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LA ECONOMÍA, EL TALÓN DE AQUILES DEL RÉGIMEN

Por: Licenciada Norma Guevara de Ramirios

La frase más común para referirse a los problemas económicos que vivimos los salvadoreños es “medicina amarga”.

Esto se traduce en altos precios de alquileres, de las tarifas de servicio de agua y energía, de los alimentos y los medicamentos, del combustible y materiales para reparaciones en los hogares o para construcción; todo nos lleva a una valoración de cambio en negativo y de allí, al recuerdo de lo prometido por el señor Bukele, de hacernos tomar medicina amarga.

El problema es que, en este caso, si los problemas económicos son la enfermedad, las medicinas que se derivan de las decisiones del gobierno están muy lejos de representar una cura.

Bajar precios de verduras y frutas con amenazas, ofrecer bajar aranceles a la canasta básica que no paga aranceles (hace años está exenta), trasladar las mercaderías de un mercado a otro, de ninguna manera representa ni solución ni alivio.

Uno se pregunta si con esos “aparentes errores”, los funcionarios que nos gobiernan de verdad entienden cómo funciona la economía de país, no los negocios de ellos o de grupos afines, sino la lógica para que la más modesta familia tenga oportunidad de obtener productos o ingresos para adquirirlos y asegurar su subsistencia.

Escuchando o leyendo opiniones de economistas, nos damos cuenta de que las importaciones de alimentos y bienes de uso han crecido estrepitosamente en los últimos cinco años, que son los mismos años en que han sido abandonados los sectores que emplean, o aseguran mínimos ingresos a una proporción mayor de personas y familias, como son la agricultura y el comercio informal, autoempleo o emprendimientos, como eufemísticamente se les llama.

Ni en aquellos rubros donde al inicio del gobierno del señor Bukele se les ofreció crear fideicomisos para obtener créditos accesibles y mejorar el cultivo del café, de hortalizas y verduras, representaron mejora; un periódico hace recuento de esas promesas incumplidas citando declaraciones de los afectados.

Buscaron nombres atractivos para la publicidad de algunas de esas promesas incumplidas, uno de esos nombres era “RECETO”, para decir que se fomentaría el cultivo de repollo, cebollas y tomates, pero el resultado concreto es que la producción de repollo y tomate en vez de crecer disminuyó, y hoy un repollo mediano cuesta tres dólares y por un dólar de tomate simplemente se obtienen 4 o seis .

Los datos son crudos, y no creo que nadie se alegre de verlo, vivirlo o simplemente saberlo, la economía familiar y del país está muy mal.

Y en ese estado deficitario, siempre algunos salen ganando, pero son minorías que engordan su bolsillo a costa de la mayoría, en este caso, sin duda los importadores estarán ganando mucho con el crecimiento de las importaciones de alimentos procesados y frescos.

Para que la mayoría pueda comprar, necesita tener ingreso, y las fuentes de ingreso deliberadamente han sido afectadas con el abandono a la agricultura, a la ganadería y la persecución a los comerciantes informales en San Salvador y otras ciudades, cierre de empresas y despidos en el sector público.

Tampoco hay atractivos para invertir y crear empleos, quienes pudieran hacerlo hacen estudios y se dan cuenta que en el país hemos perdido la seguridad jurídica, y en esas condiciones es poco aconsejable invertir.

No es casual entonces que la propaganda gubernamental retorne a recordar que su política de seguridad es beneficiosa para los que usan transporte público y para diferentes sectores,  es que si las recetas de medicina amarga para la economía no producen aumento en la popularidad, hay que recordar la seguridad, que también produjo y produce alta dosis de medicina amarga para inocentes y sus familiares injusta e ilegalmente capturados, no me refiero a los delincuentes, sino a los inocentes.

Para desgracia de la mayoría de nuestro querido país, parece ser que la economía, por voracidad, por incapacidad, por ignorancia, por lo que sea, ha resultado ser el talón de Aquiles de este régimen autoritario, al que es un deber recordarle, por parte de universidades, economistas, algunos empresarios, que para el desarrollo económico se requieren otras cosas más que sus recetas.

Se requiere educación, que está abandonada, se requiere salud que va hacia abajo, se requiere seguridad jurídica, se requieren políticas públicas que apoyen a sectores productivos de bajo ingreso, pero de alto valor social, como la producción de alimentos.

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