Luis Arnoldo Colato Hernández
El 22 del corriente y por tweet, Trump amenazó a Irán, advirtiéndole sufrirá una agresión sin precedentes sin definir que atentados Irán provocó, al tiempo que Pompeo adelantara que se “apoyará” a la oposición mediante emisoras que difundirán su ideario, alineado con EE.UU.
Esto como respuesta a lo expresado por el premier iraní en torno al continuo hostigamiento estadounidense, que advirtiera que cualquier aventura militar contra Irán se traducirá en “…la madre de todas las guerras…”.
No hay que olvidar que Irán controla el golfo de Ormuz, donde se transporta hasta el 30% del petróleo mundial, y que, con los medios probados a su alcance podría obstruir permanente. Otro elemento de la ecuación es Israel, que instigara la actual política estadounidense, y a cuyo premier, el Knéset (parlamento israelí) limitara sus poderes, impidiéndole decidir cualquier conflicto sin consultarle primero, lo que debe leerse como una censura a Netanyahu por los riesgos que supone.
Entonces las amenazas referidas por Trump son las de siempre: preservar, o en este caso, recuperar, los recursos naturales de quien los posea, para expoliarlos arbitrariamente, arrogándose el papel de decidir qué gobierno es legítimo -o deseable- justificando mediante la desinformación la violación de soberanías, y financiando desestabilización y terrorismo contra estados y pueblos.
Tales asaltos estadounidenses los hemos visto contra Irak, Libia, Siria y otros, degenerando en la más absoluta inestabilidad que solo deriva, para el caso iraquí, en 1 millón de víctimas civiles desde la invasión; 300 mil en el caso libio que además acabó con el control migratorio del norte africano y que redunda no solo en el escape de una población sin expectativas por los conflictos regionales promovidos por occidente en África central, sino además en trasiego de yihadistas, armas y drogas por la completa ausencia de control libio, tal y como lo advirtiera Khadafi en su momento.
Y para el caso sirio, hasta 450 mil víctimas civiles por las acciones del yihadismo, financiado, equipado e instruido por occidente.
Ello ha redundado en beneficios para la industria petrolera occidental, que ha explotado el desorden resultante, enriqueciéndose junto a líderes locales y al amparo de occidente, aplicante de la doctrina Fulbrigth, quien fuera senador estadounidense en los 70 y que promoviera sin ambages utilizar la fuerza militar para obtener los recursos naturales de las naciones que los poseyeran.
Sin embargo, esta aventura la inicia Trump sin acompañamiento, pues sus aliados construyen fórmulas conservadoras del comercio con Irán, pero además aislado del soberano estadounidense, que en un número cada vez mayor reflexiona en la historia reciente y la herencia que ello implica -The Herald, mayo/2018.
De ahí la lección más valiosa quizás, pues las élites cuentan con el patrioterismo, o en su defecto, con la inacción del soberano (Edmund Burke), pues ello les legitima en su accionar, trastornando la historia a su favor y tergiversando la verdad, por la irreflexión, la ligereza interpretativa, y por supuesto, la autocomplacencia surgida de supuestas victorias militares que son solo deshonrosas, vergonzosas e injustificadas.