Iosu Perales
Como es sabido, en las últimas semanas, la supuesta crisis humanitaria de Venezuela está dando lugar a una batalla mediática entre la oposición y el Gobierno, cuya última secuencia importante tuvo lugar el sábado día 23 en el puesto fronterizo de Cúcuta (Colombia). Como es asimismo conocido, Caritas Internacional, Cruz Roja y Naciones Unidas se retiraron del propósito de introducir mercancías donadas por Estados Unidos en territorio venezolano, al considerar que no se estaban respetando los principios internacionales de imparcialidad, apoliticismo e independencia respecto de objetivos políticos y/o militares.
Lo cierto es que, cada día que pasa, mi instinto derivado de cerca de cincuenta años dedicados a dar seguimiento a la política internacional, me dice que hay una alta probabilidad de que la agenda humanitaria para Venezuela no sea sino un montaje más de la administración norteamericana, con el objetivo de crear en la opinión pública mundial y en gobiernos, condiciones favorables para una intervención militar de Estados Unidos con complicidades de Colombia y Brasil, principalmente. Países como Chile, Panamá, Argentina, Granada, Guatemala, Nicaragua, ya conocen las operaciones de la CIA, previas a un golpe de estado o a una invasión.
Conviene recordar, para empezar, que en todos los países de América Latina, e incluso en regiones de Estados Unidos, hay poblaciones con necesidades básicas no cubiertas. Tal vez el caso de Haití sea el más flagrante y últimamente Honduras, país del que escapan cada día muchas personas que caminan hacia las fronteras de México y Estados Unidos. Pero está realidad de poblaciones vulnerables por falta de alimentos, extendida en el continente, no ha dado lugar a campañas como la que en este tiempo se ha organizado por Venezuela.
Es un hecho que en prácticamente todas las ciudades de América Latina, se pueden fotografiar cada día a personas, incluidos menores, hurgando en las basuras y comiendo sobras tiradas en contenedores y vertederos. Pero, la diferencia está en que Venezuela tiene el 20 % de las reservas mundiales de petróleo, cuyo control pretende Estados Unidos.
Es curioso por otro lado, que en un país partido políticamente en dos, los sectores populares más sencillos, los que apoyan al chavismo, no se quejen de falta de alimentos y cobertura sanitaria, mientras que sectores que están del lado de la oposición, mayoritariamente clases medias, son los que más gritan su hambre. Curioso. Vean ustedes la fisonomía y/o perfiles de las manifestaciones de los dos lados y piensen. Pero en todo caso nadie puede negar, que desde hace años el Gobierno garantiza una canasta básica mensual a todas las familias que lo deseen, sin discriminación política ni social.
No voy a poner en duda que hay desabastecimiento y que muchas tiendas están en precario. O que faltan medicinas.
Pero conociendo la historia de los golpes militares en América Latina, sabiendo de las estrategias norteamericanas para convertir el malestar social en apoyo a un golpe de estado, tengo fundadas sospechas para creer que todo ello, en gran parte, está motivado por un plan para ahondar en la crisis. Esto viene de lejos, Ya en 2009 el Gobierno ocupó temporalmente la multinacional norteamericana Pficer, tras acusar al laboratorio de no producir medicamentos en una de sus dos fábricas. Además, la crisis de alimentos y otros artículos, mucho tiene que ver con la política de sanciones y bloqueo que auspicia Estados Unidos. Solo el embargo petrolero alcanza ya los 18.000 millones de dólares, lo que en un país que importa alimentos se convierte en desabastecimiento. Es sin duda inmoral acusar a un Gobierno de no procurar un abastecimiento suficiente, cuando quien hace la acusación fomenta el vaciar de ofertas los mercados como arma política.
Hay por lo demás detalles dignos de considerar. Por ejemplo esa foto de portada de muchos periódicos, en la que se ve un puesto fronterizo vacío, Las Tienditas, bajo la afirmación de que es el resultado de la negativa chavista a dejar pasar la ayuda humanitaria. El caso es que ese puesto fronterizo no está habilitado, siempre está vacío, por problemas técnicos y en particular por decisión colombiana. Mediante la fotografía se manipula y recrea un escenario falso.
Reconozco, sin embargo, que el dato que más sospechas me produce es la figura de Elliott Abrams, que es quien por designación de Donald Trump, dirige el operativo de Venezuela para derribar a Nicolás Maduro. ¿Quién es? ¿por qué me genera inquietud?
Veamos, El 11 de diciembre de 1981, tropas salvadoreñas y hondureñas entrenadas por Estados Unidos asesinaron a cientos de civiles desarmados en el Mozote. Cuando se conoció la masacre, el responsable de asuntos humanitarios de Estados Unidos, Elliott Abrams, acusó a los periodistas que desvelaron la matanza de hacer propaganda comunista. En ese momento valoró la política norteamericana en EL Salvador como un éxito fabuloso. Diez años más tarde fue condenado por vender armas ilegalmente a Irán con el fin de obtener dinero para financiar a la Contra nicaragüense, alentando así una guerra que costó 50.000 muertos.
Fue amnistiado por Bush e incorporado al Departamento de Estado, es considerado uno de los diseñadores de la invasión ilegal e infame de Irak. Sí, este tipo Abrams tiene una acreditada trayectoria en violaciones masivas de derechos humanos.
El 25 de enero, dos días después de la autoproclamación de Guaidó en las calles, Trump le nombró enviado especial de EEUU para Venezuela. Y es él quien está a cargo de la operación de ayuda humanitaria desde la frontera con Colombia. Una operación que persigue cargar la culpa del supuesto hambre en que sobrevive el país, para invadirlo en nombre de los derechos humanos y de la democracia. Pero si esto ocurre la razón será la que ya expresó el republicano y Consejero de Seguridad Nacional John Bolton en la televisión: “es clave que las compañías norteamericanas pasen a producir el petróleo en Venezuela”. Se trata de llevar a cabo un robo.
Venezuela tiene 39 millones de habitantes. Pero en Cúcuta, el día 23 de febrero, solo había unas pocas toneladas de alimentos. Para ser eficaz la ayuda humanitaria se necesitarían muchos camiones cada día. Pero es que aquello fue tan solo un teatro para el mundo. Un montaje destinado a justificar una invasión.