EL PORTAL DE LA ACADEMIA SALVADOREÑA DE LA LENGUA.
Por Eduardo Badía Serra,
Miembro de la Academia Salvadoreña de la Lengua.
Explicación necesaria:
Mucho se habla sobre nuestro origen, tratando de buscar en él la causa de nuestra condición de hombres malos; pero la verdad es que nuestra historia sigue impoluta, y nada puede mancharla tratando de desviarla de su verdadera realidad. “Semos malos”, ya lo decía Salarrué, que hablaba con los pájaros y levitaba en extraños ambientes que sólo él conocía. Yo voy a relatarla en varias entregas que espero ustedes, buenos lectores, lean de principio a fin, comenzando por este que ahora dejo.
Capítulo Primero:
La Creación del Mundo.
La verdad fue que 1 Maíz Revelado, al momento de la creación definitiva, se encontraba, ya no confuso ni preocupado sino enojado, luego que los señores de Xibalbá le enterraran en Cihuatán, después de asesinarlo y ultrajarlo cruelmente. Fue afortunada la valentía de Hunahpú e Ixbalanqué, quienes lograron liberarlo y llevarlo a Cobá para crear nuestro mundo, en donde resucitó y vivió para siempre. De eso a estos días ha crecido el monte por más de cinco mil años, y por eso estamos aquí iguales al primer día.
Entonces, para vengarse, creó el árbol del mundo y lo llamó Cielo Elevado. Subió por él para contemplar el vacío, pero como todo era oscuro, pues a propósito lo creó acostado, no logró ver nada. Construyó entonces sus ocho cielos y lo ordenó todo, y puso todo a trabajar. Cobá entonces tomó forma y se llenó de plantas y animales, entre los cuales se encontraba el hombre, que se dedicó a hacer cosas para adorar a 1 Maíz Revelado tratando de expiar así sus culpas, mientras este le miraba de reojo. Los de Xibalbá se escondieron en su infierno y se dedicaron a quejase con los muertos que les iban llegando, condenados y allí enviados por 1 Maíz Revelado, por hipócritas, cínicos, desvergonzados y mentirosos, sintiéndose desgraciados y desprotegidos, contándoles sus desventuras, y dedicándose e invitándoles a ellos a las malas acciones que cometían gozándose mucho lúdicamente de las gracias y facilidades que les sabía proporcionar la exótica y exuberante Bolontikú.
Así transcurrió todo, caminando los tiempos por las cuatro direcciones. 1 Maíz Revelado, subido en el árbol del mundo, lo veía todo sin perder pista, desconfiado como era, pero sobre todo, enojado por lo que habían hecho con él los de Xibalbá, que eran malos.
Un día se durmió 1 Maíz Revelado más de la cuenta, y entonces, aprovechando el sueño de su cancerbero, por el rumbo del negro, donde se oculta el Sol, se le escapó un bacab, que era el bacab malo, y el cielo se tambaleó al fallarle el sostén por ese rumbo, despertando 1 Maíz Revelado y dándose cuenta entonces de la fuga. Pero ya no pudo hacer nada pues este bacab malo habíase alejado tanto
perdiéndose entre unas veredas ocultas que ni 1 Maíz Revelado pudo ver, hasta que al fin todos se olvidaron de la fuga, menos él. 1 Maíz Revelado entonces cargó sobre sus espaldas la autocondena de sostener ese rumbo del mundo para equilibrarlo y que pudiera pervivir. Pero a veces, aunque 1 Maíz Revelado fuera quien era, se cansaba y se dormía de nuevo más de la cuenta, abandonando a su suerte el rumbo cojo, y entonces temblaba sobre el mundo, dejando de temblar hasta que 1 Maíz Revelado despertaba y reaccionaba volviéndolo a cargar sobre sus hombros.
Así ha transcurrido el mundo desde que 1 Maíz Revelado lo formó por tercera vez, luego de ser liberado por sus hijos Hunahpú e Ixbalanqué del encierro y del castigo que los de Xibalbá le habían infringido, tratando estos de salir del inframundo para reinar sobre los cielos y la tierra.
El bacab negro, por su lado, caminó y caminó, escondiéndose del ojo escrutador de 1 Maíz Revelado, por un rumbo tortuoso y difícil. Mucho caminaron esos hombres, buscando su propio rumbo, hasta encontrarlo al fin. Pero otro ojo escrutador les mira y sigue sus pasos, esperando pacientemente hasta que sea el momento. Ese bacab caminará y caminará incansablemente. Pero algo les pasará, porque es, como sus hombres, malo.
Así esta historia, según me la contó un viejo ermitaño que vivía escondido por el rumbo de Guazapa, y que al haber sentido él, según me confesaba, todas las noches de San Miguel Arcángel, los gritos que 1 Maíz Revelado sabía proferir espantosamente al estar enterrado bajo el juego de pelota, había decidido contármelo todo, escondidos ambos dentro de una cueva que sólo yo conocí porque el ermitaño un día me llevó a ella para contarme esa historia de los nuestros, según me dijo.
Esta es la verdadera historia de la Creación del mundo. Y no las otras. A esta hay que creerle, porque es la nuestra.
Continuará.