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La caída de Boris Johnson

Isaac Bigio

Politólogo, economista e historiador

Boris Johnson renunció al liderazgo del gobernante conservadurismo el jueves 7. Esto implica que él va a seguir siendo el Primer Ministro británico hasta que su partido elija a un nuevo jefe, algo que probablemente se dará en 3-4 meses.

Noticia bomba

Se suponía que en esa fecha se iban a dar una serie de conmemoraciones por el 17 aniversario de la masacre del 7/7 del 2005, cuando más de 50 londinenses fueron asesinados en el más sangriento atentado terrorista que haya tenido la mayor metrópolis europea. Sin embargo, ese hecho pasó desapercibido, pues todos estaban concentrados en la noticia bomba.

Pocos días antes, Johnson había planteado que él pensaba volver a ganar 2 elecciones generales más y quedarse al menos 10 años en el número 10 de la calle Downing (la residencia oficial del Premier). Incluso, él empezó a preparar a sus huestes para un posible adelanto de elecciones generales, con lo cual iba a querer liquidar al laborismo y a sus rivales dentro de su partido.

Elecciones elitistas.

No obstante, lo que vamos a tener ahora es una nueva elección tras la cual saldrá quién ha de ser el nuevo Primer Ministro. La gran diferencia es que en los comicios generales pueden votar más de 40 millones de adultos británicos y que de ellos sale un nuevo parlamento. Tras ese proceso, la reina invita al líder de la mayoría absoluta de los 650 miembros de la cámara de los comunes para liderar el Premierato de “su graciosa majestad”. Ahora, en cambio, eso ya no se va a dar.

La decisión de quién va a gobernar al reino recae en un proceso mucho más largo y elitista. Primero, los 358 parlamentarios conservadores van a ir votando cada 2 a 3 días para ir descartando en cada ronda a uno de los posiblemente más de 10 precandidatos. Luego, cuando queden solo 2, se va a pasar esa decisión final al voto de una minoría de menos del 0.3% de su población, quienes son los 100 a 150 mil afiliados a los clubs conservadores, los mismos que en su gran mayoría son blancos, varones y adultos mayores.

Como en ese diminuto electorado casi no hay trabajadores, madres solteras, jóvenes o minorías étnicas, los candidatos que más fuerza van a tener son aquellos que pueden ofrecer más dureza ante la Unión Europea, los inmigrantes o Rusia.

Zigzags.

Cuando Boris Johnson era alcalde de Londres, tuve la oportunidad de organizar una asamblea con miles de latinos donde él se comprometió a luchar por la amnistía a indocumentados. Hacía esto para congraciarse con la mayoría de los londinenses que pertenecen a minorías étnicas. Empero, para ser jefe tory, él se pasó al campo de los que le han quitado derechos a los millones de ciudadanos europeos. Ahora, además, él ha iniciado un esquema en el cual los solicitantes de asilo pueden ser transferidos Ruanda. Incluso ha hecho esto pese a la oposición del futuro rey Carlos (ese país africano-ecuatorial tiene una dictadura y ha sufrido del peor genocidio de fines del siglo XX).

También, cuando Johnson era burgomaestre capitalino, él coqueteaba con una agenda ecologista debido a que los verdes son allí la tercera fuerza electoral. Hoy, no obstante, Johnson llama a romper la dependencia con Rusia, generando energía a través de nuevas extracciones contaminantes de carbón y del fracking (bombeo de agua para sacar hidrocarburos, lo que contamina a las aguas de ríos, lagos y reservas subterráneas).

Paciencia colmada.

Cuando Junio acabó, parecía que iba a acabar también las presiones para que Johnson dimita. Sin embargo, la ola de escándalos se fue incrementando hasta llegar a un punto en el cual, tal como lo dijo el primer tesorero que tuvo Johnson, Sajid Javid, “esto era ya demasiado”.

Antes a él le toleraban pensando que Johnson es el mayor vencedor de elecciones que tiene el Reino Unido. Él ha ganado en todos los distritos donde se ha presentado para ser parlamentario, las 2 veces que postuló para la alcaldía capitalina (es el único burgomaestre conservador que Londres ha tenido), el referéndum del Brexit (derrotando a todos los primeros ministros salientes o en el poder, así como a los líderes de todos los grandes partidos) y, finalmente, ganando las elecciones generales de diciembre 2019 con la mejor votación que haya tenido cualquier líder desde Margaret Thatcher.

Johnson mismo se había posicionado como el “hombre que cumplía” con grandes tareas. En su discurso de dimisión, él se jactaba de sus triunfos electorales, de haber sacado al país de la Unión Europea (algo que nunca antes se ha dado en dicho bloque continental), de haber sido los primeros en Europa en vacunar a su población y en salir de las restricciones del COVID-19, y de ser el pilar que ha puesto a Occidente detrás de la causa ucraniana.

Escándalos.

Los “tories” le habían aguantado a Johnson muchas faltas (hacer fiestas durante la cuarentena, recibir dinero de donantes partidarios para arreglar su casa, haber coadyuvado a que los tories pierdan 2 bancas, etc.). Empero, la gota que calmó el vaso fueron las denuncias contra uno de sus hombres de confianza, al cual se le volvió a comprobar que era un depredador sexual.

A inicios de esta semana se iniciaron las primeras renuncias ministeriales con la dimisión de los 2 tesoreros que haya tenido Johnson (Javid y Rishi Sunak). Tras ello se fue dando una estampida de más de 50 renuncias de secretarios de Estado, ministros y secretarios. Al mediodía del miércoles 6 se presentó Johnson en la sesión semanal de preguntas al Primer Ministro, donde él se mostró muy desafiante ante los pedidos para que dejara el cargo, a lo que aducía que él había hecho muchos logros y que debería completar su quinquenio.

Ahora, el Reino Unido ha comenzado el proceso de transición hacia el cuarto primer ministro conservador que haya tenido desde el 2010. Los retos son grandes. El país vive su peor inflación en 4 décadas. Hay una ola de huelgas que han comenzado los trabajadores de los trenes y metros, la misma que amenaza a extenderse a otros rubros. En 2 de los 4 países que componen el Reino Unido (Irlanda del Norte y Escocia) crecen las tendencias separatistas.

Crisis.

En Escocia el Gobierno nacionalista ha fijado fecha para un segundo referéndum por la independencia. En Irlanda del Norte hay fuertes tensiones entre los unionistas que quieren acabar con el protocolo con la UE y los nacionalistas que lo defienden y buscan ir hacia la reunificación de su isla.

Un tema clave es la guerra de Ucrania. A 40 años de la guerra de las Malvinas, Johnson quiso imitar lo que hizo en 1982 la entonces primera ministra tory Margaret Thatcher, quien supo revertir su impopularidad interna derrotando militarmente a Argentina. Esta vez, Johnson quiso generar una ola de patriotismo antirruso y presentarse como el paladín de la unidad occidental para defender a Ucrania. El problema es que a más de 4 meses de que esta guerra se inició el 24 de febrero, las sanciones no vienen deteniendo a Moscú y, más bien, Ucrania ya ha perdido un quinto de su territorio, mientras que cada vez más se reduce su capacidad de poder reconquistar la mayor parte de las zonas ruso-hablantes de su propia república.

Aún no se puede saber si no estalla otro escándalo que obligue a Johnson a dejar prematuramente el premierato a su número 2, Dominica Raab. Tampoco se sabe quién podrá ser él o la nueva persona que gobierne al Reino Unido. Lo que sí se puede prever es que el nuevo Gobierno no va a tener el mismo respaldo homogéneo de su bancada (como el que lo tuvo Johnson al iniciar su gestión) y que puede que sea la antesala a un nuevo Gobierno laborista (o a un proceso de separación de la mitad de los 4 países que componen esta monarquía constitucional).

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