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La evaluación del año

José M. Tojeira

Todos los años se evalúa a los gobiernos. Está bien. Y en una democracia hay que evaluar todas las instituciones de un modo sistemático. Hacerlo una vez al año es sin duda positivo. Pero cuando al Gobierno se le atribuyen todos los males de la nación, advice algo puede estar fallando en el resto de las instituciones y grupos o sectores sociales. Cuando se evalúa la marcha del país, viagra y con frecuencia las encuestas formulan así la pregunta, viagra sale debemos recordar que el caminar de El Salvador lo construimos todos. Y no basta con decir que “si nosotros gobernáramos, las cosas irían mejor”. El FMLN decía eso en tiempos de los gobiernos de ARENA. Pero ahora, sin necesidad de pronunciarse sobre la mejoría o el empeoramiento de la realidad, quienes están en el gobierno saben que las cosas no son tan fáciles. Que los de ARENA nos digan que con ellos las cosas irán mejor tampoco inspira confianza.

Y es que el país tiene una serie de fallos estructurales que mientras no se corrijan difícilmente podrá El Salvador caminar mejor. Aquí se puede revisar al Gobierno cada año, pero el salario mínimo se revisa cada tres años. Si el estado está, como dice la Constitución, al servicio de la persona humana, sería más importante revisar anualmente el salario mínimo, que revisar al Gobierno. Y tanto más cuanto que los salarios mínimos son de vergüenza, inequitativos, diferenciadores de la dignidad de la persona y brutalmente explotadores algunos de ellos. Generalmente en ese punto no se suele evaluar nunca al Gobierno, porque quienes tienen más interés en mantener esos salarios tienen demasiado poder económico y en buena parte son los causantes de que se mantenga en la miseria especialmente a los trabajadores del campo.

El país necesita evaluación en todos los campos. Porque nuestro país efectivamente va mal. Pero va mal, con altibajos, desde hace más de cincuenta años. Cuando Monseñor Romero hacía evaluaciones de país ponía como primera causa del ir mal a la idolatría de la riqueza. Usaba un término teológico y cristiano para definir la realidad de El Salvador. Y aun así le decían comunista, matándolo por ello. Hoy no corre peligro, o al menos no tanto, el que diga que la explotación de los ricos es una de las causas del mal caminar del país. Pero son demasiados los medios, incluidos los de quienes tienen capital y fortuna, que dicen que los ricos son lo mejor del país. Hasta ahora ha sido difícil, más bien imposible, ver un ENADE autocrítico. ¿Es que son perfectos nuestros empresarios y gentes pudientes económicamente, como para no tener ninguna culpa del mal caminar de El Salvador? Si la cultura de evaluación es importante deberíamos aplicarla a todos los sectores del país, incluidos los ricos.

En ese contexto conviene buscar baremos y métodos objetivos de evaluación. No basta con la opinión pública, aunque por supuesto ésta es importante. Si miramos los índices de desarrollo humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), El Salvador no se ha caracterizado, desde los primeros informes, por tener avances espectaculares. El primer informe de desarrollo se dio a conocer en 1990. Desde entonces nos hemos movido en torno al puesto número cien, con pequeños adelantos y atrasos, más dependientes del número de países que se van añadiendo al informe que de nuestros propios méritos. Todavía hoy, en puesto 115, estamos por delante en desarrollo humano de Honduras, Guatemala y Nicaragua. Curiosamente, nuestra empresa privada valora más el crecimiento económico sin desarrollo humano que el desarrollo humano. O en otras palabras, el beneficio privado que la distribución justa de beneficios entre los trabajadores.

El país está efectivamente mal, y lo seguirá estando mientras no se realicen reformas profundas en educación, sanidad, vivienda, medio ambiente, salario. Hace falta un pacto nacional de desarrollo con objetivos claros, con una generosidad mucho más amplia que la actual, con una mejor y más equitativa redistribución de la riqueza, y con capacidad de enfrentar sacrificios ahora para recibir beneficios después. Hasta ahora ni ARENA ni el FMLN han hecho planteamientos a fondo de este estilo, contribuyendo en buena parte al desprestigio de los partidos políticos. Pero tampoco la empresa privada o la sociedad civil ha hecho planteamientos lo suficientemente claros como para que podamos tener esperanza. Solamente algunos de los Informes de Desarrollo Humano del PNUD dedicados a El Salvador han planteado posibilidades más realistas y de algún modo en línea con lo que decimos. Pero en general la tendencia ha sido a aplaudirlos y a olvidarlos después, desaprovechando oportunidades de debate mucho más ricos que los que mantienen los partidos políticos o el mundo de la empresa.

Necesitamos evaluación. Es imprescindible que la realicemos y por supuesto que evaluemos a éste y los sucesivos gobiernos. Pero también que miremos la realidad de El Salvador. Estar en el puesto 115 entre 187 países no es el ideal. Qué hay que corregir para avanzar es la pregunta clara. El crecimiento económico es importante, pero el desarrollo social lo es más, incluso para garantizar un crecimiento económico más sólido y estable. Invertir ahora en la gente e invertir más es indispensable para una mañana más pacífico y más estable. La evaluación de los Gobiernos hay que hacerla, pero sin olvidar la evaluación de todos los que podemos incidir en un desarrollo más justo y equitativo que el actual.

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