Ramón D. Rivas*
A 22 años de haber firmado los Acuerdos de Paz en el país, viagra los salvadoreños hemos experimentado significativos cambios que han fortalecido nuestra institucionalidad y el sistema democrático, clinic condición necesaria para el desarrollo político, económico y social de una República. Estos cambios han permitido un desarrollo de nuestro sistema político, facilitando la organización del Estado para una mejor atención de las necesidades más básicas de los salvadoreños. Esto no quiere decir que hayamos alcanzado totalmente el desarrollo que la sociedad demanda, pero si podemos asegurar que los Acuerdos de Paz se convirtieron en una segunda carta política que posibilitó los espacios institucionales para consolidar la democracia e impulsar políticas públicas para el tan anhelado desarrollo económico. Pero la pregunta es ¿dónde ha quedado el desarrollo? Naturalmente que hay temas sociales pendientes que necesitan ser analizados, discutidos y consensuados en la sociedad salvadoreña para acompañar los cambios políticos y económicos que se han experimentado desde la firma de los Acuerdos de Paz. Me refiero a la educación superior. Si nos detenemos a reflexionar por algunos momentos de cuánto hemos avanzado en materia de educación en los últimos 25 años, estoy seguro que existirían una serie de enfoques de pensamiento que llegaríamos a la conclusión que debemos avanzar un poco más en el mejoramiento de la educación superior de nuestro país. ¿Por qué? ¿Será que no estamos muy convencidos de la calidad de educación universitaria que recibimos? ¿Será que la educación superior no ha evolucionado lo suficiente para atender las demandas de la sociedad? ¿Qué han hecho las universidades para renovar sus conocimientos? Si partimos que la educación superior en El Salvador ha experimentado los cambios necesarios que demanda la sociedad ¿por qué no existe como debería de ser un desarrollo económico, político y social en el país? Algunas respuestas a mis preguntas podemos encontrarlas en el más reciente libro publicado por el vicepresidente de la Junta General Universitaria de la Universidad Tecnológica de El Salvador, el licenciado Carlos Reynaldo López Nuila, titulado “La Educación Superior pilar del desarrollo”, nos explica como las universidades juegan un rol importante para formar hombres y mujeres con un pensamiento crítico, objetivo y propositivo en una sociedad cambiante. Según el autor, “la universidad enseña a los estudiantes, forma a los hombres y acredita el grado académico de los profesionales que cumplirán la misión de hacer, construir y reformar la sociedad”. Pero para lograr el objetivo anterior, es necesario tener instituciones educativas capaces de renovarse permanentemente, de ofrecer soluciones innovadoras a problemas complejos de la sociedad, a generar un pensamiento crítico y propositivo y proveer herramientas académicas a los hombres y mujeres que de una u otra forma tendrán incidencia en la política, en la economía y en la sociedad misma. Sin entrar en detalle de cómo se encuentran las universidades públicas y privadas de nuestro país, considero que la educación superior necesita evolucionar más rápido para encontrar y proveer soluciones a los problemas sociales. Necesitamos formar a científicos en cada una de las áreas del conocimiento; no podemos formar al joven únicamente para ocupar empleo dentro del sistema laboral, se requiere más que obreros profesionalizados, científicos y profesionales capaces de transformar su entorno social, político y económico para beneficio de todos. Para lograr esto, se necesita evolucionar los métodos de enseñanza y crear normas y reglas más exigentes en las universidades para que los jóvenes adquieran el compromiso de incursionar por la academia, no solo para obtener un título, sino para formarse con miras de transformar su realidad social por medio del conocimiento. No basta con llenar las universidades con jóvenes que evalúan a la educación superior como un pase para obtener un empleo o una distinción social. Es necesario que las universidades enfoquen sus esfuerzos en formar al profesional para ser un generador de cambio en su comunidad y en el país mismo. López Nuila lo dice de la siguiente manera: “existe una responsabilidad de carácter primario, de orden intrínseco y de función indelegable, cuál es, la búsqueda de la verdad. Sólo cuando se plantea esta obligación, puede decirse que la institución cumple la tarea creadora de la riqueza cultural y la labor formativa de las generaciones que integrarán la sociedad futura y marcarán el destino de la humanidad”. Si partimos de la premisa anterior, estaremos seguros que si hay una evolución en la educación superior. De lo contrario, estaremos caminando por la ruta equivocada y el estigma de los jóvenes será la de profesionales formados únicamente para atender la demanda del mercado laboral más que la demanda social y política de un país. De ahí la importancia que tiene el libro de López Nuila, la cual nos presenta los enfoques más recientes para mejorar la educación superior en nuestro país, con el propósito de convertirla en pilar para el desarrollo de la sociedad salvadoreña. Y este pilar debe convertirse en una política pública de Estado y de instrumento de los gobiernos para apoyar el desarrollo en las diferentes áreas claves de la sociedad. Pero ¿qué ha pasado con nuestra educación superior? ¿Es una política para el desarrollo? Tristemente la respuesta es no, ya que nuestro sistema educativo está diseñado para ajustar al profesional a las demandas del mercado, a la empresa. Nos formamos para vender nuestra fuerza de trabajo “especializada” que lleve beneficios personales más que colectivos. Esto nos lleva a pensar que la educación superior requiere de un replanteamiento social para convertirla realmente en pilar del desarrollo. Para ello no se necesita que un gobierno plantee políticas paternalistas de atención educativa, ya que estas estarían orientadas a la demanda del mercado laboral; se necesita que desde la sociedad y la academia se planteen soluciones, reformas o transformaciones curriculares para convertir a la educación superior en un pilar que tenga un fuerte impacto en lo político, económico y social de nuestro país. De ahí la importancia del libro de López Nuila, el cual debe convertirse en fuente de consulta para colocar a la educación superior como pilar para el desarrollo en el amplio sentido de la palabra.
*Secretario de Cultura de la Presidencia