LA FALSEDAD DEL MINISTERIO DE CULTURA
Por: Waldemar Romero
Enfrentar de manera proactiva el sistema interpuesto por la actual gestión de gobierno resulta en una tarea casi colosal. Decimos “casi” porque todavía contamos con la libertad de expresión constitucional y universal de comunicar una crítica simultánea a ciertos componentes sociales, políticos y culturales desde el buen sentido de la palabra. Hoy en día, en la sagrada época de la desinformación, la poca tolerancia hace que nos convirtamos en estudiosos de la ignorancia, algo que desde la edad media hasta la época victoriana se tenía que erradicar.
Actualmente las políticas culturales son manipuladas de manera más descarada y arbitraria dentro de la polarizada historia de los últimos treinta años. Desde un consejo de cultura hasta el actual ministerio de cultura, sólo nos han dejado dos vertientes que a la larga serán otros casos de nepotismo, de malversación de fondos públicos y desinformación institucional actual y parte de una nueva política gubernamental. ¿Por qué no destinar un fondo adecuado para todos los artistas urbanos?, artistas que han democratizado dicho arte en el Centro Histórico, en lugar de destinar fondos a proyectos pobres de protocolos de salud por la emergencia. Es decir, ¿por qué no pensar en los verdaderos artistas que cada día deben trabajar para subsistir y deben de lidiar con la ignorancia sistematizada de las autoridades, sobre todo de policías y de agentes del CAM?
Es necesario hacer de la cultura del hip hop un estandarte y un caballo de batalla para políticas de juventud, estratégicamente hacerse de un voto ingenuo poco fundamental para vender la imagen ambigua de apoyar a un sector de la juventud en un tipo de arte cuando las ramas y la estratificación del arte va más allá. Porqué no tomar en cuenta a músicos clásicos, nahua hablantes, poetas, acróbatas, la danza, las artes circenses y otras artes prácticamente olvidadas y desplazadas por la actual gestión.
Frecuentemente encontramos sectores con mucha capacidad de incidencia cultural y política, pero por la misma capacidad de crítica y de análisis las autoridades no pueden mostrar prioridad de intereses; por tal motivo son un sector “crítico” a diferencia de otros que no tienen la capacidad de análisis social y político, mucho menos crítica visceral de toda esta situación…
Hay un factor muy predominante: “no insistir con la crítica constructiva y manifestar toda pose de lealtad al presidente o cualquiera de sus miembros del gabinete de estado, elogiar, publicitar, mentir y prestarse para cualquier show de marketing para obtener trabajos en medios escritos y en la televisión, aún estando conscientes que son medios creados provisionalmente durante la gestión con dinero públicos, donde lo único que desean hacer es rendir un tributo de elogios a todas las políticas y dinámicas absurdas poco confiables de la actual gestión”.
El tiempo pasará, lo único que puede prevalecer son los deseos de libertad, trabajar desde nuestras propias trincheras, crear el análisis y arte escalafonado para hacer lo que disfrutamos, aun desafiando a las mismas autoridades, a las instituciones viciadas que cada día más serán más ambivalentes. La pregunta del millón: ¿era necesario durante la post emergencia invertir en el mantenimiento de pianos de tres cuartos de cola, o en los artistas que no tuvieron más contratos de trabajo por el cierre económico debido a la emergencia? ¿Por qué se habla poco de eso? Será tema de análisis para próximos artículos.
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