Dr. Fredy Rosales Meyer
Médico Pediatra, Neonatólogo.
Las mujeres embarazadas en el momento del trabajo de parto sienten un deseo natural, urgente, irreprimible e inevitable de caminar para arriba y para abajo, como lo dicen. Esta práctica acelera y produce el encajamiento, rotación y descenso de la presentación fetal ya sea, si el feto se presenta de cabeza o de nalgas: podálico.
Si el bebé nace en su casa por auto-atención o por atención de partera empírica así transcurrirá el parto y el nacimiento del niño con gran seguridad. Si la atención del parto se da en un centro de atención de partos, ya sea en una unidad de salud, un centro de salud o en un hospital de segundo nivel la futura madre será reprimida en sus derechos naturales de la deambulación. Y no se le permitirá caminar.
La enfermera, el estudiante de medicina, el médico interno, el residente de obstetricia o el obstetra institucional o privado le llamará la atención y la obligará a que se acueste en la cama mientras transcurre el trabajo de parto.
LA HISTORIA
Es curioso y bueno conocer la historia de la deambulación durante el trabajo de parto y el momento en que se adoptó la posición acostada para el momento en que una mujer embarazada entra en trabajo de parto.
Así es actualmente el parto entre los nativos de nuestra América, como los indios Yaquis del desierto de Sonora, en el Norte de México; entre los indios Mazatecos, en el centro de México; precisamente en el estado de Oaxaca; y entre los indios Yanomami, de la selva Amazónica. No hay dudas de que ha sido y sigue siendo así en otras comunidades indígenas.
En algún momento del tiempo, a algún médico se le ocurrió que la atención del parto debía de rendir tributo económico y en lugar de atenderse los partos en el domicilio de la parturienta, en donde el trabajo de parto transcurría caminando, se inventó que el parto debía ser en la casa del médico surgiendo así, de este modo, la privatización del parto y los hospitalitos; y para la atención de la parturienta en trabajo o labor de parto, se prescribió que tenía que transcurrir estando la mujer acostada, sobre una cama, en posición supina, de espalda o de lado; y es así como se vuelve obligatorio el transcurrir del trabajo de parto con la mujer acostada en una cama y en posición horizontal, antinatural.
Desde la antigüedad y aún ahora en tiempos modernos, las mujeres comienzan a caminar, paseándose de arriba para abajo, por toda la casa. Esta maniobra natural, instintiva, comienza desde que se inician las contracciones de Braxton-Hicks, las cuales no anuncian el inicio del verdadero trabajo de parto, pero lo preceden y aceleran la presentación del verdadero trabajo de parto. El parto consta de tres períodos activos. El primer periodo en la primigesta dura un promedio de 12-13 horas; y en las multíparas dura de 6-7 horas. En ambas mujeres las verdaderas contracciones de parto se presentan cada vez más frecuentes y más intensas. En el segundo período del parto o el período expulsivo, la mujer siente el deseo de pujar y generalmente se rompen las bolsas de aguas. En este período, en las comunidades que practican el parto caminando, cuando sienten deseos de defecar, producido por la compresión de la cabeza fetal contra el intestino recto, se sientan en cuclillas o acurrucadas, se cuelgan con sus manos de un lazo amarrado al techo del rancho y comienzan a hacer fuerza. El niño nace sobre un montón de trapos limpios o sobre hojas de huerta de plátanos o guineo majoncho, arregladas como un nido. Sobre ese nido depositan el niño al nacer. Lo limpian o lo llevan a lavarlo al rio cercano. Lo secan, lo envuelven y lo pegan al seno materno para iniciar el apego temprano. El tercer período del parto corresponde a la expulsión o parto de la placenta.