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LA CANASTA BÁSICA

Luis Arnoldo Colato Hernández
Educador

El aumento desmesurado del coste de la canasta alimentaria, que hemos todos sufrido en lo que va del año, va de la mano del congelamiento salarial por decreto estatal para la población, que además ve agravada la situación por la desinstitucionalización en la que ha degenerado la actual ilegal gestión del país.

Esto porque el mercado nacional es regido por el oligopolio mercantil, que es el manejo concertado de los precios por dos o tres oligarcas, para promover un efecto especulativo artificial, que les permita mayores beneficios.

Es simplemente seguir la regla de aumentar los beneficios con la menor inversión.

Por otro lado, el régimen apuesta por un mercado desregulado, alegando que la menor intervención estatal permitirá una dinámica financiera fluida que beneficie a las mayorías, lo que es falso.

Es falso porque el mercado es por definición avaricioso, y su desregulación, sobre todo la no admitida legalmente, genera en razón de la inexistencia de institucionalidad, una desmesurada búsqueda por acumular beneficios sin miramientos, lo que apreciamos ahora mismo.

Así, vemos como en la última actualización de la CBA, la ONEC ha señalado que el coste de la canasta básica en el área urbana es de $256.81, habiendo aumentado en relación a la de enero, que era de $256.74, y siendo el salario mínimo de $365.00 sin descuentos.

La razón con la que se justifica este aumento es el clima, el cual interferiría en el traslado de los alimentos al país (recordemos que no somos productores, sino consumidores de hasta la sal que consumimos), aumentando exponencial el flete, así como del coste de los insumos necesarios para movilizar la carga alimentaria.

Es probable que el clima haya provocado algunos deslizamientos en las carreteras, así como algunos atascos, pero es imposible que todo se suceda a la vez, inmovilizando el transporte.

Entonces lo que sí sucede es que tanto productores como comerciantes se valen no solo de las circunstancias, también y sobre todo del clima de inseguridad jurídica que el régimen ilegal que nos mal gobierna a promovido, que ha acabado con la institucionalidad para continuar a cargo, presentándose para legitimarse como árbitro, con el interés real de dirimir esta situación que, en cambio, ha promocionado intencionalmente.

Recordemos, “…en río revuelto, ganancia de pescadores…”, es una premisa cuyos efectos prácticos podemos calcular en la cotidianidad.

Por supuesto que el régimen debe tomar medidas de control para frenar los abusos que el mercado práctico, pero debe comenzar dando el ejemplo.

No puedo, por ejemplo, demandar que mi hijo no se alcoholice, si no le doy el ejemplo de no alcoholizarme cada fin de semana.

La misma regla se aplica acá, pues en el marco legal está el quid del problema, dado que no somos productores, y no hay interés por conquistar la soberanía alimentaria en razón de los beneficios que supone para las élites detrás del modelo, podemos esperar que a pesar de la pantomima que se emprenda para aparentar defender los intereses de las mayorías, los abusos seguirán.

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