Herson Vázquez
Enfoque de Relaciones Internacionales, and UES (PARTE II)
Los últimos acontecimientos internacionales sobre la escalada de guerra dirigida por las potencias occidentales contra el hermano pueblo de Siria, han demostrado que la etapa de descenso del imperialismo se ve incrementada por el fortalecimiento de una segunda potencia militar emergente que aun después de finalizada la Guerra Fría, continúa siendo la base del equilibrio estratégico mundial: la Federación Rusa.
Desde la caída del bloque soviético se ha especulado teóricamente que la Guerra Fría es producto de la historia, sin embargo, esto no es real. El conflicto entre las potencias por el dominio de zonas de influencia, que está relacionado con recursos energéticos, naturales, biodiversidad, y masas poblacionales, aun es parte de la realidad política mundial. Este conflicto frecuentemente se reparte entre aquellos países que ejercen mayor fuerza militar a nivel planetario. Entre estos se encuentran Estados Unidos, la Federación Rusa, China continental, Unión Europea, entre otros. Acciones que demuestran que los objetivos del antiguo conflicto Este-Oeste, continúan siendo los mismos: dominio mundial hegemónico a favor de los más fuertes competidores, con la única diferencia que los actores imperialistas ahora juegan con papeles de multipolaridad en las relaciones de poder, y, la cuestión ideológica sale restando importancia en lo sucesivo.
De esta manera, el conflicto sirio impulsado estratégicamente por Estados Unidos, Inglaterra, Francia y algunas monarquías árabes, ha respondido tanto a la conquista de territorios geopolíticos que contienen yacimientos petroleros y de gas natural, como a la instalación de oleoductos que van desde Arabia Saudita hacia Turquía, asimismo, la derrota del gobierno de Asad se convertiría en la capitulación y debilitamiento de un aliado estratégico de Irán, y principalmente, el acercamiento a una región donde la Federación Rusa ejerce mayor influencia geoestratégica en la protección de sus intereses territoriales.
Sin embargo, el revés político más importante que hayan sufrido las potencias imperialistas en el auge del conflicto sirio, no resultó ser una respuesta bélica por parte de Rusia, sino, la habilidad de la diplomacia y negociación que propuso el desmantelamiento de las armas químicas del ejército sirio. Y no necesariamente porque éste las haya utilizado en contra de poblaciones civiles, pues quedó bien claro que el uso de armas químicas en la región de Gouta, estuvo fraguado por medios conspirativos externos al gobierno de Bashar Al Asad.
La estrategia consistió en prolongar la unidad nacional para no dejar que todo el Estado sirio se fragmente en partes fáciles de dominar, divididas y sectorizadas por motivos culturales y territoriales. También era necesario evitar una invasión en términos militares que incluso hubiese desatado un posible conflicto regional con proporciones internacionales. Guerra que habría generado ganancias inconmensurables a las grandes compañías armamentistas norteamericanas que se lucran de la guerra, la cual genera un fuerte soporte a los índices económicos y bursátiles que sostienen el Producto Interno Bruto (PIB) de Estados Unidos en tiempos de crisis económica y financiera como la que atraviesan actualmente.
La estratagema diplomática rusa ha significado el ascenso del kremlin como un actor de importancia en la continuidad del equilibrio estratégico global, y, la derrota del actual régimen de Washington que no tiene constancia moral para exigir el cambio del sistema político en Siria a través de la invasión militar con mercenarios que han cobrado la vida de más de 100 mil personas en el transcurso de menos de dos años (Según datos de la ONU).
Esto responde a la pérdida de hegemonía imperialista estadounidense en la región. La misma ex Secretaria de Estado, Hilary Clinton, aseguró en una intervención en la ciudad de Filadelfia que, si su país no logra actuar de manera conjunta para solucionar sus problemas, el mundo se va a «desamericanizar», respondiendo al análisis de un líder chino de alto rango que observaba en Washington la existencia de una alta división interna de su elite política en cuanto a tomar un acuerdo por el techo deuda. Es decir que si Estados Unidos no logra resolver sus problemas internos conjuntamente, es tiempo disminuir la presencia y poderío militar del gobierno yanqui en el mundo.
El declive de la hegemonía norteamericana se intensifica cada año del presente siglo. Existen algunos elementos que demuestran esta tesis: el ascenso de Rusia como jugador estratégico garante de la paz en Oriente Medio; el avance drástico del crecimiento económico de China que la posiciona como la segunda economía más grande del mundo; la inminente posibilidad de que Irán, Venezuela, el bloque emergente de los BRICS y algunos países árabes, intercambien el petróleo en moneda china (yuan) y no en dólares, significaría una derrota de los más estrepitosa para la economía norteamericana. Y finalmente, la comunidad internacional está luchando por una emancipación total para liberarse de la supremacía militar, económica y política de la potencia imperialista. Los pueblos comienzan a unirse en una sola voz, único objetivo de lucha; lo encabeza América Latina, África, Asia y Europa. Los pueblos luchan por su libertad y están creciendo en resistencia frente al imperialismo.
Se entiende que muchos gobiernos aun pactan con el imperio estadounidense, cuya mayor fuerza radica en la economía que fortalece el aparato guerrerista militar, con seis comandos operativos dispuestos a invadir a aquellos países que no acepten subyugarse ante sus lineamientos. El aparato militar es la única fuerza que tiene para dominar. Pero ante esto, muchos países han comenzado una infatigable carrera armamentista; entre ellos, Rusia, China, India, Irán, Pakistán, Corea del Norte, entre otros. Todos están en la ruta de consolidar un sistema internacional verdaderamente multipolar, pero antes de llegar ahí, es probable que un tercer conflicto de escala mundial llegue a nuestras puertas en lo que va del siglo veintiuno. Por ahora, la Federación Rusa, única potencia que se equipara a Estados Unidos en ojivas nucleares desplegadas, y en constante pugna geoestratégica provocada por el escudo antimisiles que Washington instalara en Polonia, así como un minucioso control por la reducción de misiles intercontinentales yanquis, ha dispuesto, en vez de recurrir a la guerra, combatir con eficiente diplomacia para garantizar la paz internacionales.®