El diputado de ARENA René Portillo Cuadra fue el principal vocero de ese partido político respecto a la necesidad de modificar la Ley de Extinción de Dominio, que a su vez fue acompañada por otros personeros de la derecha que a menudo son entrevistados en los programas de opinión de la televisión salvadoreña.
Este periódico, por cierto, cuestionó dicha ley, que el Estado expropie los bienes de los sospechosos de enriquecimiento ilícito, sin antes haber sido vencido por un tribunal competente.
La derecha se dio cuenta de ese asunto, hasta que a la Fiscalía General de la República se le ocurrió expropiar los bienes del difunto presidente Francisco Flores Pérez.
La viuda del ex mandatario, Lourdes de Flores, acompañada de su hijo e hija, denunció que entre lo expropiado estaban algunas herencias familiares.
La derecha opositora, tanto empresarial como política, vio en la ley un problema cercano y de futuro, por lo que inició la generación de opinión favorable a la reforma.
Y cuando los diputados introducen la reforma a la mencionada ley, argumentando lo arriba expuesto, y para ponerla en sintonía con el artículo 240 de la Constitución de la República, los diputados de ARENA, salvo una, se abstienen de votar: en la plenaria guardaron silencio cómplice, o mejor dicho, silencio de respaldo, pues no votaron ni en contra, ni criticaron la aprobación de las reformas.
Hoy está claro que ARENA no votó y guardó silencio, para no ser criticados ni por las redes sociales ni por la Embajada de los Estados Unidos.
A lo mejor los diputados sabían por adelantado que la Fiscalía General de la República protestaría como lo hizo, y que lo mismo iba a suceder con la Embajada de los Estados Unidos.
Hoy, los costos políticos los están pagando el partido GANA, el FMLN y los diputados del PCN que votaron por dicha reforma.
En la derecha seguramente están aplaudiendo a los areneros por no votar ni a favor ni en contra de la ley que ellos promovieron, y seguramente los habrán calificado de listos o hábiles para el manejo político, pero el pueblo debe tener claro que el comportamiento de ARENA es el reflejo de su doble moral, o de su hipocresía como los calificó el alcalde de San Salvador, Nayib Bukele.