Rigoberto Palma
Con la victoria electoral del próximo 9 de marzo, try medicine el FMLN hará la mayor contribución a la democracia desde la firma de los Acuerdos de Paz en 1992. Porque si el fin de la guerra significó la liquidación de la dictadura militar que gobernaba desde hacía muchos años, el triunfo electoral de marzo venidero será el principio del fin del aparato fascista de la ultraderecha.
La guerra fue el resultado del asfixiante régimen militar, de la represión contra el pueblo, la injusticia económica y social y los fraudes electorales. Ante el cierre de espacios políticos, el pueblo creó el FMLN y enfrentó el poder militar-oligárquico sostenido por el gobierno de Estados Unidos. El FMLN hizo bien la guerra pero tuvo que negociar para ponerle fin y abrir el camino de la lucha política electoral.
Tras los Acuerdos de Paz, el FMLN abandonó las armas pero liquidó la dictadura militar y democratizó el sistema político. Desde entonces el país comenzó a recorrer un camino aparentemente paradójico: mientras la oligarquía aumentaba sus caudales al apropiarse de empresas del Estado, liberalizar el mercado y suprimirse tributos, su principal instrumento político, ARENA, perdía peso en el Estado y en la sociedad y la izquierda se fortalecía. La victoria del FMLN en el año 2009 desalojó a ARENA del Órgano Ejecutivo y le provocó una crisis orgánica de la que no logró reponerse. ARENA perdió a sus aliados en la Asamblea Legislativa y el control que ejercía sobre otras instituciones del Estado.
En las elecciones de 2012, ARENA se repuso un poco pero no pudo superar la soledad que le aquejaba y pronto volvió a perder fuerzas, hasta caer casi abatida el 2 de febrero pasado. Y después de la derrota que sufrirá en marzo se agudizará su crisis.
Es importante señalar que ARENA no es un partido de derecha surgido para defender el sistema en el marco de la democracia representativa, sino un grupo político empresarial surgido de los escuadrones de la muerte que no puede vivir sin remover su pasado de sangre. Muchos de sus fundadores y financiadores simbolizan el crimen contra el pueblo. Y la sicología fascista de sus principales dirigentes, que solo toleran acatamientos, impide que ARENA se susceptible de fuertes modificaciones.
Es muy probable que ese partido-empresa tienda a liquidarse como proyecto oligárquico, pues la sociedad salvadoreña ya no tolera un grupo ultraderechista cargado de odio y dedicado a la amenaza. Los que secaron sus manos en la hoguera del dolor humano y siguen cantándole a la tumba, no podrán atraer a una generación criada en la democracia representativa burguesa, por más deformada que ésta sea. Liquidar el fascismo arenero será la segunda gran contribución del FMLN al proceso de democratización del país.