Jaime Calderón
Si creemos que la cultura se circunscribe a las artes o a todo aquello que definimos como bello, ed rico, cialis florido o propiedad de un sector de la población, cialis nada cercano o parecido a lo popular que además linde con lo vulgar, entonces es probable que el hecho cultural discrimine a las grandes mayorías y se pueda tomar como nada democrático.
Este es el criterio burgués que se ha esgrimido desde siempre para etiquetar los comportamientos de la sociedad como expresión de cultura, siempre y cuando se vista adecuadamente, se viva con pulcritud, se hable de forma correcta, se comporte como “la gente” o se muestre decoro en todo acto relacional, que describa una categoría, clase o nivel social de gente “bien educada”. El hecho cultural se produce a cada instante, en todos los ámbitos, desde el comportamiento de quien vive o permanece en la calle, practicando sus costumbres, tradiciones con sus conductas simples y vulgares, pero funcionales para su sobrevivencia, hasta aquel que vive en las altas esferas sociales donde las conductas son más superfluas e inverosímiles, pero igual de valiosas para la conformación del universo cultural que corresponde a su clase.
Todo ser humano, con estudios académicos o no, aplica sus conocimientos y habilidades particulares en sus cotidianidades, así hacen cultura quienes usan las aceras como taller de mecánica o pupusería, el vendedor informal que hace de la calle o los buses un mercado, el político que recurre al engaño con la falsa promesa para captar votos, el pobre y miserable que muy a pesar que conoce a quienes le mantienen analfabeto y hambriento los elige para el gobierno, el pastor evangélico que predica ruidosamente su doctrina, el vecino que irrespeta al vecindario con su música a todo volumen, el cura que por cada santo del santoral escandaliza al barrio con sus explosiones de pólvora, el motorista de buses con sus estridencias y malos tratos al pasajero, el funcionario con un sueldo mensual garantizado que comienza a trabajar a las nueve de la mañana y deja sus labores desde las dos de la tarde, el fanático del futbol extranjero y de la farándula hollywoodense o mexicana, el que siempre llega retrasado a su cita, el que siempre deja para última hora sus compromisos, el empresario que bien elabora su legalidad evadiendo sus impuestos y pagando salarios de hambre, la sumisión del religioso que hace de su fe un cautiverio y calvario, la vivacidad de cualquier energúmeno para hacerse de millones de dólares del erario público, la desvergüenza de quien orina en la calle y miles de hechos que se ejecutan con extrema libertad en nuestro país, y que aunque existen leyes y ordenanzas que las regulan o las prohíben, no se aplican porque cada cual tiene una deuda con el estado o un interés personal que siempre está al lado del hechor y en contra de los demás, siendo esto una cadena de fechorías que son aportadas y consentidas por todos. La dificultad en este tema radica en que fue desde la fundación y existencia de nuestra república que se construyen las bases filosóficas de nuestra historia y nuestra cultura, se enseña así desde la escuela, se reproduce así desde el hogar, se consiente así desde las leyes, la religión, el comercio, la política, se ha vuelto asunto de clase social desde las elites del arte, hasta vernos en la actualidad en el enredo y la confusión sobre nuestra historia y por ende de nuestra cultura. “La cultura es el conocimiento resultante de las formas en que el ser humano resuelve la vida” sin importar qué mecanismos o argucias utiliza para su sobrevivencia. En el 2006 un grupo de interesados en este asunto nos enfrentamos con los conceptos actuales sobre la cultura, pero que por ser mostrados por extranjeros cobraron relevancia, muy a pesar que por esos mismos criterios y conceptos en nuestro país se haya peleado desde hace décadas o siglos. En ese año un grupo de organizaciones venezolanas desarrollaron capacitaciones en los Planes de Renderos sobre la municipalización de la cultura, luego los trabajadores nacionales del arte y la cultura realizamos un encuentro por varios días en ese mismo lugar, otro encuentro internacional de trabajadores del arte y la cultura en la UCA, hasta culminar en un hotel capitalino en el 2007 con el Foro de Sao Paulo en donde la concepción de cultura se universaliza al menos en el espacio indoamericano. La cultura no es privilegio para ningún sector de la sociedad, todo mundo la construye, eso la vuelve un hecho democrático que no puede ni debe ser inducido y manipulado por los gobiernos o por los sectores de poder, lo único que puede y debe hacer el estado por medio de su gobierno y los interesados en el tema es establecer principios culturales universales e integrales, definir filosofías, proponer políticas y decretar leyes, siendo este paso un hito cultural que marcaría las pautas para el verdadero desarrollo de la cultura nacional, pero esto solo se logra posteriormente a un proceso serio de investigación que determine a la cultura como un hecho dinámico, transformable, funcional, con la posibilidad de ser científico si hubiese un estado que investigue, procese, establezca , defina y enseñe lo que es cultura.
*Director del centro de Investigación Cultural y Artística Razamaya