Por Toni Cerdà/Jorge Svartzman/Le Bourget/AFP
La conferencia del clima entró el lunes en su semana decisiva para encontrar un acuerdo que, search ailment en palabras del secretario general de la ONU, treat unhealthy Ban Ki-moon, permita alejar el espectro de una «catástrofe» planetaria inminente.
«La catástrofe climática nos acecha», advirtió Ban al abrir la fase ministerial de las discusiones entre los 195 países que participan en la conferencia de París sobre el clima (COP21).
«El mundo espera algo más que medidas a medias», agregó.
El tiempo apremia porque los ministros tienen previsto cerrar esta semana las decenas de puntos que quedaron entre corchetes en el borrador elaborado la semana pasada por las delegaciones nacionales.
El objetivo es alcanzar un acuerdo, aplicable desde 2020, para contener el calentamiento global a un máximo de 2ºC respecto a la era preindustrial.
Los países insulares y los menos avanzados reclaman medidas para contener el aumento de las temperaturas en 1,5º, una perspectiva que encuentra resistencia entre los grandes emisores.
«Si salvamos a Tuvalu salvamos al mundo», declaró Enele Sosene Sopoaga, el primer ministro de ese archipiélago cuya existencia se halla amenazada por una subida de las aguas del Pacífico.
Casi todos los países -185 de los 195, que representan más del 98% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) causantes del calentamiento global- presentaron planes de reducciones voluntarias de emisiones, pero esos esfuerzos son claramente insuficientes porque sólo permitirían limitar el calentamiento a entre 2,7º y 3,5º.
Ban destacó a este respecto la necesidad de instaurar a partir de 2020 una revisión quinquenal de los compromisos contraídos para que puedan «reforzarse en función de los datos científicos disponibles».
Financiamiento de los países del sur
El ministro francés de Relaciones Exteriores y presidente de la COP21, Laurent Fabius, recalcó que los ministros tenían el deber de aportar «decisiones políticas» a las cuestiones pendientes.
Un comentario que se hace eco de las declaraciones del negociador de la Unión Europea, el español Miguel Arias Cañete, quien admitió tras la entrega del borrador que «todos los temas políticos complicados» quedaban pendientes de solución.
Entre esos temas figuran también el financiamiento de la ayuda climática a los países del sur y el reparto de los esfuerzos entre países desarrollados, emergentes y en vías de desarrollo en la reducción de GEI.
Los países en desarrollo presionan para que los 100.000 millones de dólares anuales de ayuda a la conversión a la economía verde prometidos a partir de 2020 sean sólo un punto de partida.
«Exigimos un aumento sustancial de la base de 100.000 millones de dólares a partir de 2020», dijo en su discurso de este lunes la sudafricana Nozipho J. Mxakato-Diseko, en nombre del grupo G77+China, que agrupa a más de 130 países en vías de desarrollo, entre ellos todos los de América Latina exceptuando México.
Para hacer avanzar las negociaciones, Fabius estableció durante el fin de semana cuatro grupos de trabajo y nombró a 14 facilitadores.
A pesar de que el tiempo apremia, el optimismo era la tónica dominante el fin de semana, máxime si se compara con el clima de la COP15 en Copenhague, cuando las esperanzas de un pacto vinculante capaz de frenar las emisiones de gases de efecto invernadero se desmoronaron hace cinco años pese a las prolongaciones de último momento.
A estas alturas, en Copenhague, «ya estábamos en una espiral depresiva. Aquí estamos sobre todo en una espiral positiva», subrayó el ecologista Nicolas Hulot a la emisora de radio francesa RTL.
Para los movimientos sociales, un fracaso similar al registrado en la capital danesa podría también suponer un golpe duro para la movilización en favor del clima, advirtió Ismael Canoyra, de la asociación Alternatiba.
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