Patricia Meza
@Pmeza1
Nombrada patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1987, y considerada una de las siete maravillas del mundo moderno se alza majestuosa en medio de la montaña la “Gran Muralla China”, que mide más de 8 mil kilómetros.
Esta fortificación ha sido construida y reconstruida a través de la historia, con el objetivo específico de proteger la frontera norte de ataques de etnias e invasiones.
Conocer la muralla fue el objetivo de un grupo de periodistas que visitan la República Popular de China, que salió a tempranas horas del Hotel San Regís, con destino al lugar y como parte de la agenda programada y visitar lugares importantes del gigante asiático.
Uno de estos es la Muralla, ubicada aproximadamente a 60 kilómetros de la ciudad de Beijing.
Antes de llegar, durante el recorrido la ciudad da los “buenos días”, con calles limpias, pasarelas utilizadas adecuadamente, bicicletas ubicadas en la acera, para ocuparla gratuitamente, grandes edificios y árboles llenos de flores que anuncian la instalación de la primavera en Pekín o Beijing.
Esta ciudad cuenta con aproximadamente 20 millones de habitantes, ha logrado ser la segunda economía del mundo, funcionando un sistema de gobierno conocido como un Estado socialista de partido único con economía de mercado, sistema desconocido para el mundo occidental.
El viaje hacia la Muralla duró una hora y media, al filo de las 9 de la mañana se llegó a la zona donde está ubicada una de las infraestructuras más antiguas del mundo.
El frío ocasionado por una temperatura abajo de los cinco grados, que cala hasta los huesos, es característico del lugar, da la bienvenida con negocios de comida y banderas rojas, amarillas y blancas.
Llegar a esta estación desde donde parten las góndolas, que transportan a la Muralla, te evoca el recuerdo del “Pájaro y la Nube”.
Las góndolas de color rojo transportan a los visitantes, en su mayoría turistas extranjeros, aunque también chinos, hasta una plazita para iniciar el recorrido en la Muralla, que luce imponente midiendo una altura de 7 metros y de ancho 5 metros.
La majestuosidad de la Muralla, sorprende a los visitantes pues esta guarda la historia de las Dinastías, que en alguna época contribuyeron con la construcción pero que no fue hasta la dinastía Ming (gobernó entre los años 1368 y 1644), que se reconstruyó lo que ahora es el patrimonio de la humanidad y el símbolo de la cultura China.
Durante la Dinastía Ming se construyó la parte más fuerte de la Muralla, ya que se utilizaron ladrillos, piedras calizas y basalto, con pegamento de arroz. Además, tiene torres de vigilancia donde los guerreros vigilaban cualquier intento de invasión. Caminar sobre la muralla es como retroceder en el tiempo, imaginarse los guerreros apostados con sus arcos y flechas, observando el paso de los enemigos. En la parte más alta de la Cordillera Mutianyu, que cuenta con una sección de la Gran Muralla China, se puede ver el perfil de un rostro, siendo la nariz la parte más elevada con a mil 400 metros sobre el nivel del mar.
El viento golpea suavemente el rostro de las miles de personas que visitan a diario esta maravilla del mundo.
Niños, adultos mayores, mujeres, jóvenes, de diferentes nacionalidades encuentran en la Gran Muralla, una montaña dividida, construida por manos chinas, para proteger a un pueblo “leal a Mao”.