Luis Arnoldo Colato Hernández
Educador
¿Has visto cómo está quedando la ciudad capital?
No solo se trata de la infraestructura, sobre todo concierne a las personas.
Desde hace algo más de 5 años, y a la sombra del régimen ilegal que nos mal gobierna, la capital ha sido intervenida de todas las formas posibles, comenzando con el reordenamiento de las calles, con las personas y emprendimientos informales.
Durante el pasado conflicto armado, uno de los partidos que conforman actualmente la alianza gubernativa legislativa, entonces administrando la capital, favoreció por razones electoreras, el surgimiento de un primer anillo de comercio informal, que gradualmente escapó de su control creciendo exponencial y orgánicamente conforme se agravó el conflicto armado, añadiendo más comerciantes informales, que a diario sumaron más vendedores que simplemente se buscaban la vida, agregando más desorden en el proceso.
Al desorden le siguió el vandalismo, las consabidas “cachadas”, el manejo político de las calles, el crimen, las pandillas, el desorden administrativo, lo que el manejo político partidario agravó en cada período por razones electorales, acabando con los negocios formales, la renta, la vivienda, y, la capital.
Todo por razones politiqueras.
Al afearse la ciudad capital, su estatus como principal ciudad del país se perdió, y las grandes inversiones, también.
Al privilegiar los políticos al capital electoral, solo favorecieron el desorden, al delito, despreciando por extensión su obligación para con las personas, para las que no buscaron la formalidad, y en cambio sí al expolio electorero que regularmente hicieron a su favor, mediante arreglos turbios con los grupos ilegales de las calles tras los vendedores.
Estas condiciones son las que se aprovecharon desde el régimen para en el marco del estado de excepción, finalmente expulsar de las calles a los vendedores informales, que antes, por cuatro décadas fueron en cambio promovidos por los partidos políticos para favorecerse electoralmente.
Una vez expulsados por decreto de las calles, el turno le llegó a la infraestructura, la cual, y bajo el supuesto del plus con que se abrigan a partir del aparente marco de seguridad logrado, imprimen un aumento artificial del valor de la propiedad, que, mediando el paraguas estatal, ha sido aprovechado por elementos claves del oficialismo que ven en ello, una veta de enriquecimiento con apariencia legítima, pero que es completamente opuesto a la ley por las irregularidades que supone.
Y es que, el propósito último remozando la ciudad capital como a las principales ciudades del país, mediando los recursos estatales, es precisamente ese aumento exponencial del valor de la propiedad, que, en combinación con las condiciones sociales generadas por el estado de excepción, han generado la expectativa de una seguridad, inexistente en realidad, que esperan traducir en beneficios económicos que incrementen aún más su hacienda, de lo que han logrado desde que están en el poder.
Corrupción y enriquecimiento ilícito y sin causa son los nombres del juego.
La expulsión de sus moradores, los que fueron orillados a coexistir en ella indeseablemente, es parte del proceso.
Y estos criminales solo lo celebran.