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Walter Monge-Cruz*
Joseph Robert Biden Jr., finalmente como Presidente, empezó a ejercer el mandato brindado por ochenta millones de ciudadanos para abolir el nefasto legado de Donald J. Trump.
Durante sus primeros días en la restaurada Oficina Oval -que modela como símbolo inequívoco del sueño americano, el busto de Cesar Chávez -el mundo ha observado al nuevo presidente, firmar docenas de órdenes ejecutivas que terminan con las más insensatas políticas públicas que suscitaron el genocidio de más de cuatrocientos mil estadounidenses hasta este día -entre ellos la madre de mi esposa– que se doblará o triplicará cuando el país por fin pueda controlar el virus COVID-19.
El aislamiento mundial que incitó la proliferación nuclear en Corea del Norte e Irán y la destrucción del clima mundial al retirarse del acuerdo ambiental de Paris. El racismo institucional que atacó al inmigrante con deportación, separación familiar y un muro de vergüenza en la frontera sur, así como, al ciudadano de color con persecución política y supresión de protestas pacíficas. La demagogia gubernamental que a través de la mentira, instauró el ataque a la libre prensa, corrompió el sistema judicial y compró un partido político.
Las primeras acciones políticas de Joe Biden han inducido al renacimiento de una democracia que fue atacada infamemente por un déspota, quien enfrentara un nuevo juicio político por incitar a un golpe de estado que indujo muerte.
Estados Unidos ha mostrado al mundo que la democracia no es una comodidad financiera, que se puede comprar en la bolsa de valores por la corrupta empresa de una familia rica y poderosa.
Joe Biden le debe a ochenta millones de ciudadanos el poder de decir, creo en la democracia una vez más. Mañana y por cuatro años, le exigiré que cumpla ese deseo universal.
*Walter Monge-Cruz, presidente
Comisión Cívica Democrática
