Tomado de Carta Económica
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El 1% más rico de la humanidad acapara el 48% de la riqueza mundial, buy según el último informe de OXFAM. De otra parte, try se resalta que una de cada nueve personas carece de alimentos suficientes para comer y más de mil millones de personas aún viven con menos de 1.25 dólares al día. La misma publicación, estima que los 80 individuos más ricos del mundo han tenido la misma riqueza que el 50% más pobre de la población total, es decir 3,500 millones de personas.
Los movimientos ocupas en países del centro de la economía global se han expandido, bajo la consigna de la redistribución de la riqueza. En Estados Unidos, Occupy Wall Street desde 2011 ha mantenido su disputa. Del mismo modo, el movimiento de Indignados en España, a raíz de la movilización 15-M, sigue buscando la construcción de alternativas a los recortes sociales generados por el afán de austeridad de la Troika Europea. Movilizaciones similares han surgido en Grecia, Irlanda, Portugal, Italia, Francia e incluso en Alemania.
La academia y los análisis de diversas disciplinas cada vez más enfocan su preocupación por la distribución de los recursos. Así, incluso desde la matriz neoclásica del estudio de la economía se reconoce la tendencia hacia la concentración de la distribución en el mundo y sus efectos nocivos en la economía, como lo demuestra el análisis de Thomas Piketty. El mismo Fondo Monetario Internacional admite que el aumento de la desigualdad obstaculiza el crecimiento, en tanto “aumentar los ingresos de los pobres tiene un efecto multiplicador”.
Sin embargo, a pesar del aparente consenso sobre la desigualdad y el aumento de la concentración, existen concepciones enfrentadas que subyacen a las diferentes posturas de abordaje sobre la situación. Y aquí se demuestra que la teoría no es neutra, afecta las prácticas sociales. El marco discursivo y de la praxis pasa por la lucha de clases sociales enfrentadas; y en esto, cada cual toma partido.
Con el auge de la transnacionalización del capital, y las políticas liberalizadoras y desregulatorias de los mercados que las apoyaron, toma fuerza una visión de la economía tendiente a incrementar el control de las grandes empresas transnacionales y las burguesías locales que se alineaban al proyecto transnacional. En la medida que estos sectores (fracciones de una misma clase capitalista), incrementan su rentabilidad y control de recursos, se argüía, incrementarían las inversiones y con ello se dinamizaría el empleo, salarios y se volvería la panacea del desarrollo. A este esquema se le denominó la Teoría del Rebalse.
Como la realidad lo ha demostrado, esto no funcionó. La intelectualidad orgánica del proyecto capitalista argumenta que ha sido así debido a que las políticas no fueron lo suficientemente profundas y no se logró reducir al Estado a su mínima expresión. No obstante, los costes laborales a nivel mundial han disminuido, mientras que las ganancias de capital siguieron aumentando. Esta dinámica produce lo que llamamos Sobreacumulación de Capital. Es aquí donde se puede identificar la principal diferencia entre las concepciones, considerar el trabajo humano como generadora de valor, una teoría del valor-trabajo.
De esta manera se comprende que los empresarios capitalistas pagan a trabajadores por alquilar el uso de su fuerza de trabajo, el salario. El valor por este uso estaría determinado por las condiciones necesarias para que trabajadores y trabajadoras sean capaces de asegurar la reproducción de esta fuerza de trabajo. Esto incluye todo aquello que sea necesario para que desarrollen sus vidas y las de sus familias bajo las condiciones sociales medias. Así, el valor de la fuerza de trabajo es una magnitud que cambia a medida se transforman las sociedades. En un periodo determinado, esta magnitud puede mantenerse fija.
La economía capitalista refiere entonces a que en la relación salarial, que se establece entre capitalistas y trabajadores, se alquila el uso de la fuerza de trabajo y, por tanto, el producto de valor generado, a través de la producción de mercancías, es apropiado por el capitalista que ha pagado por el uso de la fuerza de trabajo.
Si el valor de la fuerza de trabajo, en condiciones sociales estables, se mantiene fijo, el capitalista podrá aumentar la proporción del valor apropiado aumentando la jornada de trabajo (como se intentó hacer en la reforma propuesta por los maquileros) o incrementando la intensidad del trabajo y así hacer que el trabajo cree más valor que pueda ser adquirido por el capitalista.
Una dinámica como la anterior necesita que cada vez más se vaya expandiendo el control que ejerce la clase capitalista sobre el excedente de valor generado. Esto es el proceso de acumulación capitalista. La acumulación se desarrolla, por tanto, en base a la explotación de la clase capitalista sobre la trabajadora, de modo que la dinamización de la economía capitalista implica ampliar la desigualdad en la distribución de rentas.
Si se comprende el capital como una categoría social, que define una relación de propiedad privada de los medios de producción, es evidente que a medida que se expande el capital se profundiza una polarización en la estructura distributiva de la riqueza y en términos de subordinación de las condiciones relativas de poder.
La distribución de los recursos tiende, por tanto, a la concentración. Así, el reporte sobre distribución de la riqueza Credit Suisse Wealth Report muestra que el 8.6% de la población mundial más rica controla el 85.3% de la riqueza global. Apenas el 0.7% de la población tiene una riqueza mayor al millón de dólares y logra retener el 44% de la riqueza total.
Del otro lado, el 14.7% de la riqueza global se reparte entre el 91.43% de la población. Las personas con una riqueza valorada en menos de 10 mil dólares son el 69.8% de la población adulta mundial, esto es, cerca de 3,282 millones de personas.
Estos datos muestran la profundidad de la disparidad en la distribución de recursos, una tendencia que se agudiza. El mismo reporte, para 2013, mostraba que el 0.7% de la población más rica controlaba el 41% de la riqueza global, es decir, que en el transcurso del año 2014 se apropiaron de un 3% adicional de la riqueza global, una concentración acelerada en momentos de crisis como son las lógicas de la refuncionalización del capital. Mientras, el porcentaje de personas con una riqueza inferior a los 10 mil dólares era del 68.7% en el año 2013, en el año 2014 se incrementa a un 69.8% de la población mundial, lo que implica una profundización de la pobreza a partir de un traslado de sectores medios a condiciones de pobreza, esto le pasó a casi 100 mil personas, pasaron a tener una riqueza inferior a 10 mil dólares.
La alta brecha patrimonial se ve reforzada por la distribución de los flujos de ingreso anual. En el gráfico 1, se muestra que a partir de la década de los 1970 la participación en los ingresos de los sectores de más altos ingresos tiene un quiebre estructural para una tendencia a incrementar la parte del valor anual apropiado por estos sectores, producto del auge de las políticas de liberalización y desregulación para la transnacionalización del capital.
A partir de lo anterior, es posible remarcar la diferencia analítica y metodológica que se propone. Si se considera a la economía como un mero mecanismo de maximización de utilidades y dotación de factores parecería que la puja distributiva es simplemente una consideración ética o moralista. Sin embargo, este fuerte incremento de la concentración de la riqueza tiene a su base el incremento de la explotación de la fuerza de trabajo a partir de la disminución global de los costes laborales, como se muestra en el gráfico 2.
Esto ha permitido que la masa de valor apropiado por la clase capitalista, la plusvalía, se vea incrementada de manera tal que es incapaz de encontrar colocación de ese plusvalor en la estructura productiva con una rentabilidad en el marco de mercados de competencia. El control de los holdings y las empresas transnacionales, ambos expresión de la transnacionalización del capital, han vuelto los circuitos globales de acumulación en estructuras oligárquicas controladas por unas pocas sedes que ejercen la dirección de diferentes filiales y grupos subordinados atomizados en las economías locales de los países.
Los circuitos de acumulación global colocan, entonces, a las grandes empresas transnacionales como las protagonistas del entramado económico-político-social. Que, al acumular poder en las órbitas de valorización de capital, concentran también capacidad para imponer sus intereses a través de organismos financieros y comerciales, así como a través de la acción coercitiva de Estados, tanto por presiones en política (facilidades de migración, fondos de inversión, fondos de rescate, relaciones bilaterales) como la imposición a través de mecanismos bélicos.
En El Salvador existen problemas metodológicos para la medición de la distribución de los ingresos. Esto, en la medida que la distribución de ingresos se mide a partir de encuestas a una muestra aleatoria que proveen respuestas voluntarias. De ahí que no se registran los sectores de más altos ingresos.
Sin embargo, con la muestra de las estadísticas oficiales se pueden rescatar elementos interesantes. Durante los últimos cinco años, el 10% de la población con mayores ingresos registrados recibe cerca de un tercio de la renta nacional. Mientras, el 10% con menores ingresos registrados recibe menos del 2% del ingreso nacional. Los ingresos del decil mayor equivalen a los ingresos del 60% de la población con menores ingresos. O sea que aún con las deficiencias metodológicas que tienen un sesgo en cuanto a que esconden toda la profundidad de la concentración del ingreso, es claro que El Salvador presenta las mismas lógicas y resultados del capitalismo mundial, pero sin duda con situaciones de explotación de la fuerza de trabajo y su relación con la pobreza, de una mayor magnitud.
Para complementar el análisis en cuanto a grandes fortunas, de acuerdo al informe Wealth-X estima que la población de ultra millonarios en El Salvador es de 160 personas y acumulan una riqueza patrimonial de cerca de 21 mil millones de dólares. Esto puede ser comparado con la producción local del año, que fue ligeramente superior a los 25 mil millones de dólares. Es decir que en El Salvador existe una burguesía oligárquica que tiene la capacidad de controlar la producción total de la economía nacional.
En el caso de El Salvador, el proceso de sobre explotación creciente de la fuerza de trabajo a nivel mundial del capitalismo, se expresa en una sobre explotación de la fuerza de trabajo empleada o subempleada, de tal magnitud que el universo de los trabajadores registrados en el Seguro Social, a los cuales podemos llamar trabajadores formales presentan unos salarios medios nominales inferiores al costo de la canasta ampliada de mercado, esto durante el período 2004 – 2014, lo cual significa que el universo de esos trabajadores formales viven en condiciones de pobreza. Si por otra parte relacionamos el costo de la canasta ampliada de mercado con los diferentes salarios mínimos, igual todos estos salarios nos dicen que la fuerza laboral tiene salarios que las mantienen en diferentes niveles de pobreza. En esta extrema situación de sobre explotación de la clase trabajadora o proletariado en El Salvador, se destaca el semiproletariado rural, el cual presenta las peores condiciones (Ver Gráfico No.4).
Fuente: Elaboración propia en base a datos de Dirección General de Estadística y Censos (DIGESTYC) y Ministerio de Trabajo y Previsión Social.
Para cerrar esta breve discusión sobre la explotación del trabajo y la concentración de la riqueza en el mundo capitalista, veamos cuál es la condición de explotación que vive el proletariado en El Salvador en el presente, año 2014, asumiendo que la situación no ha cambiado en lo que va del año 2015, aunque en enero hubo un pequeño incremento de los salarios mínimos, pero a la par el costo de vida se ha incrementado y por lo tanto la situación del 2014, sin duda sigue presente en el año 2015.
En la Tabla No.1, podemos ver en la cuarta columna, que el excedente de ingresos de la fuerza laboral, en relación al costo de la Canasta Básica Alimentaria (la cual solo cubre los requerimientos calóricos proteicos de la población), son marginales en el caso de los salarios mínimos de los sectores Comercio y Servicios, Industria y Maquila textil y confección; destacándose el salario promedio del sector formal registrado en el Instituto Salvadoreño del Seguro Social, por presentar un excedente mayor a los $317 dólares; igual destaca el Salario Mínimo del Sector Rural el cual en situación opuesta a los salarios formales, no cubren ni el costo de la canasta básica alimentaria, o sea que son salarios de miseria.
Si por otra parte relacionamos los salarios que venimos analizando con el Costo de la Canasta Ampliada de Mercado, podemos establecer en qué proporción deberían incrementarse los salarios en El Salvador, para que el proletariado y la fuerza laboral en general superen las condiciones de pobreza que vive actualmente. Los trabajadores del Sector Comercio y Servicios y de la industria deberán tener un incremento salarial equivalente a 3 veces sus salarios actuales; los salarios del Sector de la Maquila Textil y confección requerirían un incremento salarial equivalente a casi 4 veces el nivel salarial actual para salir de la pobreza; los salarios del que hemos llamado sector formal por estar registrados en el Seguro Social necesitan un incremento salarial equivalente al 50% del nivel salarial actual, aunque es necesario aclarar que este incremento debería ser mayor, a partir que este sector no recibe todo el salario promedio registrado, dado que a éste se le descuenta la cuota del Seguro Social y la cotización para pensiones, por lo que para poder tener un ingreso que le cubra el costo de la canasta ampliada de mercado debería recibir neto el costo de ésta. Como ya se ha mencionado la situación del semiproletariado rural es la que presenta la mayor gravedad en la explotación y condiciones de pobreza, es así que para superarla deberían incrementarse sus salarios en 6.6 veces, en relación al nivel del salario mínimo actual. (Ver Tabla No.1)