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La ética y la política. ¿Dos ríos que dan al mismo mar?

Wilfredo Mármol Amaya
Psicólogo salvadoreño

El actual estado de cosas entre el alcalde municipal de San Salvador y el partido que lo llevó al poder, marca un paso ineludible de la reflexión ético política-política ética, en efecto, no es para menos.

Las consecuencias de las decisiones -sabias o no- ponen en entredicho los resultados electorales del 2018, en el que se juegan las municipalidades y los curules en la Asamblea Legislativa, que deberá elegir a funcionarios de segundo nivel, tal es el caso de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia que culminarán sus funciones dentro de poco tiempo.

Entonces, vale la pena reflexionar a la luz de la sabiduría elemental que este momento requiere. Veamos: El ámbito de reflexión denominante con mayor o menor acuerdo ético política construye discursos normativos orientadores de la actividad pública. Interesa la explicación mesurada de lo que debe ser la política desde determinados criterios morales. Por ello, este campo de reflexión ha de distinguirse claramente de la ciencia política. De esta son característicos los juicios descriptivos que procuran dar razón de lo que acontece, de hecho, en los diferentes niveles institucionales de un país, o de un sistema político. La economía y la sociología política, por ejemplo, aportan investigaciones pretendidamente asépticas de los comportamientos personales, institucionales y colectivos encuadrables en lo político. Por el contrario, la denominación de ética política expresa ya claramente el enfoque prescriptivo que se requiere para orientar las acciones de los diferentes sujetos implicados en decisiones políticas. Por ello, la reflexión filosófica en este campo habrá de centrarse en esclarecer cuáles son los presupuestos morales de mayor consistencia teórica, desde los que cabe guiar el comportamiento político, no solo de los gobernantes, sino también, y en menor medida, de los ciudadanos gobernados. Las diferentes éticas políticas de la historia han suscitado complejos problemas que atraviesan, con diferentes formulaciones y desde contextos distintos, siglos de pensamiento hasta nuestro presente.

En el caso de las posiciones del alcalde Nayib Bukele, por un lado pueden ser analizadas en momento de ruptura y abandono de sus aliados políticos en momentos álgidos de proyectos claves para el beneficio ciudadanía capitalina; pero, ¿justifica dicha acción llevadas a categoría de “imperdonables por la justicia política partidaria” y que amenazan la expulsión del funcionario?

Quizás es bueno recordar aquella cartilla, que en los procesos de los 80, denominada Moral y contextura revolucionaria, que entre sus pilares expresaba el amor incondicional al pueblo e imprimía un espacio privilegiado a la crítica y autocrítica, ya que representaba en esos días la esencia de las posibilidades de crecimiento personal y de los proyectos colectivos, y de suyo una columna vertebral para superar las debilidades. En el momento actual vale preguntarse: ¿Fueron trascendidas la política ética y la ética política en esta encrucijada?

Cabe -a manera de recordatorio- como se atisbó el caso de un funcionario en el pasado reciente, me refiero a un servidor público que renunció a su cargo en la Asamblea Legislativa, luego de ser acusado públicamente de abuso sexual. La noticia fue confirmada un día domingo por la noche por la presidenta de la Asamblea Legislativa, quien publicó “Hoy me notificó su renuncia irrevocable a su cargo como director del CCCL De @AsambleaSV”.

Es de recordar que en esos días, diferentes grupos habían denunciado en redes sociales ciertos abusos que este funcionario habría cometido a una de sus alumnas -cuyo nombre no viene al caso-, el supuesto abuso fue dado a conocer por la misma estudiante, cuando publicó: “usted quizá creyó que siempre íbamos a ser jovencitas, ¡crecimos y ahora nos toca hacer justicia!”, dijo la afectada, a la vez que pidió que el caso “no se convierta un juego sucio partidario”. La presidenta de la Asamblea Legislativa, en esos días, culminó su participación señalando: “La Fiscalía si es el caso puede procesar. La Asamblea no es juzgado, ni Fiscalía” (4 jul. 2016). No se volvió a hablar más del asunto.

(Tomado de http://www.elsalvadortimes.com/articulo/sucesos/renuncia-cargo-asamblea-luego-ser-acusado-violacion-sexual/20160704030905002799.html)

En este orden de ideas, vale preguntarse de cara al futuro de la sociedad salvadoreña: ¿La ética y la política, son dos ríos que dan al mismo mar?

La sabiduría política, el amor incondicional al pueblo salvadoreño, en el marco de la crítica y autocrítica, tienen la palabra.

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