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LA CRISIS ECONÓMICA, LA GUERRA Y LAS MEDIDAS DE GOBIERNO

Licenciada Norma Guevara de Ramirios

Los acontecimientos en Ucrania, en los territorios del Donbas,  son el  resultado de las pretensiones de la OTAN de expandir su fuerza a las fronteras de Rusia y la respuesta de esta potencia para defenderse de la amenaza  que ello representa para su pueblo.

La guerra económica, que es la respuesta de EEUU y Europa, expresa el afán de recomponer la economía mundial y llevar a la humanidad a la unipolaridad.

Esa guerra ya está desatada y sus consecuencias son universales, afecta y afectará a los pueblos de los mismos países que la provocan y al resto de países, independientemente de sus simpatías o de la explicación que acomoden sobre los sucesos bélicos.

Las pérdidas en vidas, el sufrimiento de la población, la emigración que se convierte en refugiados maltratados y despreciados, el encarecimiento de precios, la paralización de la industria, la agricultura, el comercio, el turismo, parece que es parte de los cálculos para alcanzar el dominio sobre la humanidad de las potencias occidentales que la provocan.

Si EEUU y Europa capitalistas quieren reducir a China, Rusia y países que procuran su propio desarrollo, para imponerse, es algo que está por verse en el marco de este conflicto que es  económico y de seguridad; y difícil de prever su resultado.

Es evidente  que el gobierno salvadoreño opta por el silencio. Sin embargo, nuestro país, que viene arrastrando los efectos de un manejo irresponsable de la gestión económica, financiera y de seguridad, difícilmente podrá ignorar el agravamiento que se derive de esta conflagración.

Los anuncios hechos durante la cadena nacional de radio y televisión el jueves 10 de marzo pasado, están lejos de responder a la gravedad que ya es inaguantable para la mayoría de salvadoreños.

Más allá de la reducción de 26 centavos de dólar al galón de gasolina, suprimiendo temporalmente algunos impuestos, el resto de anuncios resultan irrelevantes y mentirosos, pues habla de reducción de un impuesto inexistente para el ingreso de mercaderías del área centro americana y del resto de países con los que se mantienen acuerdos comerciales, que representan arancel cero para la importación de alimentos.

Los mecanismos de fiscalización también existen, pero se empeñarán en hacer creer que los están inventando con acciones como la de la captura de un reconocido empresario de transporte, que además es parte de la mesa de negociación creada por el gobierno para abordar los múltiples problemas que aquejan al sector desde antes del conflicto euroasiático.

Los agricultores piden a gritos apoyo, los pocos que quedan activos, porque en los dos años y medio de gobierno de Nayib Bukele y sus medidas tomadas en la pandemia, además de la eliminación de programas que beneficiaban la producción nacional, lo que ha hecho es mandar a la quiebra a muchos.

Viene y ya está a la orden el problema del precio de las harinas, y en la mesa de cada hogar se sabe ya que en vez de seis panes por los veinticinco centavos de dólar que tenían antes, ahora un tercio se redujo y se cuenta apenas con cuatro pancitos, en algunos casos con menor peso.

Ni decir de los problemas del desempleo, de los bajos salarios, del déficit de protección al trabajador, por la pérdida de democracia y el manejo del sistema judicial por parte del Ejecutivo.

Es  el pueblo trabajador quien sufre y seguirá sufriendo la crisis que se agrava por el manejo de un gobierno incapaz de proteger a las mayorías y de respetar los derechos de la población.

Pero, como ocurre a los pueblos cuando las dictaduras y los imperios los convierten en objeto de su juego por aumentar su poder y satisfacer su voracidad de ganancias, solo la organización, la conciencia y la voluntad de movilizarse, de buscar mecanismos de sobrevivencia, pueden paliar momentáneamente su sufrimiento.

Y solo la lucha por proyectos alternativos puede, en el mediano y largo plazo, transformar su realidad.

El momento es importante para reflexionar que el odio, ni aquí promovido por el gobierno contra sus opositores, ni el odio anti ruso, anti inmigrantes, representan  posturas apropiadas para superar momentos difíciles como los que hoy vivimos en el país y también para los pueblos que viven en el centro de las potencias decadentes sumadas a la guerra, con sanciones económicas que terminan convirtiéndose en auto sanciones y sufrimiento para los pueblos.

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