Engelberto Maldonado Pérez
@DiarioCoLatino
Como cada año decenas de salvadoreños residentes en Milán se congregan para conmemorar la muerte de Monseñor Romero. Pero esta vez, medicine y aunque muchos ya lo sabían, escucharon la fecha de la beatificación del hombre por el que estaban ahí reunidos.
La comunidad con el nombre del arzobispo asesinado el 24 de marzo de 1980, conformada por salvadoreños migrantes, hizo imaginar a muchos parte de la vida del futuro beato Oscar Arnulfo Romero, dramatizando los testimonios del libro “Piezas para un retrato”.
Al preguntarle a algunos paisanos qué sentían al saber que El Salvador ya casi tendrá un santo propio, las respuestas fueron optimistas. Ever León, quien migró hace dos años con toda su familia, por la situación difícil dentro del territorio, mira sonriente con ojos muy brillantes y comenta: “Es una esperanza para transformar el pensamiento y las actitudes que luego nos conducirán a actuar mejor”.
Ante mi intención de repreguntarle me comenta que es utopista, “quizá de los pocos que quedan y por eso yo creo que la beatificación nos conducirá a un mejor rumbo actuando diferente a lo que históricamente hemos hecho dentro por el país.”
¿Predicaba esperanza en medio de la violencia, le comento, y mira que país que tenemos siguen matando solo que no por pensamiento político?. “Mira que los acuerdos de paz fueron por esas prédicas, aunque ocurrieron 12 años después. Hoy de nuevo está difícil, mas debemos hacer algo todos los ciudadanos, no solo señalar que el gobierno tiene la culpa porque no hace nada por resolver los problemas”.
Al igual que Ever, Julio Paredes, sostiene que la beatificación es esperanza. ¿De que cosa? “De que escuchemos el mensaje, que penetre en los corazones y mente porque hasta ahora eso no ha sucedido”.
Julio agrega: “El suceso no solo debe verse como un hecho de fama para un país que vive en pobreza y violencia, sino como la figura de un hombre de Dios, de evolución de fe. Creo que la beatificación hará evolucionar la fe de los salvadoreños”.
Guadalupe Pérez, una joven de 27 años, comenta: “estoy contenta, porque creo que es un reconocimiento tarde, el cual permitirá conocer la verdad con menos resistencia, aunque no se haga justicia todavía dentro de El Salvador.”
En tanto Juan Carlos Alvarenga ve que el hombre más famoso en el mundo debe ser motivo de orgullo para todo salvadoreño sin importar si es cristiano o no, católico o protestante. Pero agrega, el nombre solo no dice nada y por eso todos deberíamos conocer la historia que permita explicar porque varias calles de Italia llevan el nombre Oscar Romero.
Por eso agrega: “sueño un mural o una lastra esculpida con imágenes que expliquen un poco lo que hizo el arzobispo mártir. Su idea le gustaría verla en algún punto de los 350 metro de calle con el nombre de Monseñor Romero en la ciudad Milán.
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