Jaime Calderón
Director del Centro de Investigación Cultural y Artística Razamaya
No confundamos lo austero con la mezquindad y la negligencia, viagra sale porque cuando un sistema carga vicios que con los años se tradicionan volviéndose una cultura de amaños, despilfarros, corrupciones, ganguerismo, tráfico de influencias y conflicto de intereses, como ocurría en gobiernos de derechas, el foco rojo de la alarma en la gestión pública debe ser el signo para detener la operatividad sucia en el entramado de la burocracia, instante adecuado para sanear en lo más que se pueda la gestión gubernamental.
La dificultad mayor es que toda medida de austeridad trae efectos cascada que deterioran la operatividad y productividad del gobierno, que son los dinamizadores más valiosos de una gestión, contrario a lo burocrático que en mucho, absorbe grandes cantidades de recursos sin producir resultados concretos. Ese efecto afecta en todas las áreas operativas y productivas de la gestión pública, porque está sucediendo en diferentes instancias gubernamentales y no es menos en el hecho artístico que es lo que me interesa, hablo por los teatreros que hacemos uso de los espacios del Teatro Nacional, es de hace notar que desde hace unos meses en esa institución que debería ser abierta, inclusiva, productiva y centro difusor y promotor del arte escénico, se implementan normativas que afectan los intereses de los grupos teatrales independientes, especialmente de los que funcionan sin cooperación internacional o con financiamientos del estado, y hablo de las tarifas por uso del espacio que se han implementado a decir por la administración, sin privilegios más que para compañías artísticas gubernamentales, y está bien que se haga de tal forma por el uso de los recursos técnicos que se les facilita a los grupos teatrales, pero el caso es que como al personal especializado en los vericuetos escenotécnicos ya no se le provee transporte cuando deben trabajar en horas nocturnas, los grupos deben pagarles su transporte, que no es para que viajen en bus como lo hacen los artistas, sino que hay que pagarles para un taxi, cuyo costo depende de sus destinos, lo cual es oneroso para los grupos, porque a eso se le agrega el pago a los actores, actrices y técnicos de cada grupo, pago del espacio, costos escenográficos, artesanía teatral, utilería, vestuario y otras inversiones que entran en la producción, lo cual resulta en una rentabilidad pobre, con el agravante que la institución mencionada, no cuenta con políticas de mercadeo y publicidad que garanticen público para que quien produce arte obtenga algún beneficio, por ello me parece lícito señalar que lo austero muchas veces puede volverse pariente de la obstrucción, corruptela y del abuso. Para no entorpecer la operatividad y productividad en las acciones del gobierno, creo que no es necesario decretar austeridad a mansalva, porque el gobierno bien puede descargar costos en otras áreas que contradicen lo austero que se pretende, hay rubros en gastos que pueden darle ahorros importantes para invertir en lo más productivo, para tal efecto sería buena medida que el gobierno absorba al personal de limpieza y de seguridad que compra al sector privado que le paga al empleado, menos de la mitad de lo que el gobierno le paga a los empresarios; eliminar la compra de servicios telefónicos especiales para mandos altos y medios; pagar salarios en cheques y evitar la comisión que el gobierno paga a los bancos por el servicio de cajero electrónico que también afecta al empleado cuando retira su dinero; adquirir en compra fotocopiadoras o impresores, que las empresas alquilan; controlar el gasto de combustible evitando que mandos medios y altos utilicen vehículos para hacer asuntos personales como ir por los hijos al colegio o ir de compras a centros comerciales; reducir la onerosa publicidad que se paga a los medios de comunicación que muchas veces son sus detractores y nunca hablan de lo bueno que se ejecuta en beneficio de la población; nivelar los salarios de los empleados en todas las instituciones de gobierno, de tal forma que un empleado del sistema judicial no gane más que un médico o un técnico; controlar y reducir el servicio de transporte a los empleados públicos, cuando se trate de horario laboral. Considerando las anteriores medidas y otras que no quise enlistar, el estado podría ahorrarse dineros que bien podría invertir en áreas productivas y operativas, de utilidad para el desarrollo de la gestión pública.