Mauricio Vallejo Márquez
Escritor y coordinador suplemento Tres mil
Estamos en la cuenta final para Rosh Hashaná, la cabeza del año. Un tiempo de reflexión y el preámbulo de los diez días terribles que concluyen con Yom kipur, el día del perdón (19 de septiembre). Tiempo para reflexionar, arrepentirse y ser perdonados.
En Rosh Hashaná se comen alimentos que simbolizan bendiciones: cabeza de pescado o de carnero, dátiles, manzana con miel, puerro, acelgas, calabaza y muchos postres. Todo para simbolizar tener un año bueno y dulce. Sin dejar de lado escuchar el sonido del shofar (el cuerno de carnero) y realizar los rezos.
En todo momento podemos enmendar el camino, cambiar de rumbo y corregirlo, darnos cuenta que la misión en nuestra vida, nuestro tikun, es precisamente eso: reparar y enmendar el mundo. Sin embargo, para el mundo judío este es el mejor momento. Buscar ser mejores, trabajar en nosotros y en nuestro entorno. Pero, por alguna extraña razón las personas nos olvidamos de ello y nos sumimos en lo cotidiano hasta que nos volvemos parte de ese engranaje sin sentido. Somos egoístas y en vez de crecer, empeoramos sin darnos cuenta. En tanto, así como el shofar suena este día para que estemos atentos, podemos despertar y ser diferentes.
Estos días me hacen pensar mucho en mí, en mis áreas a mejorar, en mis cualidades negativas que a veces me dominan, y recuerdo a esos hombres sabios que intentaron enderezar mi camino cuando era aún un niño. Resultaba tan difícil escucharlos, cuando tenían tanta razón. Hoy sus palabras las escucho con más fuerza.
Como bien dice el Talmud: “Quien no aumenta sus conocimientos, los disminuye”, y está en nosotros si las escuchamos. Como estamos tan acostumbrados que a la mañana siguiente estaremos en pide de nuevo, creemos que no hay necesidad de cambiar, que “así nací y así me moriré”. En todo momento debemos estar observantes, reflexivos y aprender la difícil tarea de escuchar. Claro que no es fácil, el orgullo y la terquedad no siempre permite enmendarnos.
Cuando comenzaba a escribir no aceptaba críticas, me molestaba mucho que alguien me diera su opinión. Mi orgullo no me dejaba crecer. Me costó tanto ser dócil y aprender a observar, a darme cuenta que no tengo siempre la razón y que en mi vida siempre habrán personas mejores, que tengo mucho por aprender y debo ser humilde para comprender que de todos aprendemos, subrayo: de todos. La humildad es importante para darnos cuenta qué está mal en nosotros para identificar lo que debemos reparar, luego poner manos a la obra y comenzar.
Al final de cuentas, el ser humano es como un artista. Depende de su compromiso y la voluntad para dar lo mejor de sí, lo que hará la diferencia; lo que permitirá que se construya como individuo, como una obra maestra. Rosh Hashana brinda la oportunidad de mejorar, renacer y enmendar el rumbo de la vida.
Si fuera tan fácil, si todo fuera como darle reset a la computadora o al celular. Requiere trabajo, como mejorar la gramática o las matemáticas. Se debe leer, estudiar, comprender, ejercitar y aplicar. No es cosa de un instante, requiere voluntad y dedicación.
Este domingo 10 de septiembre al caer el sol inicia el año 5779, les deseo un año bueno y dulce como la miel a todos.