Yanuario Gómez
@DiarioCoLatino
Desde mediados de la administración presidencial de Francisco Flores, unos quince años atrás, la violencia común empezó a mutar a crimen organizado, con las pandillas como actores principales que pasaron de ser simples agrupaciones de jóvenes con problemas familiares a constituirse como estructuras criminales bien establecidas.
La necesidad de hacer frente a este nuevo tipo de delincuencia hizo que se pusieran de moda estrategias gubernamentales como la “Mano Dura” impulsada por Flores o la “Súper Mano Dura” de su sucesor Antonio Saca, ambos del partido ARENA.
Los planes tomaron como única bandera de lucha la represión, que lejos de desarticular estas estructuras delictivas y desalentar a los jóvenes para pertenecer a ellas, las fortalecieron con mucha promoción mediática y negociaciones, hasta dentro de los reclusorios donde, desde ese entonces, gozaban de acordados privilegios.
Entre el 2000 y 2009, las pandillas hicieron realidad lo que en principio fue una estrategia de los gobiernos de entonces: su criminalización jurídica e ideológica se tornó en un fenómeno real, cuando, además de crecer en número, se convirtieron en grupos abiertamente delictivos, articulados a las redes del crimen organizado.
Según datos del Centro Antipandillas Transnacional (CAT), organismo encargado de coordinar el combate a estas estructuras en la región centroamericana, en El Salvador para el año 2010 existían al menos 30 mil miembros de pandillas de los cuales poco más de nueve mil estaban tras las rejas.
Desde 2009, con la llegada de Mauricio Funes, candidato por el FMLN a la presidencia del país, se comenzó a ver el combate al crimen organizado integrando tres componentes como son, la reinserción, prevención y represión de la violencia.
El Gobierno presidido por Funes destinó varios millones de dólares en presupuestos para proyectos de Salud, Educación, Trabajo y Seguridad Ciudadana, todo esto enmarcado en brindar a los jóvenes, posibilidades que los hagan menos propensos a pertenecer a las pandillas y así incidir en la disminución de la delincuencia.
En 2014 el FMLN junto a Salvador Sánchez Cerén ganan en las urnas el derecho a gobernar el país por segundo periodo consecutivo, la estrategia de esta administración para combatir la violencia se denomina “Plan El Salvador Seguro” y contempla varias acciones para hacer frente a este flagelo.
El plan, si bien integra los tres componentes tomados en cuenta por su predecesor, da especial importancia a la prevención de la violencia integrando proyectos en educación, deporte, oportunidades de empleo y emprendimiento juvenil, que a la fecha han dado importantes resultados los cuales se reflejan en la recuperación de territorios que antes eran dominados por pandillas y el descenso en las cifras diarias de homicidios.
Varios sectores reconocen estos avances pero proponen integrar otras herramientas al esfuerzo gubernamental como la promoción de la cultura y las artes.
Para Germán Paz, maestro de talleres del Ballet Folklórico Nacional y Vicente Aguiluz “El indio de Cuscatlán” reconocido especialista en danza precolombina, inculcar a niños, niñas y jóvenes el amor por toda clase de expresiones culturales les alejaría de pensamientos que los inclinen a pertenecer a grupos delincuenciales.
“La cultura toma como base el amor a Dios, al prójimo y a nuestras raíces, a la belleza y al arte, promueve la cooperación e integración y la convivencia, si uno aprende desde pequeño estos conceptos y los utiliza como una filosofía de vida, pensamientos y acciones que provoquen daño a nuestros semejantes no tiene cabida en nuestra mente”, valoró Germán Paz.
Aguiluz por su parte hace eco en la particularidad que poseen las expresiones culturales que integran a las personas, donde no hay adversarios sino socios que al unirse producen una sinfonía perfecta.
“En el caso por ejemplo de la danza, música, pintura, escultura, el teatro, entre otros, todas estas expresiones artísticas y culturales se compaginan para conformar un gran espectáculo, en ningún momento compiten entre sí, por el contrario coexisten” razonó Aguiluz.
Para los artistas, la cultura y el arte pueden ayudar a disminuir aún más los índices de violencia en el país mediante un abordaje integral, desde todos los sectores de la sociedad, comenzando en el ámbito educativo.
“Últimamente se ha visto a la cultura como algo pasado de moda, como historia antigua, se ha abordado en la escuela como un tema en una unidad de la materia de ciencias sociales nada más, se les ha delegado su difusión a Casas de la Cultura municipales con poco presupuesto, cuando el abordaje debería ser no solo como un tema de estudio, sino como una materia, como la educación física por ejemplo”, analizó Paz.
Según los especialistas en danza, el Gobierno debe crear una política de promoción de la cultura, la cual debe ser creada tomando en cuenta a todos los artistas del país, pintores, escultores, músicos, bailarines, poetas, escritores, entre otros, para generar insumos que ayuden a crear una estrategia integral bien fundamentada.
Además agregaron que se debe trabajar con los niños a temprana edad desde que inician su escolaridad para moldear su carácter y crear ciudadanos integrales, con alto grado de compromiso social.
Tanto Germán Paz como Vicente Aguiluz, si bien reconocen los buenos resultados que está teniendo el Gobierno en su Política de Prevención de la Violencia impulsados por instituciones como los Ministerios de Seguridad y Educación, Instituto Nacional de la Juventud (INJUVE), Instituto Nacional de los Deportes (INDES), entre otros, coinciden en que la promoción de la cultura sería un insumo para maximizar estos avances.