César Villalona
El mes de enero cerró con una inflación muy baja, de 0.74%. Y no fue menor porque los combustibles y la energía registraron un alza debido al encarecimiento del petróleo.
En la mayoría de rubros la inflación fue menor al promedio general, tal como se aprecia en el cuadro. En los servicios de telecomunicaciones la inflación fue cero; y fue negativa (deflación) en las prendas de vestir, calzados, bebidas alcohólicas y tabaco.
La baja inflación coincidió con el aumento al salario mínimo que se dio en enero, cuando las empresas podrían compensar el nuevo costo laboral vendiendo más caro. ¿Por qué no lo hicieron? Por lo que dijo el gobierno en la propuesta de ajuste salarial aprobada en diciembre: “los ajustes salariales no necesariamente disparan los precios, por el poco peso de los salarios en los costos de producción y por la estabilidad monetaria de la economía, que desde hace dos décadas mantiene un nivel de liquidez (base monetaria) acorde a la estabilidad económica (PIB).)”. El aumento al salario mínimo no rompe la estabilidad monetaria.
En una economía como la salvadoreña, sin exceso de demanda y con un mercado interno estrecho, una espiral inflacionaria como la que erróneamente vaticinó la ANEP provocaría una sensible baja de las ventas de las empresas. Eso lo saben los empresarios, sobre todo los que dirigen la ANEP, quienes dijeron otra cosa por razones políticas.