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La educación un tema prioritario

Carlos Abrego

El tema de la formación es recurrente cuando se evoca el exiguo interés que despierta nuestro país en los inversores extranjeros. Este tema viene acompañado de los lamentos acongojados sobre su bajísimo nivel y se señala también con insistencia la urgencia de elevar el nivel de nuestra mano de obra. Globalmente es la manera de abordar el tema. Tal vez haya comentaristas que tengan una visión mucho más amplia y más profunda. No obstante la educación de nuestra juventud, su formación se encara como parte de los posibles incentivos para que capitalistas extranjeros vengan al país a invertir.

También se alude a las infraestructuras, últimamente también se menciona la versatilidad de nuestra legislación y la imposible confianza que puede inspirar un país en que las instituciones dependen de los caprichos de la clica en el poder.

La empresa destructora de nuestro país que ha emprendido el usurpador, también se manifiesta en este tema, las escuelas siguen en el abandono, muchas escuelas no perciben el dinero que se les destina en el presupuesto de la nación. Los testimonios sobre esto abundan en las redes sociales. La demagogia del dictador que prometió a los estudiantes de la Universidad Nacional no permitir ninguna baja en su presupuesto y que si era elegido a la presidencia, él mismo desfilaría con los estudiantes para protestar. Su protesta fue reducir treinta millones de dólares en el presupuesto universitario.

Por el momento dejemos de lado la denuncia, pues el estado de nuestra educación no ha surgido ahora, es algo endémico y esto no sólo concierne a los sucesivos gobiernos, sino que asimismo a la oligarquía. Durante casi un siglo y medio fuimos un país de analfabetas, baste recordar la denuncia que hizo en su libro “Leer y escribir” nuestro gran pensador Alberto Masferrer.

La oligarquía cafetalera no mostró nunca un interés por introducir en el país innovaciones y ella misma fue incapaz de proponer algo transformador de la sociedad, al contrario su conducta fue dejar intactas todas las supervivencias coloniales y feudales. Esta situación duró hasta ya pasada la mitad del siglo anterior. El carácter parasitario de nuestra actual burguesía lo ha heredado de aquella oligarquía que nunca se propuso mejorar las condiciones de trabajo y de vida de su “fuerza de trabajo”.

Caben algunas palabras explicativas del calificativo “parasitaria” que he usado respecto a la vieja oligarquía y a la actual burguesía. Durante décadas fue corriente ver a los cafetaleros ausentarse del país e ir a disfrutar de su fortuna a Miami o a cualquier otra ciudad de veraneo, volvían algunos meses para administrar los cortes y luego la expedición de su mercancía al extranjero. Pero sobre todo ocuparse igualmente de exportar sus ganancias para colocarlas en negocios financieros. Pagaban pocos impuestos cuando no podían eludir esta obligación.

El país no prosperaba y esto dejaba indiferente a la clase privilegiada, no era un problema que le incumbiera. La educación de los salvadoreños no fue nunca algo que se abordara en las playas veraniegas de Miami, ni en casinos extranjeros. Fue así como fueron acumulando capitales afuera y haciendo negocios en lugares con mejores tasas de ganancia. El Salvador fue su vaca lechera y la ordeñaban hasta el desgaste. La actual burguesía no ha cambiado de actitud.

Recordemos los “papeles panameños” que revelaron que hasta los nuevos ricos, como el dueño del FMLN, Luis Merino, también fueron descubiertos con depósitos de millones de dólares en el extranjero. Es una práctica casi consubstancial del capitalista salvadoreño. El dinero de Luis Merino colocado en Panamá provenía de Alba-Petróleos que inicialmente fue promovida como para ayudar al desarrollo de municipios pobres.

El viraje que cobró el país en la década de los cincuenta (los historiadores tal vez tengan más que contarnos al respecto) fue el inicio de ciertas mejoras incluso en la educación, la red de escuelas creció, surgieron escuelas que se llamaron “experimentales” (en los años sesenta se llamaron “vocacionales”), en estas últimas se enseñaban diferentes oficios, poco a poco el Ministerio de Educación (que apareció en 1939 apenas) fue elaborando planes y programas con mejores contenidos y mejores intenciones. No obstante la educación nunca constituyó una prioridad de nadie, los patrones tal vez exigieron alguna vez mejorar su mano de obra.

Y en realidad cuando se habla de mejorar la formación de nuestra juventud para atraer inversionistas se manifiesta una visión limitada y limitante de la educación. No se toma en cuenta la persona de los educandos, sino que el servicio que puedan prestarle al capital. En nuestra sociedad, como en el resto de sociedades capitalistas, la persona humana no es considerada en su integralidad, apenas se le ve como un apéndice de las máquinas, los trabajadores no son sujetos reales, su desarrollo autónomo e integral no puede existir en la visión capitalista. Todo está encaminado a sacarle provecho, se evalúa su utilidad y es esta la que requiere preparación.

No obstante ahora estamos enfrentados a algo aún más grave, son colosales los ataques que la dictadura asesta al sistema educativo. Luego de su campaña mentirosa de hasta la construcción de cinco escuelas semanales y las computadoras para cada cipote, el dictador deja centenares de escuelas sin las debidas asignaciones presupuestarias, las que reciben dinero les toca por cada alumno y por día apenas 0.03 céntimos de dólar. Pero en muchas escuelas los maestros tienen que sacar de sus propios bolsillos el pisto para comprar los insuficientes materiales didácticos, cartones, yeso, crayones, lápices, etc. En muchísimas escuelas no hay electricidad, ni agua potable. Y el payaso pavonea que somos un país del primer mundo.

La cuestión urgente que aparece es ¿cómo contrarrestar estos ataques, cómo detener el derrumbe de lo poco que tenemos? No se puede esperar por el momento un movimiento de los propios maestros, ante tanto despido de empleados del gobierno, viendo sindicalistas encarcelados y los asesinatos que ocurren en las prisiones, la brutalidad de la policía y la soldadesca en las calles buena parte de la población vive amedrentada, con miedo. Los maestros viven en esta realidad de miedo y amenazas. Quizá lo que nos queda es solicitar de otros pueblos la solidaridad y su apoyo.

Dejo para más tarde algunas reflexiones sobre la educación para el futuro, lo que debemos preparar cuando hayamos reconquistado la república y el destino del país.

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