condenada al fracaso porque se la está manejando corruptamente.
Por otro lado, de este esfuerzo gubernamental se desprenden algunos yerros, cómo por ejemplo el que este esfuerzo está ahogando a los mercados.
Si bien el comercio en general sigue las viejas y maliciosa prácticas coloniales relativas a trampear las ventas, esto implica a todo el comercio, en particular el gran comercio, el cual está detrás del monopolio del comercio alimentario, y simplemente deriva los sobrecostes en cascada a los emprendimientos en pequeño, que reproducen esa manías también en su nivel.
Reprimir a estos y no a los que tienen el control del mercado no solo no es ético, profundiza el problema al negar la fuente real del mismo.
Ahora bien; lograr la soberanía alimentaria no supone promover un programa de venta de alimentos exitoso, sino asegurar que no dependeremos bajo ninguna circunstancia de los alimentos que provengan del exterior.
Las frutas, verduras y cereales que suplen estos mercadillos provienen del exterior.
No, se trata de diseñar y adelantar proyectos que estimulen el agro interno, dándole el debido soporte técnico como financiero, quebrando a los intermediarios, que son los corruptores del proceso, y montando una legislación fuerte que niegue los espacios a la corruptela familiar que padecemos, dirigida a asegurar precios justos y asequibles para todos, que alienten a los productores locales a continuar con esa labor.
No solo se lograría tener mejores precios de la canasta básica, incluso superando los que ofrecen ahora mismo esos mercadillos, también se recuperarán las fuentes de empleo en el interior, logrando por extensión que no marchen nuestros agricultores y se conserve además la familia salvadoreña, lo que puede fortalecerse por extensión con otra legislación dirigida a asegurarla mediante el apoyo del estado, con créditos, viviendas, salud, seguridad y educación de calidad para este segmento olvidado.
En fin, ya sabes, asegurar que podamos por nuestros medios, alimentarnos.