Nueva Delhi / AFP
Abhaya Srivastava
Enfermo de tuberculosis, Yogesh Kumar emite silbidos al respirar tras la reciente ablación de un pulmón. Su médico ignora si podrá sobrevivir fuera del hospital de Nueva Delhi, una de las ciudades con más contaminación ambiental en el mundo.
«La atmósfera de Nueva Delhi es una condena a muerte para él», explica Srinivas K. Gopinath, cirujano torácico en el hospital Sir Ganga Ram que trata al joven de 29 años.
Como cada año, la capital india vive estos días un temible episodio de contaminación atmosférica. Una bruma tóxica tapa el paisaje y se cuela en los apartamentos, las oficinas, las galerías del metro… El aire desprende un olor a quemado.
La megalópolis, que tose, expectora y jadea desde mediados de octubre, entró este lunes en el «apocalipsis». Los niveles de polución se dispararon debido a la intensificación de las quemas agrícolas en las regiones aledañas.
La embajada de Estados Unidos registró a las 07h00 de la mañana una concentración de partículas finas PM2,5 superior a 620 microgramos por m3 de aire. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no superar los 25 de promedio diario.
Los hospitales locales son testigos cada otoño de la llegada de legiones de pacientes que tosen y respiran con dificultad, un implacable recuerdo del grave prejuicio que la contaminación ambiental supone para la salud pública.
Para los más vulnerables como Yogesh Kumar, el esmog puede ser un asesino invisible. «Dentro del hospital se mantiene la calidad del aire pero en cuanto salga el aire empezará a afectarle», explicó a la AFP el doctor Gopinath.
«Su resistencia es débil. No tiene más que un pulmón, que actualmente es muy valioso. Imagínese tener que afrontar un aire tan horrible con un solo pulmón».
– Pulmones negros –
La polución es una maldición que, más allá de Nueva Delhi, afecta a casi todo el norte de India en esta época del año.
El frío y la falta de viento mantienen a nivel del suelo las emisiones contaminantes, impidiéndoles que se dispersen.
La situación culmina a finales de octubre o principios de noviembre con las quemas de las regiones rurales del norte de India y de Pakistán. Los agricultores recurren al fuego para limpiar los campos de los residuos de la cosecha del arroz por un módico precio, a fin de poder plantar el trigo.
El punto máximo se alcanza generalmente durante la fiesta hindú de las luces en Diwali, que este año cae el miércoles, cuando el humo de millones de petardos espesa aún más un aire ya de por sí asfixiante.
Las partículas presentes en el esmog acentúan los riesgos de enfermedades cardiovasculares y de cáncer de pulmón. Las más pequeñas (PM2,5) consiguen infiltrarse en el organismo y la sangre a través de los pulmones.
La contaminación ambiental es particularmente devastadora para los niños, según un reciente estudio de la OMS. Anualmente provoca la muerte de 600.000 menores de 15 años en todo el mundo.
Más allá de los riesgos derivados de una exposición a la contaminación durante el embarazo, la toxicidad de la atmósfera puede dificultar el desarrollo neurológico del niño y volverle más vulnerable a las enfermedades.
«Un niño que nace en Nueva Delhi respira una cantidad de aire contaminado equivalente a 20 o 25 cigarrillos en su primer día de vida», se alarma Arvind Kumar, un eminente neumólogo de la capital.
La contaminación del aire es «el nuevo tabaco», advirtió el mes pasado el director general de la OMS Tedros Adhanom Ghebreyesus en una conferencia mundial sobre el tema.
Para sensibilizar a los habitantes de Nueva Delhi sobre los efectos de la contaminación, un hospital instaló este fin de semana un par de pulmones artificiales en el exterior que el aire iba ennegreciendo.
Muchos de los pacientes del doctor Kumar llevan ya las marcas de una vida entera respirando el aire nefasto de Nueva Delhi. «No son fumadores pero tienen los pulmones negros», explica.
«Incluso algunos adolescentes tienen manchas negras en los pulmones. Es aterrador», agrega.
India, un país de 1.250 millones de habitantes y con unas necesidades enormes de crecimiento, está desbordada por la polución. Las escasas medidas tomadas por las autoridades han tenido poco efecto.
En 2015, la contaminación atmosférica terrestre y acuática fue presuntamente responsable de 2,5 millones de muertes en ese país, el mayor tributo humano del planeta, según un estudio publicado por la revista científica The Lancet.