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LA CONCIENCIA, EL PROBLEMA MENTE-CUERPO Y LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

 

EL PORTAL DE LA ACADEMIA SALVADOREÑA DE LA LENGUA

Por Eduardo Badía Serra,

Miembro de la Academia Salvadoreña de la Lengua.

¿Habitan dentro de una misma persona dos seres distintos?

¿Hay dentro del hombre un “agente zombie” que ejecuta

de manera inconsciente la mayoría de sus acciones normales?

¿Es nuestra conciencia sustituible por una computadora?

¿Qué cosa caracteriza al espíritu respecto a la materia?

¿La cibercultura está haciendo evolucionar al cerebro humano

de tal manera que lo va convirtiendo en un autómata?

¿Es en el sentido común y en la historia en donde reside

la esencia de nuestra conciencia?

¿Es la mente humana una vasta región que comprende una

parte inconsciente, una zona preconsciente o subconsciente,

Y, finalmente, una mente consciente que conocemos

y experimentamos directamente?

¿Qué importancia tiene la conciencia para el universo en su totalidad?

¿Podría existir un universo sin habitantes conscientes?

¿Porqué hay un universo en el que podamos estar?

El asunto de la conciencia es aun, como tantos otros en la filosofía y en la ciencia, un problema no resuelto. Desde los enfoques justamente metafísicos de la filosofía y la psicología tradicionales, hasta los actuales acercamientos científicos basados en investigaciones neurológicas y en el desarrollo de las neurociencias, el arribo a una definición y a un conocimiento claro y preciso de lo que es la conciencia parece todavía lejano. Siempre los dilemas entre el espíritu y la materia, entre la mente y la realidad fenoménica, entre el problema de la relación mente-cuerpo, y entre el problema de la comunicación de las sustancias, continúan, aunque debe decirse que los progresos científicos han provocado una mayor y mejor comprensión de los mismos, y han permitido que los enfoques filosóficos sean más apropiados. Las preguntas, siempre las mismas, merecen respuestas más cercanas, pero en ultimidad, estas todavía no llegan.

Este es un tema de medular importancia para el hombre en la actualidad, al que no se le ha dado la atención que realmente se debiera. Parece que la tecnología y la cibernética están modificando al hombre y redireccionando su evolución. Hasta donde la tecnología podría llegar si continúa con el acelerado desarrollo que ha mostrado en los últimos años, y cómo ello repercutiría en la especie humana y en su vida concreta, es algo que debe discutirse con urgencia y calificadamente. Las realidades que ya se están dando en cuanto a esto son realmente preocupantes. Aquella teoría reciente que sostenía que la evolución del hombre era finita y que esta había prácticamente terminado, por lo que el hombre permanecería por siempre como es ahora, parece no tener sustento, o, al menos, estar sometida a la duda y a la comprobación. En realidad, nuestro cerebro continúa transformándose y adaptándose a los nuevos ambientes dentro de los cuales se desenvuelve, aun cuando parece que estos no son los más convenientes.

El Instituto de Neurociencias y del Comportamiento Humano de la Universidad de California en los Ángeles, UCLA, publicó una investigación de dos de sus docentes investigadores, los Doctores Gary Small y Gigi Vorgan, en los cuales se demuestra cómo Internet está cambiando radicalmente el modo de pensar de los hombres, y cómo en el término de algunas generaciones la selección natural favorecerá a aquellos cuyos cerebros se encuentren adaptados a la WEB, y hará que se extingan aquellos que no lo estén. En su libro “iBrain”, y en un artículo escrito para el American Journal of Geriatric Psychiatry, ambos investigadores ilustran los resultados de una comparación entre un grupo de “nativos digitales”, nacidos con el Internet, el iPod y la telefonía celular, y un grupo de “digitales inmigrantes”, que arribaron a la nueva tecnología ya muy tarde. El comportamiento de ambos fue diferente: Los primeros mostraron una alta capacidad para tomar decisiones y razonar de un modo altamente complejo; los segundos, en cambio, fueron, en este caso, muy lentos, aunque luego de algunas semanas de prácticas también se adaptaron a las nuevas situaciones. La cibernética provoca un desarrollo cerebral orientado hacia la toma de decisiones complicadas y la emisión de juicios complejos; pero hace perder, por otro lado, capacidad para distinguir e interpretar correctamente las expresiones faciales, por ejemplo. Los cerebros de los jóvenes son ahora más maleables, plásticos, y disponibles para la adaptación; estos son los que sobrevivirán. La selección natural eliminará a aquellos con cerebros más emotivos y capaces de conceptos abstractos. En resumen, mientras los modernos sistemas cibernéticos provocan una mayor capacidad de razonamiento y de análisis, interpretación y elaboración de juicios complejos, hacen que se pierda capacidad para distinguir e interpretar correctamente las expresiones faciales, la capacidad de tener emociones y de elaborar juicios abstractos, la capacidad de concentración; en una palabra, todo en síntesis, hace que los humanos se vuelvan seres más estúpidos. Los videojuegos y el Internet son considerados, y esto es el resultado de muchas investigaciones, los responsables del déficit de atención que muestran los jóvenes en la escuela. Estudios científicos desarrollados en Gran Bretaña han demostrado que los jóvenes de 14 años de hoy corresponden en su desarrollo a los jóvenes de sólo 12 años de hace 20 años. “A fuerza de clicar y buscar, -dice Nicholas Carr en un artículo sobre el caso-, estamos perdiendo nuestra capacidad de concentrarnos y contemplar, y habituando cada vez más a nuestro cerebro a que funcione y razone como una computadora.

No es, pues, que las computadoras puedan sustituir a la mente humana y a la conciencia; se trata, más bien, de que el cerebro humano pueda evolucionar hacia una computadora, eliminando factores que identifican al hombre como tal, y volviéndolo un autónoma, un ser insensible, una máquina funcional.

¿Qué está sucediendo entonces en nuestras mentes, en nuestros cerebros, en nuestras conciencias? ¿A qué nos conduce todo esto? Eso es lo que debe discutirse.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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