Blanca Flor Bonilla
Luchadora social y diputada del PARLACEN
La Asociación de Colegios Privados de El Salvador informa que los centros educativos privados que brindan servicios de Educación Inicial y Preescolar (a niños de entre 0 y 6 años) han empezado el año 2021 con baja matrícula escolar, anticipando un 50 % de deserción. También advierte deserción en los niveles de primaria, secundaria y superior por el impacto de la pandemia por COVID-19 al cerrar más de 400,000 empleos formales1, además de otras causas familiares.
La Educación Inicial y Preescolar es fundamental para las siguientes etapas de la vida de las niñas y los niños porque mediante el estímulo, el juego y las relaciones familiares que se dan respetuosamente, con diálogo y amor, y que además provean de nutrición sana y adecuada, permite el correcto desarrollo de las neuronas del cerebro en los primeros tres años de vida, garantizando el futuro aprendizaje y adquisición de conocimientos técnicos y científicos en los estudios de primaria, secundaria y universitarios. También incide positivamente en la vida de la niñez y en todo su desarrollo hasta convertirse en una persona adulta, el propiciar espacios seguros, sin resentimientos y odio, es decir, en el marco de una cultura de paz.
El Ministerio de Educación fue bien evaluado en su desempeño durante la pandemia por COVID-19 el año 2020, pero deberá realizar mayores esfuerzos para enfrentar el desafío de la deserción escolar en contexto de pandemia, con la finalidad de no interrumpir el proceso educativo y retrasar el desarrollo humano.
La educación es un proceso complejo: incluye la escolarización de su población como obligación de los gobiernos para el cumplimiento de un derecho humano fundamental, pero también se presenta desde que la persona está en el vientre materno hasta el día de su muerte. Así, la educación también se recibe desde la familia y la sociedad.
Cada miembro de la familia tiene una responsabilidad fundamental en la educación de sus niñas y niños durante la primera infancia, pues en esta etapa se forja el carácter y la personalidad y se construyen valores y formas de relacionarse con la sociedad y consigo mismo. En este sentido, las relaciones que cada miembro de la familia tenga con sus niñas y niños (desde abuelos y abuelas hasta hermanas y hermanos) influye directamente sobre su desarrollo.
Desde su nacimiento, las niñas y niños están “programados” para la interacción. Es esa interacción con la persona adulta –a través de miradas, sonidos, palabras o gestos– se va dando forma al cerebro de las niñas y niños. Estos “sirven” o expresa algo, y la persona adulta “devuelve”, o reacciona a las expresiones de las niñas y los niños y es así cómo se desarrolla el cerebro: a partir de las relaciones sociales. La ciencia evidencia, para la biología humana, la necesidad de tener interacciones receptivas de los adultos para con sus niñas y niños.
Sin embargo, la exposición a la adversidad durante los primeros años de vida puede tener consecuencias graves sobre la arquitectura del cerebro, con efectos de largo plazo sobre la salud física y mental, el comportamiento y el aprendizaje de las personas. Revertir estos resultados es socialmente complejo y costoso. De ahí, el mensaje principal que nos deja la evidencia científica es la necesidad de invertir oportunamente en las niñas y los niños.
Tomando en cuenta lo anterior, se necesita que los gobiernos impulsen programas de reeducación familiar para superar las diversas formas de negligencia –que es la forma de maltrato infantil que las niñas y los niños experimentan con mayor frecuencia2– y violencia dentro de ellas, que afecta negativamente en el desarrollo infantil, y que se presentan debido a la ignorancia.
Los medios de comunicación y las redes sociales también participan en el proceso de educación, trascendiendo a la difusión de información. Pueden promover valores que contribuyan a la construcción de una sociedad en paz, entre ellos, la justicia, la verdad, el diálogo y la búsqueda de consensos, el respeto hacia opiniones diferentes, a los derechos humanos y a la democracia. Caso contrario, influyen negativamente en la salud mental social y aportan al deterioro y degradación social.
En el Día Internacional de la Educación proclamado por la ONU para celebrarse el 24 de enero, invito a que asumamos la educación como un derecho humano y bien público que es responsabilidad del Estado y de la sociedad en conjunto, que debe empezar desde la primera infancia para superar desigualdades y lograr el desarrollo y la paz.
1. Informes de la ANEP, de la primera semana de enero por el Canal 33, en la Entrevista República.
2. LA ARQUITECTURA DEL CEREBRO INFANTIL. María Caridad Araujo. Publicado en el Blog Primeros Pasos del BID.