EL PORTAL DE LA ACADEMIA SALVADOREÑA DE LA LENGUA.
Por Eduardo Badía Serra,
Miembro de la Academia Salvadoreña de la Lengua.
Es necesario, pues, continuar explicando, para aclarar la historia y conocer la nuestra verdadera. La historia es para contarla, pues la cultura es, precisamente, su producto. Un pueblo sin historia es un pueblo sin cultura. Así de simple. Y la nuestra, real, no la otra oficial, es la que voy contando. Continúo:
Capítulo Tercero:
El ermitaño sigue su historia.
Origen y destino de los Elementales bocones y ojudos.
Justamente cuando ya no escuché más los gritos desesperados del ermitaño, y siendo que la historia me había interesado y además pareciera ser yo el único predestinado para escucharla, acudí de nuevo a la cueva. El viejo estaba acostado con el cuerpo hacia arriba, respirando acompasadamente como recuperándose de una angustia tremenda luego que aquellos Elementales bocudos y ojudos irrumpieran llenándolo todo arrojados ahí por el diluvio que penetró en la cueva. Al llegar, todo estaba en orden y en silencio. El anciano tornó a verme y sonrió. En su faz se asomaba el hito de la resignación. Parecía que deseaba terminar su historia, y por ello, se alegró al verme de nuevo.
Luego lo supe. Él era un demiurgo, un genio ordenador, principio activo, maestro, hacedor, poeta. Y como algo había fallado en su fin único de trasladar la Idea desde el mundo supremo al mundo de las cosas materiales, parecía condenado a vivir en la cueva esa, en la que, recurrentemente y cada vez que algo contaba, le azotaba el diluvio y le llegaba el martirio aquel de ver ese infinito aluvión de Elementales tratando de devorarlo.
La única manera de corregir mi error de la Creación del mundo, me decía, es hacer retornar a esos del bacab negro hacia el Cielo Elevado, pero haciéndolos tornar por el rumbo de la luz y no de la oscuridad. Así, el árbol del mundo volverá al equilibrio y cada quien entonces soportará su propia culpa. De otra manera, como así sucedía, 1 Maíz Revelado tendrá que cargar sobre sus hombros el rumbo perdido debido a que no pude ser un buen ordenador y lo hice dormir más de la cuenta provocando la fuga. Pero estos hombres del bacab negro son malos, y su destino parece que será al fin y al cabo el mundo ínfero de Xibalbá, donde la maldad de Bolontikú los sumirá definitivamente en ese antro hasta que el fuego eterno los consuma completamente.
En la desesperación que le infundía la culpa, el ermitaño Demiurgo aquel les había enviado a Lo Pensado, trayéndolo desde el lejano mundo de 3-brana, para que, siendo él un ser superior y habiendo tenido tantas experiencias previas, les contara cosas y les hiciera entrar en reflexión. Esfuerzo inútil. Si los hombres del bacab negro, que lo escuchaban, pero no lo atendían, cada vez más abrían sus enormes fauces para tragarse al hacedor cada vez que había un diluvio, provocado a propósito por los de Xibalbá, penetrando en la cueva para tragárselo y así terminar con sus historias para que nadie se acordara más de ellas. Lo Pensado, sin embargo, persistía. Bien sabía que no podría evitar que los del bacab negro llegaran al fin a un pequeño valle que llamaban Cuscatlán, para que, ya puestos en él, dejaran de ser a ratos Elementales bocones y ojudos y consolidaran su condición de hombres malos, consolidando, eso sí, cada quien, los genes originales de aquellos animales, entre quienes había unos más malos que otros, aunque sin faltarle a nadie tal atributo. Lo Pensado sabía que esa tierra de Cuscatlán, de donde todos buscan huir, era el purgatorio, el paso previo para caer en el inframundo de Xibalbá, a donde ya habían caído los que 1 Maíz Revelado había identificado como los más malos, provenientes de los Elementales más bocones y ojudos, y por ello los había enviado directamente a caer en las garras engañosas de Bolontikú sin pasar previamente por Cuscatlán.
Hasta el momento, el Ermitaño demiurgo había resistido, y se había librado de ser tragado por el diluvio de agua y animalejos, aunque cada vez que se daba el intento de estos por tragarlo, él sufría terriblemente y caía presa de una desesperación que yo ya había experimentado.
Capítulo Cuarto:
De las diferentes categorías
de Elementales bocones y ojudos, antes de adquirir definitivamente su marca de los hombres malos de Cuscatlán.
De Neptuno y Lunura, Elios y Vestales, Thor y Aries, y Pelleur y Virgo, los Originales, seres insustanciales y etéreos, provenían aquellos Elementales bocones y ojudos que purgando un pecado original estaban tratando de devorar al Demiurgo para que así finalizara la historia y nadie se acordara más de ellos. El viejo Ermitaño sabía que debía corregir su error de no haber podido trasladar la Idea desde el mundo supremo al mundo de las cosas materiales, con lo cual había condenado a 1 Maíz Revelado a sostener eternamente sobre sus hombros el rumbo del mundo por el que el Sol se oculta para mantener el equilibrio, aunque, como sabemos, y dado que se encontraba este muy cansado de tanta creación y de tanto acarrear tan pesada carga, a veces se dormía más de la cuenta y entonces su cuerpo flaqueaba, perdiéndose el equilibrio por los cuatro rumbos, y entonces todo temblaba, todo se movía como una hamaca. La solución era hacer retornar a los del bacab negro a su sitio original, pero haciendo que este retorno se diera por el rumbo en el que el Sol se anuncia, y no por donde mora el cunicuil, pues de este nadie sabe por donde saltará y por lo tanto es el rumbo de lo indefinido. Por eso les había enviado a Lo Pensado, el de 3-brana, que, viniendo de otras creaciones anteriores, tenía más experiencia y por lo tanto más sabiduría. El esfuerzo se sabía inútil, porque los hombres aquellos del bacab negro, provenientes de los Elementales, y estos a su vez de los Originales, que al fin y al cabo terminarían arribando a Cuscatlán, eran malos.
Estos Elementales, producto de la limpia unión original de los etéreos e insustanciales Neptuno y Lunura, Elios y Vestales, Thor y Aries, y Pelleur y Virgo, al comienzo fueron originalmente seres buenos y nobles, castos y puros, pero habían cometido el pecado de mezclarse entre ellos, provocando así la confusión de las castas y degenerando sus perfectas figuras y sus infinitas inteligencias, tornándose entonces malos, muy malos. Tal es el origen de la raza de los hombres de Cuscatlán, que, luego de un largo viaje en el tiempo, habían terminado desnaturalizando ya de forma completa su noble origen y reduciéndose a unos seres bocones y ojudos cuyo atributo esencial e infaltable era el ser malos, muy malos.
De gnomos juguetones, ninfas encantadas, sílfides puras y graciosas salamandras, originalmente seres virtuales y por lo tanto perfectos, siempre alegres y felices, de finos y sutiles gestos, que vagaban siempre saltando, volando, nadando o caminando en absoluta desnudez, estos Elementales habían ido transformándose, por culpa del pecado de mezclarse entre ellos contrariando el pudor y el recato que les infundía su naturaleza de seres celestes, en horrendos yacarés, hambrientos yaguaretes, feas vulpejas, y hediondas lagartijas, animalejos rechazables, todos bocones y ojudos; y habían hecho de aquel sitio en que al fin habían arribado, venciendo los intentos de Lo Pensado y con ello condenando a vivir en sufrimiento al Demiurgo, el lugar en donde nadie podía vivir la vida que debía ser vivida, a menos que fuera malo, muy malo, sitio este llamado Cuscatlán.
Así la historia que el sabio Maestro, escondido y refugiado en la cueva aquella, intentaba terminar de contarme, para salvar la culpa del error universal que había cometido al no poder trasladar la Idea desde el mundo supremo hasta el mundo de las cosas materiales, con lo que la Creación del mundo se había vuelto imperfecta, condenando a 1 Maíz Revelado a cargar sobre sus hombros el rumbo por el cual aquellos del bacab negro, que llevaban en sus genes el ADN degenerado de los ya pecadores Elementales, habían huido, siguiendo el rumbo del cunicuil, aquel de lo indefinido porque nadie sabe por donde irá a saltar.
Continuará.
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