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La cofradía del anillo o la denuncia de una “muerte anunciada”

Luis Antonio Chávez
Escritor y periodista
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La noticia vertida desde El Vaticano (Roma) por el Papa Francisco sobre la futura beatificación de nuestro pastor-mártir, pills Monseñor Óscar Arnulfo Romero, ha caído como balde de agua fría a la derecha recalcitrante y ha alzado la voz de los sin voz, quienes guardábamos la fe de que eso sucediera tarde o temprano.
Allá por el ochenta, la población -en el campo o la ciudad- se pegaba a la radio para escuchar, cada domingo, las homilías de Monseñor Romero, cuyas prédicas ponían al descubierto los desmanes del ejército que masacraba al pueblo bajo la consigna de no dejar que el “comunismo” se apoderara de nuestro país.
En esos años no había rincón donde la familia más humilde escuchara con devoción las prédicas de San Romero de América, quien denunciaba con valentía las masacres y asesinatos cometidos por el ejército y los cuerpos represivos: Policía de Hacienda (Sección 2); la Guardia Nacional (Escuadrones de la Muerte), y la Policía Nacional.
Masacres como la del Sumpul y el Mozote, efectuadas por el ejército a través de sus batallones élites Atlacatl, Atonal… se conocieron gracias a Monseñor Romero, quien también denunció el asesinato del párroco Rutilio Grande, por lo que miles nos enorgullecemos con la noticia de su próxima beatificación.
Nuestro futuro Santo ha sido inspiración para músicos, pintores, escultores y escritores, quienes han dedicado horas y horas para dar vida a un pensamiento hasta concretarla en alguna de sus obras.
También fue llevado a la pantalla grande en la película Romero, cuyo papel protagónico recayó en el actor puertorriqueño Raúl Juliá Arcelay (Puerto Rico, 9 de marzo de 1940- Nueva York, 24 de octubre de 1994)
La cofradía del anillo –de reciente aparición en los corrillos literarios salvadoreños-, bajo el sello editorial Navegando Sueños y escrita por el abogado Sergio Alfredo Flores Acevedo, atrapa al lector de principio a fin, por denunciar a los Escuadrones de la Muerte, cuyo fundador es el máximo líder del partido tricolor: Roberto d´Aubuisson Arrieta, grupos paramilitares que aún después de la firma de los Acuerdos de paz siguieron funcuinando auspiciados por sectores oscurantistas.
Con locaciones en San Vicente, Cojutepeque, La Libetad, Aguilares y San Salvador, el escritor hace uso de herramientas históricas para narrar hechos ocurridos en los años 60, 70, 90, así como en el nuevo milenio, pues aparecen –en la misma- las pandillas, bajo sospechas cometer las atrocidades con la población al desmembrar a sus víctimas, sin sospechar que una mente desequilibrada cargada de odio del pasado nos evoca las atrocidades en el presente.
Sergio Flores, en su novela, hace un parangón de hechos históricos hasta introducirnos –haciendo uso de la psicología- a la mente enferma de sujetos que no se tocaban el corazón para torturar a sus víctimas hasta borrarles del mapa, haciéndoles creer que eran los culpables de los hechos sangrientos del país.
La trama comienza cuando el personaje principal, Santiago Amaya, asignado a la Unidad de Homicidios en la subsede de San Vicente, recibe en su oficina a Mario Urbina, un campesino de setenta y cinco años, sobreviviente del conflicto armado y dedicado a la venta de libros usados en el nuevo milenio. Éste decide denunciar a un sujeto por amenazas a muerte sin tener la certeza de que sea él a quien busca, aunque lo sospecha.
“Quiero saber si puedo denunciar una amenaza… hoy me encontré con alguien que estoy seguro me anda buscando desde hace muchos años para hacerme daño… ha venido hasta aquí para encontrarme, pero no sé cómo explicarle… ¿Y desde cuando lo busca?- Desde marzo de mil novecientos ochenta”…
Página a página están plagadas de suspenso, emociones fuertes unidas a escenas que requieren haber vivido esos años como para evitar recordarlas, pero que Sergio Alfredo nos las trae a la memoria como para decirnos –de forma sutil- prohibido olvidar.
“Don Mario, ¿cree que una persona a quien no ha visto desde hace muchísimo tiempo, pueda en pleno dos mil ocho, o sea después de veintiocho años, buscarlo para hacerle daño?” “En la cama se encontraba el dorso de un cuerpo, que había sido separado de las piernas y su cabeza, con la sagacidad de un verdadero carnicero”.
Sergio Alfredo Flores tiene oficio, pero no debe olvidar que la herramienta de todo escritor es la gramática y la sintaxis, por ello diré que su novela tiene problemas de edición; sin embargo, el escrito pone en el tapete la existencia de los grupos paramilitares.
“Observó que de una viga del techo pendía una pierna que parecía ser la izquierda, que aún chorreaba sangre… ¡Dios mío, esto es producto de un psicópata! –dijo el forense al alumbrar con una lámpara el hallazgo de las otras partes del cuerpo, las cuales estaban prendidas de la malla ciclón…
A través de la novela, Sergio Alfredo Flores rinde tributo al líder de los comités de base de la iglesia Católica, Apolinario Serrano (Polin), catequista e integrante de la Federación de Campesinos Católicos de El Salvador y quien fuera torturado, para después ser asesinado con lujo de barbarie por los Escuadrones de la Muerte.
“…horas antes de su fatal muerte hablé con su padre”… “¿cómo?, lo conocía?… –No, realmente, lo conocí esa tarde… y me comentó que deseaba denunciar a un sujeto que había visto y temía que le hiciera daño”.
También trae a colación a la temible Agencia Nacional de Seguridad Salvadoreña (ANSESAL), en cuya entidad nace el embrión maldito de los Escuadrones de la Muerte, responsables directos de la desaparición de millares de salvadoreños cuyo único pecado eras reclamar las condiciones mínimas de subsistencia.
“El penúltimo, antes del asesinato de mi padre, fue encontrado desmembrado a orillas de un camino vecinal carretera al puerto de La Libertad. Las piernas, los brazos y la cabeza fueron cortados del tronco. La cabeza fue colgada de un árbol por un garfio de carnicero”.
¿Quiénes integran La Cofradía del Anillo y el porqué de su nombre?, ésta la conformaban fieles católicos que adoran a Jesucristo y la virgen María, y su misión es darle connotación de Santo a Monseñor Óscar Arnulfo Romero después de su asesinato, así como transmitirlo a las nuevas generaciones a través del cuido celoso del anillo episcopal, protegiéndolo aún acosta de su propia vida.
“…por tratarse de un tema (El asesinato de Monseñor Romero) al que se le ha dado un trato político… manejaremos el asunto (el crimen de Mario Urbina) de delincuencia común, (esto) para que podamos recibir el respaldo institucional sin ningún tropiezo o interés mezquino, el caso entrará como uno más al sistema… No me gustaría que suceda lo que pasó con la violación de Katya Miranda, del cual los medio hacen un gran espectáculo mediático”…
La cofradía del Anillo nos recuerda a los caballeros templarios (1118 o 1119), una de las poderosas órdenes militares cristianas de la Edad Media cuyo fin era proteger la vida de los cristianos que peregrinaban hacia Jerusalén tras su conquista. La orden fue reconocida por el patriarca latino de Jerusalén Garmond de Picquigny, quien les impuso como regla la de los canónigos. (Wikipedia).
A través de la novela, Sergio Flores da cuenta de su profesión de abogado y su olfato investigativo no lleva a indaga el proceder de los Escuadrones de la Muerte, analiza y escribe:
“Leyó el artículo que daba detalles de la muerte (de Monseñor Romero) y cómo los criminales la organizaron, observó las fotografías… se apreciaba vestido con la sotana arzobispal y sangre en su rostro… se convenció que fue un asesinato ingeniado por mentes maníacas”.
Romance, suspenso, depresiones, impotencia, conocimiento de leyes, barbarie, torturas, desaparecimientos, amor al prójimo… eso es lo que encierra la novela La Cofradía del anillo, escrita por el abogado Sergio Alfredo Flores Acevedo, quien da cuenta de su profesión y comulga por una vida mejor sin injusticias. Si usted desea adquirir este libro, llame al número 7588-8146.

Ver también

Nacimiento. Fotografía de Rob Escobar. Portada Suplemento Cultural Tres Mil, sábado 21 de diciembre de 2024