César Villalona
En su discurso en la “Gala de premios ASI”, del nueve de junio del presente año, el señor Javier Simán dijo que “tenemos la fuerza laboral más productiva, más creativa y más laboriosa, y una industria pujante”. Simán paree haber copiado lo que dice el gobierno en su propuesta de ajuste al salario mínimo.
En la propuesta del gobierno se demuestra, con datos estadísticos, que después de Costa Rica, nuestro país tiene la mano de obra más productiva de Centroamérica. La productividad se mide dividiendo el PIB entre la población laboral o, como recomienda la OIT, entre la población con empleo permanente.
El nivel de productividad es una de las ocho variables que el gobierno tomó en cuenta para proponer un salario mínimo de 300 dólares mensuales en el área urbana y 250 en el área rural. Los salarios mínimos actuales están muy por debajo de esos montos.
La paradógico es nuestro país es que, pese a ser más productivo, tiene salarios mínimos muy inferiores a los de Guatemala y Honduras, como se ve en el siguiente cuadro. Y la diferencia no está únicamente en el salario nominal, sino en el real, pues la inflación en Guatemala y Honduras es tan baja como la de El Salvador. Todos los países de la región tienen quince años con inflaciones bajas, de 3% a 5%.
El señor Simán dice que la industria salvadoreña está pujante. Eso también lo dice el gobierno en su propuesta de ajuste salarial. Sin embargo, pese a la pujanza de la industria nacional y a la mayor productividad laboral, el salario mínimo en la industria salvadoreña es 46% menor al de la industria de Guatemala y 82% menor al de la industria hondureña. Incluso, una pequeña industria de Honduras, de hasta 10 empleados, paga un mínimo de 358.20 dólares, o sea, 45% más que una gran industria salvadoreña. En la industria maquiladora, los salarios mínimos en Guatemala y Honduras son igualmente mayores que en El Salvador.
En su discurso, el señor Simán también aseguró que “cada día nos comprometemos más en generar las mejores condiciones laborales y de bienestar para nuestros trabajadores y sus familias”. Esas palabras no encajan con la realidad, pues la ANEP y la ASI proponen que el salario mínimo solo aumente 5% durante tres años y 4.5% en comercio y servicios.
En el sector industrial, el aumento que propone la ANEP es de 41 centavos al día. En tres años el salario llegaría a 285 dólares, muy inferior al de Honduras y Guatemala. Es obvio que con ese salario los trabajadores y sus familias no lograrían el bienestar de que habla el señor Simán.
Mucha gente se pregunta ¿por qué los grandes empresarios de El Salvador se resisten a pagar igual que en Guatemala y Honduras, donde ellos mismos tienen fuertes inversiones? Otras preguntas que se hace la gente son ¿por qué Guatemala y Honduras, con mejores salarios, inestabilidad política y altos índices de criminalidad, reciben desde hace muchos años el triple de inversión extranjera que El Salvador y por qué sus economías crecen más?
Hay varias respuestas a esas preguntas, pero una de ellas podría ser que El Salvador es donde menos crece la demanda interna, precisamente por tener los peores salarios y por carecer de política monetaria. En el período 2004-2015 El Salvador fue el país de Centroamérica donde menos creció el medio circulante. Y eso lo hace menos atractivo para la inversión.
Sin embargo, la poca demanda interna no les preocupa a los grandes empresarios, pues ellos son exportadores y pueden invertir en el exterior sus excedentes de capitales. Para ellos, un mejor salario solo significa más costos. Pero para el 99% de las empresas del país, que son micros y pequeñas y que solo venden en el país, la mejoría de los salarios y la ampliación de la demanda interna significa mayores ventas e ingresos.